Ciudad del Vaticano, 4 diciembre 2013 (VIS).- Los encuentros del Consejo de Cardenales prosiguieron -según lo establecido en el programa-, ayer por la tarde con la participación del Santo Padre.
 
Los trabajos -ha informado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi S.I- se desarrollan en un clima de gran serenidad, con un intercambio abierto y cordial entre todos los participantes”.
 
Como estaba previsto, los purpurados invitaron ayer tarde al arzobispo Pietro Parolin, nuevo Secretario de Estado, para saludarlo, manifestarle sus mejores deseos en su nueva tarea y tener un primer contacto de cara a la buena colaboración en el servicio al Santo Padre para el gobierno de la Iglesia.
 
Hoy miércoles, el Papa no ha estado presente, a causa de la audiencia general, pero los trabajos han continuado regularmente, con el examen de los diversos dicasterios de la Curia romana, empezado con las congregaciones. Esta vez ha sido el turno de las Causas de los Santos, la Educación Católica, la Evangelización de los Pueblos.
 
Es posible -ha referido el Padre Lombardi- que durante los encuentros de estos días, se pueda completar una primera ronda de reflexión sobre las congregaciones, a la que seguirá el examen de los Pontificios Consejos. De todas formas, hay que puntualizar, que se trata de un primer análisis que tendrá que insertarse en un cuadro más amplio”.

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 4 diciembre 2013 (VIS).-La Autoridad de Información Financiera (AIF) de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano , ha firmado hoy un Memorando de Entendimiento (Memorandum of Understanding – MoU ) con su homóloga alemana, la Zentralstelle für Verdachtsmeldungen del Bundeskriminalamt (BKA ) .
 
El memorando ha sido firmado en el Vaticano por el cardenal Attilio Nicora , presidente de AIF y por Michael Dewald, director de la Zentralstelle für Verdachtsmeldungen Bundeskriminalamt (BKA ) .
 
El Memorando de Entendimiento es una práctica habitual y formaliza la cooperación y el intercambio de información financiera entre las autoridades competentes de los países interesados, con el fin de contrastar en ámbito internacional el blanqueo de capitales y el financiamiento del terrorismo. El documento se ha redactado sobre la base del modelo preparado por el Grupo Egmont -la organización mundial de la Unidad de Información Financiera- y contiene cláusulas de reciprocidad, confidencialidad y sobre los usos permitidos de la información.
 
«Este memorando de entendimiento refuerza en ámbito internacional el papel de la AIF y hace que la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano participen todavía mas en los esfuerzos, coordinados a escala mundial, para combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo» ,ha afirmado el director de la AIF , René Bruelhart “La firma de hoy pone de relieve nuestras fructíferas relaciones y facilitará nuestros esfuerzos conjuntos”.
 
La AIF pasó a ser miembro del Grupo Egmont en julio de este año y en los últimos meses ha firmado memorandos de entendimiento con las unidades de Inteligencia Financiera de Estados Unidos, Bélgica , Italia, España, Eslovenia y los países Países Bajos . Se prevé que en los próximos meses se firmen otros memorandos.
 
La AIF, instituida en 2010, es la autoridad competente de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano para la lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.

Fuente:: News.va

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1_0_752492La fría mañana romana no ha desalentado a miles de fieles y peregrinos que han llegado hasta la Plaza de San Pedro para encontrarse y escuchar al Vicario de Cristo. La gran cantidad de personas – unas 70 mil- ha hecho que la audiencia semanal con el Papa Francisco se desarrolle una vez más “al aire libre” y no en el Aula Pablo VI, como habitualmente comienza a hacerse en estas épocas de invierno europeo.
 
