Guarda (Lunes, 11-11-2013, Gaudium Press) Antes del inicio la Semana de los Seminarios, en Portugal, que en este año, celebrará el tema «Para que Cristo se forme en nosotros», el Obispo de la ciudad de Guarda, Mons. Manuel Felício, escribió una nota sobre el evento dirigida a las comunidades católicas que acompañan a «aquellos que dan señales de vocación».

«Nuestra Diócesis siempre manifestó una atención y un cariño especiales por el seminario, ese tiempo en que los seminaristas crecen en la vocación para ser presencia viva de Cristo en las comunidades cristianas e incluso en la sociedad en general», afirmó.

Para el prelado, la meta de tornarse un sacerdote tiene que determinar los modelos de la formación organizados en el tiempo de seminario, así como el servicio de la pastoral de las vocaciones en las comunidades cristianas y en el pre-seminario.

El Obispo reiteró que es preciso «fortalecer la inscripción de nuevos candidatos indicados por los respetivos párrocos» una vez que, en este momento, la diócesis tiene un candidato al sacerdocio en la fase de etapa pastoral, cuatro seminaristas en el Seminario Mayor y seis inscritos en el pre-seminario.

En este sentido, Mons. Felício pidió que todas las comunidades y sus respectivos párrocos, catequistas y otros formadores tengan el «deseo continuado de abrirse cada vez más a la persona de Cristo y profundizar la relación con Él», votos que se extienden a quien trabaja con jóvenes y adolescentes en las escuelas, «sobre todo los profesores de educación moral y católica, entre otros docentes de la pastoral de la enseñanza superior».

Otro punto citado por el prelado es el hecho de la llamada «señal de aptitud» encontrada en los adolescentes y jóvenes, para ejercer el Ministerio Sacerdotal. Luego, pidió la atención a los agentes pastorales para definir el momento correcto para hacer la propuesta a los jóvenes, de inscribirse en el pre-seminario o entrar al seminario vocacional para adquirir discernimiento sobre el asunto.

En nota episcopal, publicada en el site de la Diócesis, Mons. Felício reveló su preocupación en fortalecer las varias etapas del seminario que los candidatos al sacerdocio pueden recorrer, sin descuidar de las «vocaciones más inesperadas» que surgen de personas con diferentes edades, situaciones humanas, profesionales y sociales. (LMI)

De la redacción, con informaciones de la Agencia Ecclesia.

Fuente:: Gaudium Press

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Recife (Lunes, 11-11-2013, Gaudium Press) El Curso de Comunicación para obispos de la Iglesia en Brasil fue concluido este viernes 08, en la ciudad Jaboatão de los Guararapes, en Recife, y proporcionó a los presentes un despertar a las nuevas posibilidades de evangelización.

En el último día del encuentro, fueron presentados los relatos e ideas de los obispos participantes, así como los resultados de las prácticas laboratoriales realizadas durante el curso.

«Fue una oportunidad muy buena porque precisábamos de un curso rápido y que no fuese apenas teórico, mas proporcionase también el lado práctico», destacó Mons. Waldemar Passini, Obispo Auxiliar de Goiânia.

Para Mons. José Francisco Falcão, Obispo Auxiliar Militar «la imagen es algo enriquecedor y extremamente bello. Depende del valor y de la importancia que damos a ella. En un mundo donde las palabras dicen mucho, la imagen habla aún más».

Idealizado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, el curso fue promovido por la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB) en asociación con la Arquidiócesis de Olinda y Recife. El tema central del seminario fue «Comunicación y evangelización en la era digital: un abordaje teórico-práctico». (LMI)

De la redacción, con informaciones de la Arquidiócesis de Olinda y Recife.

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad de México (Lunes, 11-11-2013, Gaudium Press) En vísperas de la conclusión del Año de la Fe, un evento continental reunirá cerca de 80 Cardenales y Obispos provenientes de toda América para el encuentro titulado «Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en las Américas», en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, en México, el día 16 de noviembre.

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En la ocasión, un mensaje en video del Papa Francisco inaugurará el evento, que será organizado por la Pontificia Comisión para América Latina, la Basílica de Guadalupe, los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.

Entre los temas a ser abordados, están «El significado del pontificado del Papa Francisco para el continente», «La Nueva Evangelización y la Misión Continental en América Latina» y «El papel de la Virgen de Guadalupe en la misión de evangelización», así como la cooperación y la comunión entre las Iglesias locales en toda América a la cultura y a la sociedad y el tema de María «Madre de la Iglesia», en el contexto del 50º aniversario del Concilio Vaticano II.

