La Asociación Salvadme Reina de Fátima desea multiplicar las Misiones Marianas en España, entre los meses de Mayo a Octubre, cuando Nuestra Señora se apareció -hace 95 años- a los pastorcitos de Fátima.
Dado que muchísimas personas han dejado de ir a la Iglesia, procuremos que la imagen de la Santísima Virgen vaya al encuentro de esas almas y penetre en los corazones, con su maternal dulzura, reabriéndolos a Jesucristo.
Para que puedan participar en esas misiones, y rezar, por el éxito de los dedicados misioneros de los Heraldos del Evangelio -que con tanto cariño y devoción llevan a la imagen peregrina de la Virgen-, hemos publicado este cuadrito con el Corazón Inmaculado de María.
En él, está estampada la imagen esculpida según las indicaciones de Sor Lucía, cuando la Virgen se le apareció en 1925, en Pontevedra, mostrándole su Corazón Inmaculado, rodeado de espinas. Es una copia de la imagen bendecida por el beato Juan Pablo II, que en la audiencia del 28 de febrero de 2001 invitó a los Heraldos a ser «mensajeros del Evangelio por intercesión del Corazón Inmaculado de María».
Llevaremos la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima a hospitales, residencias, escuelas, familias y parroquias, dando prioridad a las personas que más necesiten del amparo y protección de Nuestra Madre Santísima.
No se olviden de rezar por el éxito de esta nueva iniciativa que tiene por objetivo, en cierto sentido, «re-evangelizar» España.
No en vano, el Beato Juan Pablo II en su Encíclica Redemtoris Missio (diciembre 1990), afirmaba, ya entonces, que especialmente en países de antigua tradición cristiana, como España, «donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una «nueva evangelización» o «re-evangelización».
Hace muy poco tiempo, el Papa Benedicto XVI erigió el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y en su reciente viaje a México invitó a todos los fieles a recuperar «la alegría de ser cristianos», en actitud de conversión y reconciliación, «confiando en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que Él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro».
El Santo Padre anunciaba que, «precisamente para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto -en el que a menudo se encuentran- hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud», había decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de ocrubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo. «Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo», decía en la homilía de la Misa celebrada el 16 de octubre de 2011.
Los insistentes llamamientos del Papa y de los obispos a una nueva evangelización resonaron en nuestro corazón, llamándonos a intensificar nuestra acción misionera.
Por nuestra parte, ¿podrá haber mejor preparación para este Año de la fe y mejor medio de evangelización que llevar por todo el país la imagen del Inmaculado Corazón de María?
El Evangelio transformó el mundo, y continúa haciéndolo, como un río que riega un campo inmenso. Podremos, no ver por dónde las aguas ejercen su acción benéfica y dónde germinan y crecen nuevas flores, nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y seglares, pero Dios está trabajando en los corazones.
Por la Comunión de los Santos, sabemos que a veces, falta una gota de agua -quizás la que nosotros podamos aportar con nuestras oraciones, sacrificios y limosnas- para que la gracia de Dios pueda tocar determinadas almas que necesitan de una ayuda especial.
Consta que San Ignacio aconsejaba que actuásemos como si todo dependiera de nosotros y confiásemos como si todo dependiera de Dios.
En coherencia con estos pensamientos, decidimos lanzar esta nueva iniciativa, con la completa certeza de que la Santísima Virgen sabrá conducir a la humanidad hacia su Divino Hijo y traerá «vida, dulzura y esperanza» a todos los que participen en ella.
Después del Divino Salvador, la criatura que más merece nuestro respeto, veneración y amor es, sin lugar a dudas, su Madre, la Virgen María. Ella fue el medio por el cual Dios realizó la obra más grandiosa y maravillosa jamás realizada en la Tierra: La Encarnación del Hijo de Dios.
Las generaciones que la precedieron la esperaban como la madre del libertador, del Salvador. Las que se sucedieron después, la alabaron como fuente de todas las gracias.