Luego de recorrer en papamóvil descubierto los diversos sectores de la Plaza deteniéndose a saludar, acariciar y bendecir a los fieles, especialmente niños y personas enfermas, Francisco ha vuelto a dedicar su catequesis a la “resurrección de la carne”, que no es fácil de entender -ha dicho- si estamos inmersos en este mundo. En el Evangelio, explicó el Santo Padre, encontramos la aclaración: el que Jesús haya resucitado es la prueba de que la resurrección de los muertos existe. “Cristo está siempre con nosotros, viene cada día y vendrá al final. Entonces Él resucitará también nuestro cuerpo en la gloria, no lo devolverá al mundo terrenal. Viviendo de esta fe, seremos menos prisioneros de lo efímero, de lo pasajero.”
 
El Papa nos ha invitado a dar testimonio alegre de “esa condición de vida eterna hacia la que caminamos.”
 
 
(RC-RV)
Resumen de su catequesis y saludo del Papa
 
Queridos hermanos y hermanas
Hoy volvemos sobre la afirmación: «Creo en la resurrección de la carne». Esto no es fácil de entender estando inmersos en este mundo, pero el Evangelio nos lo aclara: el que Jesús haya resucitado es la prueba de que la resurrección de los muertos existe. Ya la fe en Dios, creador y liberador de todo el hombre – alma y cuerpo- , abre el camino a la esperanza de la resurrección de la carne. Esta esperanza se cumple en la persona de Jesús, que es «la resurrección y la vida» (Jn 11,25); que nos ha tomado con él en su vuelta al Padre en el Reino glorioso. La omnipotencia y la fidelidad de Dios no se detienen a las puertas de la muerte. Cristo está siempre con nosotros, viene cada día y vendrá al final. Entonces él resucitará también nuestro cuerpo en la gloria, no lo devolverá al mundo terrenal. Viviendo de esta fe, seremos menos prisioneros de lo efímero, de lo pasajero. Esta transfiguración de nuestro cuerpo se prepara ya en esta vida por el encuentro con Cristo Resucitado, especialmente en la Eucaristía, en la que nos alimentamos de su Cuerpo y de su Sangre. En cierto modo, ya ahora resucitamos, participamos por el Bautismo de una vida nueva, del misterio de Cristo muerto y resucitado. Tenemos una semilla de resurrección, un destello de eternidad, que hace siempre toda vida humana digna de respeto y de amor. Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, venidos de España, Argentina, Perú, Venezuela y otros países latinoamericanos. Que todos demos testimonio alegre de esa condición de vida eterna hacia la que caminamos.

Texto completo de la catequesis del Papa

 
CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE: LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Y LA NUESTRA

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!:

quiero volver de nuevo hoy sobre la afirmación: “Creo en la resurrección de la carne. “Se trata de una verdad que no es simple, y menos aún obvia, porque, viviendo inmersos en este mundo, no es fácil de entender las realidades del futuro. Pero el Evangelio nos ilumina: nuestra resurrección está estrechamente ligada a la resurrección de Jesús; el hecho de que Él resucitó es la prueba de que existe la resurrección de los muertos. Quisiera presentar algunos aspectos que conciernen a la relación entre la resurrección de Cristo y nuestra resurrección. ¡Él ha resucitado! Y porque Él ha resucitado, también nosotros resucitaremos.
En primer lugar, la propia Sagrada Escritura contiene un camino hacia la plena fe en la resurrección de los muertos. Ésta se expresa como la fe en Dios Creador de todo hombre – cuerpo y alma – y como fe en Dios liberador, el Dios fiel a la alianza con su pueblo. El profeta Ezequiel en una visión, contempla los sepulcros de los deportados que se vuelven a abrir y los huesos secos que vuelven a la vida gracias a la infusión de un espíritu vivificante. Esta visión expresa la esperanza en la futura “resurrección de Israel “, es decir, en el renacimiento del pueblo derrotado y humillado (cf. Ez 37:1-14).