Para las cuatro conferencias principales, las celebraciones litúrgicas, el «Rosario de Guadalupe» y el «Rosario continental», está prevista la participación de más de 500 personas, además de los inscritos.

Las Celebraciones Eucarísticas acogerán también los millares de peregrinos que visitan el Santuario diariamente. Ellos serán especialmente invitados a acompañar el evento y a rezar por sus frutos. (LMI)

De la redacción, con informaciones de la Radio Vaticana.

Fuente:: Gaudium Press

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En el Ángelus, el Papa afirmó que es la eternidad la que ilumina y da esperanza a la vida terrenal

Ciudad del Vaticano (Lunes, 11-11-2013, Gaudium Press) ¡No es esta vida la que hace referencia a la eternidad, sino que es la eternidad la que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros! Lo dijo el Papa Francisco este domingo ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro antes del rezo del Ángelus. «Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llevados a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte. Jesús vuelca esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena! Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros».

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Foto: Radio Vaticano

El Papa evangelizó a los asistentes al Ángelus Dominical usando de las figuras del evangelio del día, que relata el diálogo entre Jesús y los saduceos que negaban la resurrección.

«Jesús, siempre dócil y paciente, responde que la vida después de la muerte no tiene los mismos parámetros de aquella terrenal. La vida eterna es otra vida, en otra dimensión donde, entre otras cosas, no existirá más el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en este mundo. Los resucitados – dice Jesús – serán como los ángeles, y vivirán en un estado diferente, que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar. Así lo explica Jesús», afirmó el Papa.

«Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena y aquella vida plena ¡es la que nos ilumina en nuestro camino! Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivos, el Dios de la alianza, el Dios que lleva mi nombre, nuestro nombre. Como Él dijo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’, también el Dios con mi nombre. Con tu nombre, con tu nombre, con tu nombre, con nuestro nombre ¡Dios de lo vivos! Está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un tiempo nuevo de alegría y de luz sin fin», concluyó el Pontífice.

Con información de Radio Vaticano

 

Fuente:: Gaudium Press

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Un futuro sostenible para las futuras generaciones, auspicio de Francisco al X Forum internacional para la salvaguarda de la creación
(RV).- “Contribuir a sensibilizar a las instituciones políticas y a los ciudadanos, para que se difundan estilos de vida sostenibles y para que el sistema económico no esté orientado exclusivamente al consumo de los recursos de la naturaleza y de los seres humanos, sino a la promoción de la persona y del desarrollo de la creación”: con este mensaje el Papa Francisco se hizo presente en la conclusión del X Forum internacional de la información para la salvaguarda de la creación, en la ciudad italiana de Nápoles, promovido por Greenaccord onlus. (RC-RV)
Texto completo del Mensaje del Papa firmado por el secretario de Estado mons. Parolin al X Forum Internacional para la Salvaguarda de la Naturaleza organizado por Greenaccord:
SECRETARIA DE ESTADO
A Su Eminencia Reverendísima
El señor Cardenal Francesco Coccopalmerio
Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos
00120 Ciudad Del Vaticano
Con ocasión del décimo Forum Internacional para la Salvaguarda de la Naturaleza, sobre el tema: “un futuro sin desechos”, organizado por la asociación de periodistas católicos “Greenaccord”, el Sumo Pontífice Francisco dirige su cordial saludo, expresando cercanía por la iniciativa que busca reflexionar sobre el fructífero servicio a la humanidad en la auténtica salvaguarda de la Creación y de su equilibrio fundamental. Su Santidad dirige un apremiante llamamiento a científicos y periodistas para que contribuyan a sensibilizar a las instituciones políticas y a los ciudadanos para que se difundan estilos de vida sostenibles en el plano humano y ecológico y se empeñen para que el sistema económico no esté exclusivamente orientado al consumo de los recursos de la naturaleza y de los seres humanos, sino promueva la plena realización de toda persona y el auténtico desarrollo de la creación. Con tales votos, el Santo Padre, mientras confía expectativas y propósitos a la materna protección de la Virgen María, Reina del Universo y a San Francisco de Asís, imparte con afecto a Su Eminencia, al Cardenal Crescenzio Sepe, Arzobispo de Nápoles, a las autoridades presentes, a los promotores de la iniciativa, a los relatores y a todos los participantes una especial bendición apostólica, propiciadora de copiosas gracias y favores celestiales.
Arzobispo Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad

Fuente:: News.va

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El Dios de cada uno de nosotros es fiel por siempre, según su tiempo, que es la eternidad, el Papa durante el Àngelus
(RV).- ¡No es esta vida a hacer referencia a la eternidad, sino es la eternidad que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros! Lo dijo el Papa Francisco este domingo ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro antes del rezo del Ángelus. “Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llevados a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte. Jesús vuelca esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena! Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros”.
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús con los saduceos que negaban la resurrección. Y es justamente sobre este tema que ellos dirigen una pregunta a Jesús, para ponerlo en dificultad y ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos. Parten de un caso imaginario: “Una mujer ha tenido siete maridos, muertos uno después del otro”, y preguntan a Jesús: “¿De quién será esposa aquella mujer después de su muerte?”. Jesús, siempre dócil y paciente, responde que la vida después de la muerte no tiene los mismos parámetros de aquella terrenal. La vida eterna es otra vida, en otra dimensión donde, entre otras cosas, no existirá más el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en este mundo. Los resucitados – dice Jesús – serán como los ángeles, y vivirán en un estado diferente, que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar.
Pero luego Jesús , por así decirlo, pasa al contra ataque. Y lo hace citando la Sagrada Escritura, con una sencillez y una originalidad que nos dejan llenos de admiración ante nuestro Maestro, ¡el único Maestro! Jesús encuentra la prueba de la resurrección en el episodio de Moisés y de la zarza ardiente (cfr Ex 3,1-6), allí donde Dios se revela como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. El nombre de Dios está ligado a los nombres de los hombres y de las mujeres con los que se liga, y este lazo es más fuerte que la muerte. He aquí el por qué Jesús afirma: « Porque él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él» (Lc 20,38). Y el lazo decisivo, la alianza fundamental es aquella con Jesús: Él mismo es la Alianza, Él mismo es la Vida y la Resurrección, porque con su amor crucificado ha vencido a la muerte. En Jesús Dios nos dona la vida eterna, la dona a todos, y todos gracias a Él tienen la esperanza de una vida más verdadera que esta. La vida que Dios nos prepara no es un simple embellecimiento de aquella actual: ella supera nuestra imaginación, porque Dios nos sorprende continuamente con su amor y con su misericordia.
Por lo tanto, aquello que acontecerá es precisamente lo contrario de cuanto se esperaban lo saduceos. ¡No es esta vida a hacer referencia a la eternidad, sino es la eternidad que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros! Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llevados a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte. Jesús vuelca esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena! Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivos, está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un tiempo nuevo de alegría y de luz sin fin. Pero ya sobre esta tierra, en la oración, en los Sacramentos, en la fraternidad, encontramos a Jesús y a su amor, y así podemos saborear algo de la vida resucitada. La experiencia que hacemos de su amor y de su fidelidad enciende como un fuego en nuestro corazón y aumenta nuestra fe en la resurrección. De hecho,si Dios es fiel y ama, no puede serlo por tiempo limitado: Él es fiel por siempre, según su tiempo, que es la eternidad.
(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)

Fuente:: News.va

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Mons. Pérez GonzálezMons. Francisco Pérez     La fe en la Iglesia nos lleva al siguiente artículo del credo: la comunión de los santos. Es afirmar que existe una Iglesia triunfante y una  Iglesia purgante. Posiblemente este sea el artículo del credo menos explicado como tal y  más confuso para los creyentes en general. La liturgia, que es consecuencia de lo que se cree, se desenvuelve mayormente en torno a esta fe, ya que muchas de nuestras celebraciones van dirigidas a honrar a los santos y a orar por los difuntos. En las celebraciones dominicales proclamamos en el credo con una voz común, con fuerza, unidos a los demás creyentes: “creo en la comunión de los santos”, pero no nos paramos a pensar qué entendemos. Por eso es conveniente aclararlo en este año de la fe.

Afirmamos que la Iglesia es una y está en tres situaciones distintas: la Iglesia triunfante compuesta por los que ya se han salvado y están junto a Dios, la Iglesia  purgante, que está en camino de purificación para llegar a la Iglesia triunfante y la Iglesia militante, peregrina en la tierra, que somos todos nosotros, que también nos encaminamos hacia la Iglesia celestial.