El nombre de María despierta en el corazón del cristiano los más dulces sentimientos de amor y confianza. Infelizmente, en la actualidad, el indiferentismo o relativismo religiosos llevan a que nuestro pueblo, y toda la humanidad, se olviden de Dios, de Jesús y de la Virgen.
Parece incluso que se quiere borrar la noción de lo espiritual y de lo sagrado en las almas…
Es por eso que ha llegado el momento de lanzarnos, como pueda cada uno, en un gran esfuerzo evangelizador.
En lo que llevamos transcurrido de este año, hemos pedido a todos nuestros bienhechores de toda condición social, sexo, edad o estado, que nos ayudasen a contrarrestar este ambiente hostil a Dios, y distribuyesen -junto con nosotros- objetos de piedad, estampas, revistas, etcétera.
Este auténtico movimiento popular de devotos de la Virgen no para de crecer y esperamos tocar el corazón de todos los españoles, y poder así construir un futuro mejor, donde reine la caridad y la paz: la tan necesaria tranquilidad en el orden, según nos enseña san Agustín.
Muchas personas, nos aseguraron, sorprendidos, que la receptividad del público en general hacia los temas religiosos, y especialmente al tocar el tema de la devoción a la Virgen María, es hoy muy buena y favorable.
Si esta acogida es tan buena, ¿por qué no aumentar aún más nuestro esfuerzo, trabajando para desarrollar acciones de mayor envergadura?
Hablando con los jóvenes misioneros de los Heraldos del Evangelio les hemos planteado la necesidad de aumentar el número de las Misiones Marianas en nuestro país para que lleguen a muchísimas más familias, hospitales, escuelas, residencias y parroquias.
La respuesta de ellos ha sido muy positiva.
Lo único que nos falta para poder incrementar esas Misiones Marianas es una ayuda económica, pues es necesario concretar algunos aspectos de carácter operativo de esta iniciativa: atender los gastos que se originan necesariamente de locomoción, hospedaje, alimentación, etcétera.
No podemos sacar el dinero destinado para otros proyectos de evangelización y caridad que ya están funcionando. Nos referimos sobre todo a la ayuda que hemos concedido a los estudios y formación de centenares de jóvenes, que quieren ser sacerdotes, religiosos, religiosas o misioneros.
Estamos seguros de que sumando esfuerzos, y trabajando junto con todos nuestros miembros bienhechores, podremos hacer un gran bien a muchísimas almas.
Aún falta el aspecto más importante: sin oraciones y sacrificios no conseguiremos nada.
Bien sabemos que Dios nos pide nuestra parte, pero lo principal es Él, que se nos da, si lo pedimos a través de la oración.
Así pues, nos gustaría poder contar, además de con algunas contribuciones económicas, con oraciones especiales ante el cuadrito que este mes enviamos a nuestros adherentes. Necesitamos pequeños sacrificios espirituales, para el éxito de esta nueva iniciativa, que redunde en una mayor devoción a la Virgen en nuestro país, especialmente entre la juventud.
Concluimos, recordando las palabras del Papa Benedicto XVI en la Audiencia General del 14 de marzo: «María nos enseña la necesidad de la oración y nos indica que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su Hijo podemos salir de «nuestra casa», de nosotros mismos, con valentía, para llegar hasta los confines del mundo y anunciar por doquier al Señor Jesús, Salvador del mundo».
¿Quiere recibir su cuadrito del Inmaculado Corazón de María? Escríbanos, ayúdenos a incrementar las Misiones Marianas en nuestro país, principalmente durante los meses de Mayo a Octubre, en los que celebraremos los 95 años de las apariciones de Nuestra Señora a los tres pastorcitos en Fátima. Será una pequeña contribución para la nueva evangelización y nuestra preparación para el Año de la fe, convocado por el Papa Benedicto XVI.