Jesús en el Nuevo Testamento, lleva a cumplimiento esta revelación, y vincula la fe en la resurrección a su propia persona y dice: ” Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11:25). De hecho, será el Señor Jesús quien resucitará el último día a los que han creído en Él. Jesús vino entre nosotros, se hizo hombre como nosotros en todo, menos en el pecado; y de esta manera nos ha tomado con él en su camino de regreso al Padre. Él, el Verbo encarnado, muerto por nosotros y resucitado, da a sus discípulos el Espíritu Santo como garantía de la plena comunión en su Reino glorioso, que esperamos vigilantes. Esta espera es la fuente y la razón de nuestra esperanza: una esperanza que, si se cultiva y se custodia, nuestra esperanza si la cultivamos y la custodiamos, se convierten en luz para iluminar nuestra historia personal y también la historia comunitaria. Recordémoslo siempre: somos discípulos de Aquel que vino, que viene todos los días y vendrá al final. Si somos capaces de tener más presente esta realidad, estaremos menos fatigados ante lo cotidiano, menos prisioneros de lo efímero y más dispuestos a caminar con un corazón misericordioso por el camino de la salvación.

Otro aspecto: ¿qué significa resucitar? La resurrección -¡la resurrección de todos nosotros, eh!- tendrá lugar el último día, en el fin del mundo, por la omnipotencia de Dios, que volverá a dar la vida a nuestro cuerpo reuniéndolo con el alma, en virtud de la resurrección de Jesús. Y ésta es la explicación fundamental, porque Jesús ha Resucitado, nosotros resucitaremos. Nosotros tenemos esperanza en la resurrección, porque Él nos ha abierto la puerta: nos ha abierto la puerta a esta resurrección. Y esta transformación en espera, en camino de resurrección, esta transfiguración de nuestro cuerpo viene preparada en esta vida por la relación con Jesús, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Nosotros que en esta vida nos alimentamos de su Cuerpo y de su Sangre resucitaremos como Él, con Él y por medio de Él. Como Jesús ha resucitado con su cuerpo, pero no ha vuelto a la vida terrenal, así también nosotros resurgiremos con nuestros cuerpos que serán transformados en cuerpos gloriosos, cuerpos espirituales. Pero esto no es una mentira, ¡eh! ¡Esto es cierto! Nosotros creemos que Jesús ha Resucitado, que Jesús está vivo en este momento. Pero, ¿ustedes creen que Jesús está vivo? ¿Qué vive? Ah, no lo creen, ¿eh? (Responden: “¡Sí!”) ¿Lo creen o no lo creen? (Responden: “¡Sí!”) Y si Jesús está vivo, ¿ustedes creen que Jesús nos dejará morir y no nos hará resucitar? ¡No! Él nos espera. Y porque ha resucitado, la fuerza de su resurrección nos resucitará a todos nosotros!
Y ya en esta vida tenemos una participación en la Resurrección de Cristo. Si bien es cierto que Jesús nos resucitará al final de los tiempos, también es verdad que, en un cierto sentido, con Él ya hemos resucitado. ¡La vida eterna comienza ya en este momento! Comienza durante toda la vida, hacia aquel momento de la resurrección final. Y ya que estamos resucitados! De hecho, mediante el Bautismo, somos incorporados en la muerte y resurrección de Cristo y participamos de la vida nueva, que es la vida de Él. Por lo tanto, a la espera del último día, tenemos en nosotros mismos una semilla de resurrección, como la anticipación de la resurrección plena que recibiremos en herencia. Por esta razón, también el cuerpo de cada uno de nosotros es resonancia de eternidad, y por ello siempre debe ser respetado; y sobre todo se debe respetar y amar la vida de los que sufren, para que sientan la cercanía del Reino de Dios, aquella condición de vida eterna hacia la que caminamos ¡Y este pensamiento nos da esperanza! Estamos en camino hacia la Resurrección. Y esta es nuestra alegría: un día encontrar a Jesús, encontrarnos con Jesús todos juntos, todos juntos – no aquí en la plaza, en otra parte – pero felices con Jesús. ¡Y este es nuestro destino!
(Traducción Eduardo Rubió)