Afirmamos que los miembros de esta única Iglesia, que vive tres etapas diversas, estamos en perfecta comunión. Significa que estamos unidos, conectados e intercomunicados como en una conversación entre personas. Y también hay entre todos  una relación como la de los vasos comunicantes de un único depósito de gracia común que administra el Espíritu Santo. Con otra comparación podríamos decir que hay un fondo común de bienes espirituales, como una libreta de ahorros para todos, en la que entran los méritos, las buenas obras, la santidad y el bien de todos; el administrador, que es el Espíritu Santo, los va distribuyendo en beneficio de todos.

Es como una transfusión entre las almas. Dependemos unos de otros como miembros del mismo cuerpo, cuya cabeza es Cristo. Estas comparaciones nos hacen atisbar el misterio, pues si decimos “creo” es porque la comunión de los santos es un misterio de una triple comunión: entre los fieles vivos, entre los del cielo y los de la tierra y con las almas del purgatorio.

A) COMUNION ENTRE LOS FIELES VIVOS.- Los bautizados somos miembros de un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo. Somos la Iglesia peregrina en la tierra. No caminamos solos. Mientras avanzamos hacia la salvación eterna nos ayudamos y dependemos unos de otros. En efecto, San Pablo le dice a su discípulo Timoteo: “Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan” (1Tim 4, 15).  Es cierto lo que dice San Agustín: “El que te creó sin ti no te salvará sin ti” (cfr. Rm 4, 18-25) Pero es también como un axioma para las comunidades cristianas que nadie se salva solo, o te salvas con los otros o no te salvas. Esto implica la idea de que vamos unidos, como del brazo, hacia la vida eterna. Vamos caminando en comunidad. Así, las buenas obras elevan el nivel de santidad y los pecados lo rebajan. Todo lo bueno y lo malo repercute.

No podemos ser cristianos solitarios como no puede un miembro del cuerpo ir por su cuenta, funciona en armonía con los demás. Así es como San Pablo nos aconseja a llevar las cargas unos de otros y cumplir la ley de Cristo (cfr. Gal 6,2). Cuando uno flaquea los fuertes le sostienen. “Si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una lo notan” (1 Cor 12, 26). La fuerza de la oración de unos por otros queda de manifiesto en la liberación del apóstol San Pedro. Mientras estaba en la cárcel “la Iglesia oraba por él” (Hch 12, 5) y misteriosamente fue liberado por un ángel. El papa Francisco no hace más que repetir la misma súplica: “rezad por mí”. Conoce por experiencia la fuerza de la oración.

La oración de la comunidad junto con la práctica de las obras de misericordia, espirituales y corporales, ayuda  a todos: a los enfermos, a los pecadores, a los que están en crisis de fe, a los que padecen persecución para tener fortaleza. Todos nos necesitamos y todos nos podemos ayudar. Conocemos cómo la oración, la vida apartada y los sacrificios de los monjes y monjas de clausura y de todos los creyentes que ofrecen sus vidas al Señor, especialmente los enfermos, son muy eficaces para la vida de toda la Iglesia. Así se entienden las oraciones de San Estaban protomártir produjeron más adelante la conversión de San Pablo y así como Santa Teresita del Niño Jesús resultó ser patrona de las misiones sin salir del convento

Hay una comunión de fe, de caridad, de carismas que se comparten y enriquecen a todos. El depósito de la gracia se distribuye entre los fieles sobre todo por medio de los sacramentos. Dice el catecismo de la Iglesia católica: “Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros […] Es, pues, necesario creer […] que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza […] Así, el bien de Cristo es comunicado […] a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia” (947). “Como la Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Tudela

?@arzobispofperez

Fuente:: Mons. Francisco Pérez

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Mons. Casimiro LópezMons. Casimiro López Llorente     Queridos diocesanos:

El domingo, 17 de noviembre celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Esta Jornada quiere  ayudarnos a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Con frecuencia me encuentro con cristianos católicos que desconocen qué es la Iglesia diocesana, o con católicos que tienen una imagen distorsionada de la Iglesia diocesana: se piensa que es un conjunto de organismos o servicios, o un territorio concreto; en cualquier caso, para muchos se trata de algo ajeno y lejano a ellos. Y, sin embargo, es todo lo contrario.

La Iglesia diocesana la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano: el Obispo, los sacerdotes, los diáconos, las religiosas y los religiosos y todos aquellos católicos, creyentes en Jesucristo, Hijo de Dios. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos en nuestras vidas el misterio del amor insondable que es Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros. En esta Iglesia nacemos a la fe, conocemos y nos encontramos con Jesucristo, proclamamos y acogemos la Palabra de Dios y la celebramos con alegría en la liturgia; en ella vivimos la caridad con el prójimo, en especial con los más necesitados de pan, de cultura y de Dios. En ella actúa el amor de Dios como fermento y alma de la sociedad para que, descubriendo la verdad más profunda del ser humano, todo se vaya transformando  y humanizando según Dios. Desde ella hemos de salir del propio ambiente para llevar el Evangelio a todos, especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo o que, conociéndolo, se han alejado de Él y de la comunidad eclesial.