La Medalla Milagrosa
Envíos postalesSu historia comenzó en 1830, cuando la Santísima Virgen se apareció, en tres ocasiones, en París a Catalina Labouré, por entonces novicia de las Hijas de la Caridad, instituto religioso constituido con fines religiosos y de asistencia a los más necesitados, fundado por San Vicente de Paúl.
En estas apariciones, la Virgen María pidió expresamente que acuñara una medalla con la frase:
«¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!», prometiendo abundantes gracias a toda persona que la use con fe y devoción.
La medalla de este envío es una fiel réplica, tal como la Virgen pidió, acompañada de su novena.
El uso de medallas, ha sido siempre una expresión de nuestra devoción. Para favorecer esta piadosa práctica, la Iglesia instituyó bendiciones propias y privilegios especiales, para varias de ellas.
Esta del envío de este mes se distingue de todas, de una manera muy especial y puede con propiedad ser llamada la medalla entre las medallas.
El Papa Pío XII explicó en su momento, cómo «desde el primer momento había sido instrumento de tan numerosos favores, tanto espirituales como temporales, instrumento de tantas curaciones, protecciones y sobre todo conversiones, que la voz unánime del pueblo enseguida la denominó como «Medalla Milagrosa»».
Desde entonces, su divulgación no ha dejado de multiplicarse por el mundo, invitando a los devotos de Nuestra Señora a recurrir a la Madre de Dios en los momentos de mayor necesidad.
En el libro Tesoros de la Historia encontramos una serie de milagros auténticos obrados por medio de la Medalla Milagrosa. Son milagros tan impresionantes que nos sentimos en la obligación de colocar aquí algunos, muy brevemente:
Pero, los milagros de más relevancia de la medalla milagrosa, son los radicales cambios de vida.
El más famoso de todos fue el de Alfonso de Ratisbona, acaudalado banquero judío.
Cuatro días antes de su expectacular conversión, el joven había aceptado, por jactancia, un desafío que le hiciera un amigo suyo, el Barón Teodoro de Bussieres: rezar un Acordaos durante el día -la conocida oración compuesta por San Bernardo- y llevar al cuello la Medalla Milagrosa.
El jueves 20 de enero de 1842, debiendo el Barón Teodoro encargar una misa, pidió a Ratisbona que lo acompañase a la Basílica de Santa Andrea delle Frate, en Roma. Allí se le apareció la Santísima Virgen. «La Virgen no me habló pero lo he comprendido todo«, afirmó quien fue convertido fulminantemente por la Madre de Dios. En 1847 ingresó en la Compañía de Jesús, donde rindió excelentes servicios a la Iglesia con el nombre de Padre Alfonso María Ratisbona.
También en nuestros días, la Santísima Virgen quiere, a través de esta medalla, conceder gracias y favores especiales a las personas, a las familias y al mundo.
Desde los inicios de nuestra Asociación, de manera simultánea a la divulgación del mensaje de Fátima, nos hemos empeñado siempre en dar a conocer esta devoción. Pero aún queda mucho por hacer.
En estos terribles tiempos de crisis en los que vivimos, hemos recibido muchos testimonios de personas que nos han narrado la protección palpable de la Virgen María contra enfermedades, accidentes de carretera, problemas laborales, tentaciones del demonio, etcétera.
Los alborotados días actuales, nos hacen pensar, que es una imperiosa obligación de conciencia multiplicar el envío de esa medalla a millares de hogares más.
¿Podemos contar con Vd.? ¿Puede ayudarnos a divulgarla?
No piense que para eso tendrá que salir de casa o realizar un trabajo extra. Nada de eso.
Lo que le pedimos es muy sencillo. Ayúdenos con una aportación en la medida de sus posibilidades, y haga propaganda de la medalla entre sus familiares y amigos.
Pensamos que si Dios puso en nuestras manos un medio tan sencillo para recibir tanto por medio de su Madre, una manera de serle agradecido, es dar a conocer esta medalla en la medida de nuestras posibilidades a todo el mundo.