Fuente:: SIC

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1_0_752499En la plaza de San Pedro, volvió a resonar la oración por la paz, con un nuevo apremiante llamamiento del Santo Padre Francisco. Ante el trágico conflicto en Siria, rezó este miércles 4 de diciembre con los miles de fieles que acudieron a la Audiencia General por las cinco religiosas greco-ortodoxas y por todos los secuestrados, pidiendo que se siga orando y trabajando por la paz:

«Deseo invitar a todos a rezar por las religiosas del Monasterio greco-ortodoxo de Santa Tecla en Maalula, Siria, que hace dos días fueron secuestradas por hombres armados. Recemos por estas hermanas y por todas las personas secuestradas a causa del conflicto en curso. ¡Sigamos rezando y obrando juntos por la paz! Ave María, Reina de la Paz»

Maalula es escenario del violento conflicto sirio y las religiosas secuestradas, junto con otras del mismo monasterio citado por el Papa, permanecen en el lugar para atender a decenas de niños huérfanos a causa del conflicto. Los rebeldes del Free Syrian Army (Fsa) invadieron la localidad el pasado 5 de septiembre, derrotando a las tropas gubernamentales con el apoyo de la brigada al-Nousra vinculada a al-Qaeda. Después de tomar el control de Maalula, los islamistas han comenzado a profanar los edificios cristianos y mataron a tres jóvenes católicos. Toda la población cristiana, más de 3 mil personas, ha huido de sus hogares en busca de refugio, que ha encontrado en Bab Touma, el barrio cristiano de Damasco, mientras que algunos han llegado con sus familiares a El Líbano y otros han sido acogidos en los conventos de la Iglesia greco-católica de la zona.

(CdM – RV)

Fuente:: SIC

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descarga (61)“Ha llegado el momento, ha sonado la hora para esta Iglesia local de reavivar el entusiasmo por la evangelización. Profundizar la fe de aquellos que ya están bautizados y compartirla con aquellos que se han alejado de la Iglesia, esta es la urgencia pastoral que corresponde a vuestra comunidad eclesial diocesana”. Es lo que dijo el Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Cardenal  Fernando Filoni, a la comunidad católica de la isla de Guadalupe, la última parada de su visita pastoral en las Antillas, donde celebró la Santa Misa en la fiesta San Francisco Javier, patrón de las misiones, en la tarde del martes 3 de diciembre.

En la Catedral de la Diócesis de Basse-Terre y Pointe-à-Pitre, donde estaban reunidos los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, el Cardenal señaló que San Francisco Javier “es sin duda, con la excepción de Pablo, el misionero más grande en la historia de la Iglesia”. Desde 1541, cuando salió de Lisboa para nunca volver a verla, “pasó cada momento de su vida al servicio del Evangelio”. El Prefecto de la Congregación continuó: “En su ascensión al Padre, el Señor dio a sus discípulos la gran misión de evangelizar a todo el mundo… Y San Francisco Javier nos ayuda a ver más claramente lo que un hombre con un corazón misionero puede lograr. En sólo 11 años logró evangelizar Goa, la parte sur de la India, Indonesia y Japón”. 

En su homilía, el Cardenal recordó que “la evangelización de la isla de Guadalupe comenzó en 1635. Hoy en día el 84% de la población es católica, con una Iglesia local bien establecida y las tradiciones cristianas que han impregnado la vida. Sin embargo, la tarea misionera está lejos de ser completa. De hecho, una Iglesia local bien establecida está siempre en peligro de perder su celo misionero inicial, es decir, el impulso de la propagación de la fe”.