Nuestra Iglesia diocesana es una porción del Pueblo de Dios, extendido por todo el mundo; somos -y estamos llamados a ser- una verdadera comunidad, una gran familia: la gran familia de los creyentes en Cristo y de los hijos de Dios, en la que todos hemos de sentirnos como en nuestra propia casa. Al igual que ocurre en nuestra familia humana, ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra iglesia, la iglesia de todos. La Diócesis es nuestra familia y como tal la debemos amar, conocer, vivir y ayudar. Todos estamos llamados a vivir en una relación viva, participativa y real con la vida y misión de nuestra Diócesis; los responsables de las comunidades parroquiales y otras comunidades cristianas están llamados a favorecer la relación de su respectiva parroquia o comunidad y de quienes la integran con el Obispo y la iglesia diocesana.

Y, así como el amor de Dios Padre y la obra salvadora de su Hijo, Jesús, están destinados a todos, del mismo modo la Iglesia está con todos y al servicio de todos, especialmente de los más pobres y necesitados, de los cercanos y alejados, de los nativos y de los inmigrantes. Colaborar con nuestra Iglesia Diocesana es colaborar con el bien propio, con el de nuestra familia, con el de nuestros jóvenes y mayores, con el de los más necesitados en estos momentos de crisis, con el de una sociedad en la que vaya creciendo cada día la civilización del amor fraterno y solidario, donde el amor misericordioso de Dios se haga presente. Hemos de redoblar nuestra generosidad para que no nos falten los medios para que el amor de Dios llegue a todos.

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

 

Fuente:: Mons. Casimiro López Lorente

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Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol     Santa Teresa de Calcuta era reacia, por discreción, a hablar de su familia. Decía: “La mía fue una familia feliz. Tenía un hermano y una hermana, pero no me gusta hablar de esto. Ahora ya no importa. Lo importante es seguir el camino de Dios y su manera de impulsarnos a hacer algo hermoso para él”. Pero su hermano, Lázar, tres años mayor que ella, sí dejó algunas anotaciones sobre los años infantiles. Hablaba de su casa, donde una anciana acudía regularmente a comer, y que estaba abierta a los pobres. Lázar recuerda que, pasado el tiempo, una vez preguntó a su madre quienes eran aquellas personas que se sentaban a su mesa. La respuesta fue: “Había algunos parientes, pero todos eran de los nuestros”. No cabe duda de que la vocación de servicio de su hermana Agnes –en religión Teresa- se incubó en el seno de aquella familia albanesa tan generosa. Las lecciones paternas y maternas fueron más decisivas en su vida cristiana que cualquier doctorado.

He recogido la anécdota, que podría multiplicarse por millones, para ilustrar la importancia de la familia cristiana como creyente y evangelizadora. Y para introducir la conclusión a la que llegó el Consell Pastoral Diocesà de poner el acento este año en la importancia de la pastoral familiar. ¿Quién no tiene experiencia de haber aprendido de labios de sus padres las primeras oraciones, aparte de ejemplos continuos de comportamiento, como la actitud de compartir juegos con los hermanos, dar las gracias al recibir un obsequio, aprovechar el tiempo y ser educado con todos?

En el plan pastoral familiar se insiste en la necesidad de fortalecer esta idea de Iglesia doméstica para la mejor educación de los hijos y mejor servicio a la sociedad. Para ello se les debe reconocer su papel de primeros educadores en la fe y estimularlos para que no dimitan de esta hermosa responsabilidad por falta de tiempo o por otros condicionantes de la vida actual.

La Iglesia pone el acento en acompañar a las parejas que desean contraer matrimonio y secundarlas, cuando nazcan los hijos, para que ejerzan su bendita tarea de ayudarles en su primer despertar religioso. Las parroquias y las comunidades celebrarán con ellos preferentemente los grandes acontecimientos sacramentales que afectan a sus pequeños, desde el Bautismo y la recepción de la Penitencia y la Eucaristía (Primera Comunión) hasta la Confirmación.