Su ayuda será un precioso impulso para la expansión de la medalla milagrosa y la evangelización que llevamos a cabo.
Piense que participando en esta iniciativa, contribuirá a que María Santísima derrame gracias incontables en los corazones abriéndose a la esperanza del triunfo de su Inmaculado Corazón -prometido en Fátima- sobre el mal, en estos tristes días en que vivimos.
Corresponder al amor con amor
Númerosjunio 2012
Cuadrito del Inmaculado Corazón de María
Envíos postalesDado que muchísimas personas han dejado de ir a la Iglesia, procuremos que la imagen de la Santísima Virgen vaya al encuentro de esas almas y penetre en los corazones, con su maternal dulzura, reabriéndolos a Jesucristo.
Para que puedan participar en esas misiones, y rezar, por el éxito de los dedicados misioneros de los Heraldos del Evangelio -que con tanto cariño y devoción llevan a la imagen peregrina de la Virgen-, hemos publicado este cuadrito con el Corazón Inmaculado de María.
En él, está estampada la imagen esculpida según las indicaciones de Sor Lucía, cuando la Virgen se le apareció en 1925, en Pontevedra, mostrándole su Corazón Inmaculado, rodeado de espinas. Es una copia de la imagen bendecida por el beato Juan Pablo II, que en la audiencia del 28 de febrero de 2001 invitó a los Heraldos a ser «mensajeros del Evangelio por intercesión del Corazón Inmaculado de María».
Llevaremos la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima a hospitales, residencias, escuelas, familias y parroquias, dando prioridad a las personas que más necesiten del amparo y protección de Nuestra Madre Santísima.
No se olviden de rezar por el éxito de esta nueva iniciativa que tiene por objetivo, en cierto sentido, «re-evangelizar» España.
No en vano, el Beato Juan Pablo II en su Encíclica Redemtoris Missio (diciembre 1990), afirmaba, ya entonces, que especialmente en países de antigua tradición cristiana, como España, «donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una «nueva evangelización» o «re-evangelización».
Hace muy poco tiempo, el Papa Benedicto XVI erigió el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y en su reciente viaje a México invitó a todos los fieles a recuperar «la alegría de ser cristianos», en actitud de conversión y reconciliación, «confiando en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que Él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro».
El Santo Padre anunciaba que, «precisamente para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto -en el que a menudo se encuentran- hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud», había decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de ocrubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo. «Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo», decía en la homilía de la Misa celebrada el 16 de octubre de 2011.
Los insistentes llamamientos del Papa y de los obispos a una nueva evangelización resonaron en nuestro corazón, llamándonos a intensificar nuestra acción misionera.
Por nuestra parte, ¿podrá haber mejor preparación para este Año de la fe y mejor medio de evangelización que llevar por todo el país la imagen del Inmaculado Corazón de María?
El Evangelio transformó el mundo, y continúa haciéndolo, como un río que riega un campo inmenso. Podremos, no ver por dónde las aguas ejercen su acción benéfica y dónde germinan y crecen nuevas flores, nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y seglares, pero Dios está trabajando en los corazones.
Por la Comunión de los Santos, sabemos que a veces, falta una gota de agua -quizás la que nosotros podamos aportar con nuestras oraciones, sacrificios y limosnas- para que la gracia de Dios pueda tocar determinadas almas que necesitan de una ayuda especial.
Consta que San Ignacio aconsejaba que actuásemos como si todo dependiera de nosotros y confiásemos como si todo dependiera de Dios.
En coherencia con estos pensamientos, decidimos lanzar esta nueva iniciativa, con la completa certeza de que la Santísima Virgen sabrá conducir a la humanidad hacia su Divino Hijo y traerá «vida, dulzura y esperanza» a todos los que participen en ella.
Después del Divino Salvador, la criatura que más merece nuestro respeto, veneración y amor es, sin lugar a dudas, su Madre, la Virgen María. Ella fue el medio por el cual Dios realizó la obra más grandiosa y maravillosa jamás realizada en la Tierra: La Encarnación del Hijo de Dios.