Así que el Prefecto de la Congregación quiso remarcar la exhortación del Papa Francisco en la reciente Jornada Mundial de las Misiones a difundir por todo el mundo la luz de la fe y ser testigos de Jesucristo, e instó a la comunidad local diciendo: “Es tiempo para animar las nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada e invitar a los laicos a participar activamente en los diversos ámbitos de la vida pastoral de la diócesis, como la catequesis y las obras de caridad. Es también el momento de alentar nuevas vocaciones misioneras entre los sacerdotes, religiosos y laicos, para ayudar a la Iglesia universal a evangelizar las regiones del mundo que tienen una gran necesidad del Evangelio”

Fuente:: SIC

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Mons. Juan del RíoMons. Juan del Río      El Año de fe se cerraba con la publicación de la primera Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium. No sólo recoge los frutos de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “la nueva evangelización  para la transmisión de la fe”, que tuvo lugar en el Vaticano del 7 al 28 de octubre de 2012, sino que es sobre todo un texto que “tiene un significado programático” de su pontificado.  Consta de una introducción y cinco grandes capítulos. Con un estilo muy personal, lejos de la sistematización teológica europea. Posee un lenguaje cercano y cálido, con frases que no solamente son titulares, sino que quedan grabadas en el alma del lector. Su contenido rezuma el Vaticano II, el Magisterio de sus antecesores, y no se aparta ni un ápice de las fuentes clásicas de cualquier documento papal. Aborda los grandes temas de una “Iglesia en misión” y situada preferentemente entre los pobres,  que  son “los predilectos del Reino de los cielos” (cf Mt 5, 1-11).

El Obispo de Roma, invita a “recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando  “nuevos caminos” y “métodos creativos”,  a no encerrar a Jesús en nuestros “esquemas aburridos”. Para ello es necesaria “una conversión pastoral y misionera”, una “reforma de las estructuras eclesiales” con el fin de que la Buena Noticia llegue a toda “las periferias” (nnº 11-43).

¿Qué debemos hacer? Lo primero de todo, es tener “las puertas abiertas de nuestros templos”. Empezando por  las materiales,  para que  en esta sociedad secularizada los fieles puedan rezar y encontrar “oasis de paz”. Las sacramentales, de tal manera que la acción de la gracia cure “las heridas de los más débiles”. También, la de nuestros proyectos y realizaciones pastorales que han de estar marcados  por la “ternura y amabilidad”  hacia aquellos que se acercan a nosotros (nnº 47-49).

Para eso, hay que iniciar una renovación que surja “de dentro hacia fuera”, venciendo las tentaciones  tales como: el individualismo, la crisis de identidad, la pérdida de fervor y celo apostólico, el pesimismo estéril, el excesivo clericalismo, la mundanidad espiritual, los celos y envidias en el seno de nuestras comunidades (nnº 78-102).

La superación de estos retos dará a luz  a “un nuevo rostro de Iglesia”, donde el papel de la mujer se haga más presente, los laicos asuman su protagonismo en transmisión de la fe,  “los jóvenes sean callejeros de la fe” (nnº 103-106), la “diversidad cultural” sea respetada, y donde la predicación de los buenos ministros haga “arder los corazones”, ya que el anuncio del Evangelio debe tener características positivas: “cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida  cordial que no condena”  (nnº 107-165).

Sin embargo, la proclamación de la Buena Nueva tiene sus repercusiones comunitarias y sociales. El Pontífice denuncia el sistema económico actual porque es “injusto en su raíz”, la falta de libertad religiosa, la persecución a los cristianos, los atentados contra la vida, el olvido de los ancianos y de los más abandonados.  La necesidad de cuidar el bien común y la paz social, como exigencia de nuestra fe. La potenciación de la cultura del diálogo es el camino evangélico para el entendimiento  entre los hombres y las religiones (nnº 177-258).

Se cierra esta Exhortación con un capítulo dedicado a las motivaciones para un renovado impulso misionero donde prevalezca la “acción del Espíritu Santo” y el estilo mariano en toda acción evangelizadora,  porque “cada vez que miramos a Maria volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño” (nnº 262-288).