Rezar en familia, aunque sea oraciones breves y sencillas, ir juntos a la Eucaristía dominical, estimularles a reconocer posibles llamadas de entrega vocacional al sacerdocio o a la vida religiosa si es el caso, todo esto debe ser acompañado con entusiasmo por la Iglesia. A veces será a través de una cadena de plegarias por las vocaciones; otras mediante la oración ante el Santísimo, o gracias al trabajo pastoral específico con grupos de monaguillos o chicos jóvenes.

Las dificultades objetivas que puedan encontrarse deben ser vencidas por la fe. En Dios debe apoyarse cualquier iniciativa pastoral. A Él acudimos, a través de la Virgen y San José, primeros modelos de familia cristiana, para que las familias vivan felices y se llenen de frutos espirituales.

† Jaume Pujol Balcells

Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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AGUSTINCORTÉSMons. Agustí Cortés      Decía San Pablo, según una expresión característica de su apasionamiento, que nosotros, los cristianos, “con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor y nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos” (2Co 3,18), como andando de claridad en claridad… Aunque él mismo, como San Juan de la Cruz, también sabía de oscuridades.

Los grandes maestros siempre dijeron que en las cosas del espíritu o se crece o se muere. Nuestra fe ha de crecer sin cesar. Lo que ocurre es que ese crecimiento no suele ser lineal y uniforme. En él siempre hay claridades y oscuridades. Esto, por cierto, era para el filósofo, maestro de muchos ateísmos, Feuerbach, un argumento para afirmar que la fe no podía ser cierta. Olvidaba que esa ley de crecimiento rige en todos los ámbitos de la vida humana, como la adhesión a grandes ideales, la relación de amistad, la misma creación artística, etc. Lo que sí afirmamos los cristianos es que el crecimiento sano y verdadero de la fe, ha de incluir una permanencia de la confianza fundamental, una paz profunda, que ni se asusta de las oscuridades, ni se deja llevar por un fácil optimismo en los momentos de claridad: es el crecimiento de quien sabe que ningún hallazgo es definitivo, mientras no lleguemos a la visión. Más aún, crece quien sabe que atravesar confiadamente la oscuridad nos lleva a una nueva y mayor claridad.

Para ello el creyente no ha de dejar de buscar. El profesor Antoni Blanch, en sus excelentes estudios sobre la presencia de lo trascendente en la literatura, hace notar la importancia de la tensión vital hacia una mayor claridad. Así descubre la pasión y búsqueda que vivió el poeta Carles Riba (Elegies de Bierville), del todo semejante a la que realizó San Agustín toda su vida. Así se expresaba el santo buscador:

“Insiste, alma mía, pon en juego todas tus fuerzas: Dios es nuestra ayuda. Ha sido Él quien nos ha hecho, y no nosotros a nosotros mismos

Presta atención para descubrir por dónde despunta el alba de la verdad” (Confesiones 11,27,34).

Pero tan importante como mantener la tensión de la búsqueda es acertar en la manera de hacerlo. Porque hay muchas maneras de buscar. Hay quien busca con ansia y ambición, para apropiarse de lo hallado, como quien tiene mucha hambre y anhela la comida para deglutirla al instante. Si buscamos así a Dios no lo hallaremos nunca. Decía San Bernardo, citando al Sabio (Sermón 15), que la Sabiduría es como la miel, que, siendo tan buena y nutritiva, daña al glotón que se adueña y se harta de ella: esto sería como “escudriñar” el misterio, en lugar de recibirlo agradecido. Dios y la fe no son una conquista nuestra, sino un hallazgo, un encuentro. Hemos de esforzarnos en continuar buscando a Dios, pero siguiendo, sobre todo, una vía de purificación. Decía Simone Weil en su colección de Pensamientos desordenados, que lo único posible y necesario es ir renunciando a los ídolos que no son Dios, incluso a uno mismo… y después esperar, quizá gimiendo o gritando, pero “como el niño perdido que ha de quedarse quieto hasta que su madre le encuentre”.

– No pretendamos “mandar sobre Dios”.

– Incluso después de creer y prometer seguirle, Él sigue siendo el misterio no controlable, no disponible.

– Se deja encontrar sorprendiéndonos, de forma inesperada, como un don.

Esto no nos debe extrañar. Ojalá nos tratásemos así las personas en la convivencia cotidiana. De hecho cada uno somos un misterio, llevamos dentro algo del misterio de Dios. También nos hemos de “buscar”, y “creer” unos en otros.

Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat

Fuente:: Mons. Agustí Cortés Soriano

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