Las generaciones que la precedieron la esperaban como la madre del libertador, del Salvador. Las que se sucedieron después, la alabaron como fuente de todas las gracias.
El nombre de María despierta en el corazón del cristiano los más dulces sentimientos de amor y confianza. Infelizmente, en la actualidad, el indiferentismo o relativismo religiosos llevan a que nuestro pueblo, y toda la humanidad, se olviden de Dios, de Jesús y de la Virgen.
Parece incluso que se quiere borrar la noción de lo espiritual y de lo sagrado en las almas…
Es por eso que ha llegado el momento de lanzarnos, como pueda cada uno, en un gran esfuerzo evangelizador.
En lo que llevamos transcurrido de este año, hemos pedido a todos nuestros bienhechores de toda condición social, sexo, edad o estado, que nos ayudasen a contrarrestar este ambiente hostil a Dios, y distribuyesen -junto con nosotros- objetos de piedad, estampas, revistas, etcétera.
Este auténtico movimiento popular de devotos de la Virgen no para de crecer y esperamos tocar el corazón de todos los españoles, y poder así construir un futuro mejor, donde reine la caridad y la paz: la tan necesaria tranquilidad en el orden, según nos enseña san Agustín.
Muchas personas, nos aseguraron, sorprendidos, que la receptividad del público en general hacia los temas religiosos, y especialmente al tocar el tema de la devoción a la Virgen María, es hoy muy buena y favorable.
Si esta acogida es tan buena, ¿por qué no aumentar aún más nuestro esfuerzo, trabajando para desarrollar acciones de mayor envergadura?
Hablando con los jóvenes misioneros de los Heraldos del Evangelio les hemos planteado la necesidad de aumentar el número de las Misiones Marianas en nuestro país para que lleguen a muchísimas más familias, hospitales, escuelas, residencias y parroquias.
La respuesta de ellos ha sido muy positiva.
Lo único que nos falta para poder incrementar esas Misiones Marianas es una ayuda económica, pues es necesario concretar algunos aspectos de carácter operativo de esta iniciativa: atender los gastos que se originan necesariamente de locomoción, hospedaje, alimentación, etcétera.
No podemos sacar el dinero destinado para otros proyectos de evangelización y caridad que ya están funcionando. Nos referimos sobre todo a la ayuda que hemos concedido a los estudios y formación de centenares de jóvenes, que quieren ser sacerdotes, religiosos, religiosas o misioneros.
Estamos seguros de que sumando esfuerzos, y trabajando junto con todos nuestros miembros bienhechores, podremos hacer un gran bien a muchísimas almas.
Aún falta el aspecto más importante: sin oraciones y sacrificios no conseguiremos nada.
Bien sabemos que Dios nos pide nuestra parte, pero lo principal es Él, que se nos da, si lo pedimos a través de la oración.
Así pues, nos gustaría poder contar, además de con algunas contribuciones económicas, con oraciones especiales ante el cuadrito que este mes enviamos a nuestros adherentes. Necesitamos pequeños sacrificios espirituales, para el éxito de esta nueva iniciativa, que redunde en una mayor devoción a la Virgen en nuestro país, especialmente entre la juventud.
Concluimos, recordando las palabras del Papa Benedicto XVI en la Audiencia General del 14 de marzo: «María nos enseña la necesidad de la oración y nos indica que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su Hijo podemos salir de «nuestra casa», de nosotros mismos, con valentía, para llegar hasta los confines del mundo y anunciar por doquier al Señor Jesús, Salvador del mundo».
¿Quiere recibir su cuadrito del Inmaculado Corazón de María? Escríbanos, ayúdenos a incrementar las Misiones Marianas en nuestro país, principalmente durante los meses de Mayo a Octubre, en los que celebraremos los 95 años de las apariciones de Nuestra Señora a los tres pastorcitos en Fátima. Será una pequeña contribución para la nueva evangelización y nuestra preparación para el Año de la fe, convocado por el Papa Benedicto XVI.