Ahora,  estamos en pleno tiempo litúrgico de Adviento que tiene como espiritualidad alentar nuestra esperanza en el Señor. La Virgen de Nazaret es el modelo de nuestra confianza en el Dios que nos salva. La predicación del Evangelio, infunde en el corazón humano la auténtica alegría que transforma toda la existencia del hombre. Si queremos vivir intensamente la Natividad de Jesús, nuestro Salvador y Redentor, entremos de lleno en la lectura sosegada de este escrito del Papa Francisco, que “rompe todos los moldes”.

+ Juan del Río Martín

Arzobispo Castrense de España

 

Fuente:: Mons. Juan del Río

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martorell7Mons. Julián Ruiz Martorell       Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

La solemnidad de la Inmaculada Concepción significa para los cristianos una expresión de fe, una siembra de esperanza y una epifanía del amor.  El dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX, declara: “… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano”.

1) En nuestra peregrinación de Adviento, la fe, con su carácter luminoso, nos abre al misterio de la actuación de Dios en la historia. Dios Padre ha previsto un proyecto de salvación para la humanidad y, en atención a los méritos de Cristo, ha dotado a María con dones a la medida de la importante misión de ser la Madre del Salvador.  Para que la Virgen María pudiese dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. María es la “llena de gracia”, la “Toda Santa”.

2) La Santísima Virgen nos abre a la esperanza fiable que nos permite afrontar el presente fatigoso y colaborar en la construcción de un futuro nuevo, caminando hacia la meta que justifica el esfuerzo de nuestro sendero. El encuentro con Dios transforma nuestra vida, nos hace sentirnos redimidos por la esperanza.  San Bernardo escribió: “María se ha hecho toda para todos y a todos abre el seno de su misericordia, a fin de que todos reciban: el esclavo el rescate, el enfermo la salud, el afligido el consuelo, el pecador el perdón, y Dios la gloria; y con esto que no haya nadie, ya que ella es el sol, que no participe de su calor”.

3) En María Inmaculada descubrimos una manifestación de amor envolvente. Ella es icono del amor de Dios. María Inmaculada es la criatura preservada de toda mancha de pecado por puro amor de Dios. El amor la envuelve desde el punto de partida, total y completamente; toda su vida no cesa de recibir en plenitud el amor de Dios. Este amor tiende a introducirla en el amor.  La elección de María por parte del Padre se fundamenta en la extrema gratuidad de su amor paterno. La plenitud de gracia es índice de su santidad, de su consagración por parte de Dios y de su misión.

El “fiat” y el “Magnificat” son la respuesta de la Virgen María al amor del Padre. María canta: “porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. (…) Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” (Lc 1,50.54).

El tema del “Magnificat” es el del amor de Dios hacia los humildes y los pobres. Por esto, Dios ha elegido para su designio salvífico a una joven, virgen, pobre y humilde. Y María, con el “Magnificat”, llega a ser icono, signo y reflejo del amor de Dios hacia todos los hombres.  María Santísima, hija predilecta del Padre, acompaña a los creyentes como mujer de fe, mujer de esperanza y mujer que ama, ejemplo perfecto de amor, tanto a Dios como al prójimo.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,

Obispo de Jaca y de Huesca

Fuente:: Mons. Julián Ruiz Martorell

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Mons. Carlos EscribanoMons. Carlos Escribano      El Adviento es un tiempo de gracia y de esperanza, de vigilancia y espera. Algo grande va a ocurrir: el Señor viene, se hace uno de nosotros y debemos prepararnos. Jesucristo se va a manifestar, a desvelar la grandeza de un misterio que ha cambiado la historia de los hombres y que sigue iluminado hoy el camino de la toda humanidad.

Estamos ante la gran misión de Cristo de traer vida al mundo, de mostrar el amor del Padre a la humanidad. El Hijo de Dios salió de su condición divina y vino a nuestro encuentro. Esa grandeza de Dios, comunicada a los hombres y expresada en la pequeñez de un Niño nacido en un pesebre, debe generar en nosotros, a nivel individual, como familia cristiana o como comunidad de creyentes, una respuesta, una actitud. El Papa Francisco, siendo todavía arzobispo de Buenos Aires, definía esa actitud como de vigilancia expectante, que va más allá de un simple estar atentos y que termina transformándose en una esperanza expectante (Cfr. Card. Bergoglio, Mente abierta corazón despierto, Ed. Claretianas p. 99).

El tiempo del Adviento debe suscitar en nuestro corazón de Iglesia diocesana esa esperanza expectante de profundas raíces bíblicas. El Adviento nos sitúa ante el rostro amoroso de Dios que muestra también una ilusión expectante de trasmitirnos su mensaje de salvación y de amor, convirtiéndose en auténtica esperanza. El Papa Francisco nos recordaba en su discurso al Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización (14-10-2013) que “nadie está excluido de la esperanza de la vida, del amor de Dios. La Iglesia está invitada a despertar por todas partes esta esperanza, especialmente donde está sofocada por condiciones existenciales difíciles, algunas veces inhumanas. Donde la esperanza no respira, se sofoca. Se necesita el oxígeno del Evangelio, el soplo del Espíritu de Cristo Resucitado, que vuelva a encenderla en los corazones. La Iglesia es la casa en la cual las puertas están siempre abiertas no sólo para que cada uno pueda encontrar allí acogida y respirar amor y esperanza, sino también para que nosotros podamos salir a llevar este amor y esta esperanza. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nuestro recinto y nos guía hasta las periferias de la humanidad”.

La esperanza que el Adviento engendra en cada cristiano y en toda la Iglesia, debe movernos a ir al encuentro de los demás. “La nueva evangelización es un movimiento renovado hacia quien ha perdido la fe y el sentido profundo de la vida. La Iglesia está dentro de este movimiento, cada cristiano está llamado a ir al encuentro de los demás, a dialogar con quienes no piensan como nosotros, con quienes tienen otra fe, o no tienen fe. Encontrar a todos, porque todos tenemos en común el ser creados a imagen y semejanza de Dios. Podemos ir al encuentro de todos, sin miedo y sin renunciar a nuestra pertenencia”. (ibid)

Estamos ante la invitación de vivir de un modo nuevo el Adviento. No se trata tan sólo de prepararnos nosotros ante la inminente venida de nuestro Salvador, que celebraremos solemnemente en la Nochebuena. Esto es muy importante naturalmente, pero también lo es el hecho de que pidamos a Dios la gracia de engendrar en nosotros el deseo de imitar esa ilusión expectante que Dios mismo posee de trasmitir su mensaje de salvación, y vivamos nuestro adviento con corazón de iglesia misionera.

El Señor viene a nuestro encuentro, para que nos encontremos con Él. Y para que a través nuestro, muchos le conozcan y le amen de verdad. ¡Feliz Adviento misionero!

+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín

Fuente:: Mons. Carlos Escribano Subías

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Mons. Francesc Pardo i ArtigasMons. Francesc Pardo i Artigas    Este domingo, en pleno tiempo de adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, la llena de gracia. 

Para comprender de alguna forma y para interiorizar que María, madre de Jesús y madre nuestra, es la Inmaculada, debemos hablar del pecado, y especialmente del que la Iglesia, siguiendo la tradición bíblica, ha denominado pecado original. Se trata de reflexionar sobre el “pecado desde los orígenes”, pese a que con frecuencia pasamos de puntillas, porque no sabemos como hablar de él, como explicarlo. Nos cuesta entender lo de la manzana y los primeros padres, porque pensamos ¿qué culpa tenemos nosotros? 

¿Qué quiere enseñarnos el autor de los primeros capítulos del primer libro de la Biblia cuando se refiere al paraíso, a Adán y Eva, o al hecho de no hacer caso a Dios comiendo una fruta que piensan los hará más libres y más felices? 