Portal de Información Institucional de las Conferencias Episcopales Europeas
Noticias religiosas - archivo, Sin categoríaPortal de Información Institucional de las Conferencias Episcopales Europeas
Authors:
Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/enlaces-externos/2755-portal-de-informacion-institucional-de-las-conferencias-episcopales-europeas.html
Año de la Fe 2012-2013
Noticias religiosas - archivo, Sin categoríaAÑO DE LA FE.
Fuente::
Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/enlaces-externos/3110-ano-de-la-fe-2012-2013.html
Página web de la Santa Sede
Noticias religiosas - archivo, Sin categoríaPágina web de la Santa Sede
Fuente::
Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/enlaces-externos/2754-pagina-web-de-la-santa-sede.html
Consagrados en la verdad
Númerosmayo 2012
Juventud de hoy, sociedad de mañana
Apostolado del OratorioMayo/Junio 2012
en formato PDF
Medalla de la Inmaculada Concepción
Envíos postalesLa mismísima Madre de Dios velará por usted en todas las cosas y lo arreglará todo; le socorrerá con prontitud en sus necesidades corporales y espirituales y le librará de todas las angustias y dificultades.
Éstos son algunos de los consejos que podemos encontrar en los escritos de San Maximiliano Kolbe, gran devoto de la Virgen y fundador de la Milicia de la Inmaculada.
Con esa fe en la protección de la Inmaculada Concepción y en la confiada certeza de su eficaz auxilio, hemos acuñado especialmente esta medalla.
Demuestre su cariño a la Santísima Virgen, colgándosela hoy mismo al cuello.
No han sido pocas las ocasiones en las que María Santísima, como dadivosa Madre, concede a los que llevan su medalla con fe y amor todo lo que necesitan, incluso antes que se le pida.
Necesitamos que nos ayude a divulgarla, pues al igual que usted y nosotros, un número cada vez mayor de familias espera, como única solución a sus problemas personales de las familias y del mundo, una ayuda eficaz de Dios y de Nuestra Señora.
Junto a la medalla encontrará un librito con la Novena a la Inmaculada Concepción. No deje de rezarla.
Decía el santo Cura d’Ars que «el corazón de esta buena Madre no es sino amor y misericordia, no desea otra cosa que vernos felices. Sólo basta que nos dirijamos a Ella para que seamos escuchados» (B. Nodet, El pensamiento y el alma del Cura d’Ars. Turín, 1967, p. 307).
No se olvide de rogar también por la Santa Iglesia y por nuestro país, que tanto lo necesitan.
Esta hermosa medalla de la Inmaculada Concepción representa una de las advocaciones más bonitas de la Virgen y es una devoción muy arraigada en nuestro pueblo cristiano, muy anterior a su proclamación como verdad de fe, hecha por el Beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1854.
El Dogma de la Inmaculada Concepción nos enseña que «la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano«.
No obstante, este admirable privilegio ya había sido defendido por innumerables santos a lo largo de todos los siglos de la historia de la Iglesia.
El Apóstol San Andrés, por ejemplo, ante el procónsul Egeo, así se expresaba a respecto de María: «Y porque el primer hombre fue formado de una tierra inmaculada, era necesario que el Hombre perfecto naciera de una Virgen igualmente inmaculada». (Carta del martirio de Andrés, Z-C. Jourdain, Somme des Grandeurs de Marie, Ed. Hippolyte Walzer. París, 1900, Vol. 1, pp. 296-297).
Recientemente nos contaron un breve episodio a propósito de la Inmaculada Concepción, que explica muy bien y de manera sencilla esa verdad de fe y que no resistimos en colocar aquí, aunque sumariamente.
Un hombre no creía que la Virgen pudiera haber nacido sin mancha original. Durante un sueño se le apareció un ángel que le dijo: «¿Ves esa ciudad? Sé que quieres mucho a tu único hijo. Escoge un hogar para él».