Se trata de una catequesis para explicar, como decía Benedicto XVI, que “todos llevamos un veneno en nuestro interior… Estamos tentados a creer que Dios es un competidor que limita nuestra libertad y que nosotros seremos plenamente humanos cuando lo arrinconemos… Estamos tentados a creer que la plenitud de la vida y de la realización no procede de Dios, sino de nuestra capacidad de querer “ser como dioses”. 

Conviene recordar que Dios no desea ni la muerte ni el sufrimiento. Su idea original era “el paraíso”, es decir, una vida en armonía y en paz con Dios, con los demás –hombre y mujer-, con el entorno. Nuestra condición humana manifiesta que no vivimos en tal paraíso. El pecado “original” no indica un pecado personal, sino la condición humana y la fragilidad de nuestra libertad herida y tentada en sustituir al verdadero Dios por otras “cosas humanas”. 

Para vivir la fiesta de hoy debemos contemplar la situación de pecado de la humanidad y la gracia; el don de Dios a María, plenamente, y a nosotros en la medida que lo aceptamos. Es decir, contemplamos la acción de Dios y la libertad humana en María, pero al mismo tiempo también en nosotros. 

La Inmaculada revela que Dios escogió a María como madre de su Hijo y la preservó del pecado original, de la inclinación a prescindir de él y a rechazarlo. Por ello, María es llena de gracia. 

¿Y nosotros? Dios no nos ha dejado sometidos a nuestra condición: nos ha enviado a Jesús como Salvador. Por este motivo el pecado original es llamado, en la liturgia  de la vigilia pascual, felix culpa (culpa feliz, culpa dichosa), dado que nos ha hecho merecedores de un gran Salvador. 

Preparémonos pues, en este tiempo de adviento a celebrar el nacimiento del Salvador y su venida a nuestra vida y a nuestra historia humana para liberarnos del pecado y de la muerte.

 +Francesc Pardo i Artigas

Obispo de Girona

Fuente:: Mons. Francesc Pardo i Artigas

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eusebiohernandezobtarazonaMons. Eusebio Hernández      Queridos hermanos y amigos:

Coincidiendo con este segundo domingo de Adviento celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. Combinamos en este día el sentido de la esperanza propio del Adviento y la alegría del inicio de una nueva humanidad realizada en la Virgen María.

Hace unos días el papa Francisco nos regalaba su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium(La alegría del Evangelio). Debemos leerla con sosiego y dejarnos impregnar por las palabras del Papa, para que sepamos vivir lo que nos propone desde el inicio de la exhortación:

“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de laIglesia en los próximos años” (EG 1)

Es el mismo anuncio de la alegría del Evangelio que hoy hemos escuchado: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lucas 1, 26-38). Podemos decir que el Papa se convierte en nuestros días en un nuevo Gabriel que vuelve a repetirnos las palabras del Arcángel  para nosotros.

Como nos dice el Papa el pesimismo y la falta de esperanza es uno de los grandes males que nos atacan sin piedad en nuestros días: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (EG 2)

Dios tiene una respuesta a toda tristeza que pueda afectar al ser humano y esa respuesta ha comenzado con el sí de María y la encarnación de Jesucristo. Por eso el papa Francisco nos invita a abrirnos a Él: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor” (EG 3).

El sí de María la Virgen se debe convertir hoy en el sí de cada cristiano y de cada comunidad al plan de Dios que siempre da la alegría al mundo. Por ello en este Adviento y en esta fiesta de la Virgen María podemos decir con el santo Padre: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores”(EG 3)

En esta fiesta de la Inmaculada quiero terminar con un fragmento de la oración final de la Exhortación que el Papa dirige a María (EG 288):

Virgen y Madre María,

tú que, movida por el Espíritu,

acogiste al Verbo de la vida

en la profundidad de tu humilde fe,

totalmente entregada al Eterno,

ayúdanos a decir nuestro «sí»

ante la urgencia, más imperiosa que nunca,

de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

 

Con todo afecto os saludo y bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

Fuente:: Mons. Eusebio Hernández Sola

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