Un poco sorprendido nuestro personaje pasó, detenidamente, calle por calle, casa por casa, pero no encontró ninguna que fuese la adecuada para su amado hijo. Todas tenían un pequeño o gran inconveniente.
Y dirigiéndose al ángel le respondió: «Tus palabras son la respuesta a tus dudas sobre la Inmaculada Concepción. Tú querrías para tu hijo la casa perfecta. Ahora bien, cuando Dios buscó una Madre para su Hijo dilecto, no encontró aningún ser humano a la altura. Estaban todos manchados por el pecado original. En su Amor y Sabiduría, Dios distinguió desde toda la eternidad a una mujer para hacerla perfecta, inmaculada, no manchada por el pecado, de manera a ser el hogar digno de su único Hijo».
Y concluyó: «Por lo tanto, si tú –que eres imperfecto– quieres lo mejor para tu hijo, ¿crees que Dios estaría satisfecho con menos para su Divino Hijo. De ahí, la Inmaculada Concepción. María, preservada de toda corrupción y mancha de pecado, tenía que ser perfecta, pues Dios mismo la escogió y predestinó antes de la creación del mundo, para que fuese la Santa e Inmaculada Madre de Dios, Morada del Altísimo».
Es a esa Madre de Dios y nuestra, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, a quien nosotros alabamos, portando su medalla.
Cuando se encuentre, por ejemplo, enfermo, abatido en el lecho de dolor, desahuciado por los médicos e incluso olvidado por la propia familia, afligido por tanto sufrimiento, agarre con fuerza esta medalla y sienta la proximidad de la Virgen.
¡Ella estará ahí a su lado…!
Más de una vez nos parecerá oír su dulce voz susurrándonos: ¿Quién llora sin que suspire con él? ¿Quién es ése que sufre sin que comparta sus dolores?
En esos momentos, del corazón de la Madre, como otrora de su Hijo Jesús, brota un torrente de gracias, que cura todos nuestros males.
Así es. Por la intercesión de nuestra Protectora, los ciegos recuperan la vista, los cojos vuelven a andar y los sordos a oír; los paralíticos recuperan el uso de sus miembros, los agonizantes renacen a la vida.
Las paredes de innumerables santuarios marianos son una prueba fehaciente de esos hechos, con los exvotos. Perenne testimonio de gratitud de multitud de fieles curados, por su intercesión.
Es preciso confiar en que nosotros también podremos ser curados. Esta es una convicción que debemos tener cuando estemos enfermos.
Infelizmente, ¡cuán pocos son los que en medio de las adversidades, en los problemas de la vida cotidiana o en las enfermedades, recurren a María!
¿Cuántas veces en el día a día nos acordamos de pedirle su protección o agradecerle un favor o gracias recibidos?
Esta medalla de la Inmaculada Concepción le servirá para recordarle que debe vivir todo el día, con fe, en compañía de María.
Espero que este símbolo conquiste incontables gracias de la Virgen Santísima para auxiliarle en sus necesidades y, sobre todo, le dé una firme esperanza en la victoria, como Ella lo prometió en Fátima con estas bellísimas palabras: «¡Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!».
Sin embargo, para preparar este triunfo aún tenemos mucho que hacer.
No podemos dejar de trabajar por nuestra santificación y por la evangelización del mundo. Tenemos que llevar el amor a Jesús y a María a nuestros parientes, amigos y a los que más lo necesitan.
Para esta labor, con la ayuda de nuestros adherentes, hemos conseguido resultados prometedores y extraordinarios.
¿Cómo no agradecerles, conmovidos, por su generosa y constante colaboración económica para la formación de los 32 diáconos y 10 sacerdotes de los Heraldos del Evangelio que acaban de ser ordenados?
Ha sido gracias a personas generosas que ha sido posible la acuñación y envío de esta medalla.
“Hasta derramar…”
NúmerosAbril 2012