México aumenta el número de exorcismos en medio de oleada de violencia y superstición

México (Miércoles, 27-11-2013, Gaudium Press) Los males que atraviesa México durante la oleada de violencia que se extiende de forma marcada a varias regiones del país tiene orígenes y repercusiones espirituales, según declaró el sacerdote exorcista Carlos Triana a la agencia BBC. «Detrás de todos estos enormes males hay un agente oscuro y su nombre es el demonio», razón por la cual los actos de violencia desbordan en crueldad y cantidad, explicó.

Para enfrentar este desafío, la Arquidiócesis de México ha acogido Congresos de formación en el ministerio del exorcismo (ver noticia anterior). «El Señor quiere que establezcamos aquí un ministerio de exorcismo y liberaciones para justamente luchar contra el demonio», aseguró el P. Triana.

Demonio, violencia e idolatría

El diagnóstico que en estos eventos hacen los exorcistas plantea un escenario preocupante. Los casos que requieren la asistencia espiritual de los exorcistas van en aumento y su atención no se limita únicamente a las oraciones de liberación, sino que requieren cada vez más frecuentemente del Ritual de Exorcismo. «Eso no pasaba antes», afirmó a BBC el P. Francisco Bautista, también de la Arquidiócesis de México.

El sacerdote hizo la distinción entre diversas necesidades espirituales de las personas que acuden a su ministerio y aclaró el conducto regular que la Iglesia determina para su pastoral. «La posesión completa es algo que requiere de un exorcismo (…), pero son casos más raros y que necesitan ser llevados ante un Obispo». Estos son los casos que ha visto incrementar en el país.

Para el P. Triana, esta situación es producto, entre otras razones, del aumento del culto a la «Santa Muerte», reiteradamente rechazado por autoridades eclesiásticas como el Cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura (ver noticia anterior). «Los narcotraficantes le piden favores y ayuda para evitar el arresto, a cambio ellos ofrecen sacrificios humanos», explicó el sacerdote exorcista. «Esto ha incrementado la violencia en el país».

El otro desafío señalado por el P. Triana para vencer la influencia del demonio en el país es la reciente legalización del aborto en Ciudad de México. «Ambas cosas están estrechamente relacionadas. Hay una infestación de demonios hoy en día en México, porque le hemos abierto la puerta a la muerte».

El trabajo espiritual de la Iglesia en estos temas se realiza de manera discreta, pero efectiva. Sin embargo, los sacerdotes encargados de este ministerio en México han alertado sobre esta situación para buscar enfrentar las problemáticas sociales del país también con herramientas espirituales.

Con información de UCA News y BBC News.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Pontificia Universidad Católica en San Pablo, Brasil, realiza Seminario de Derecho Canónico

San Pablo (Miércoles, 27-11-2013, Gaudium Press) Se Inició en la mañana de este martes 26, en el auditorio de la Pontificia Universidad Católica (PUC-SP), en el Campus Ipiranga, la XI Semana de Derecho Canónico.

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El evento, realizado en asociación con la Arquidiócesis de San Pablo, se extiende hasta el día 29 de noviembre y contará con la participación de teólogos, sacerdotes, obispos, canonistas y religiosos de todo el Brasil para que trataran sobre el tema: «30 años del Código latino y 50 años del Código Concilio Vaticano II».

La intención de la XI Semana de Derecho Canónico será analizar, reflexionar y profundizar algunos elementos de la Codificación Canónica vigente, «el último documento del Concilio Vaticano II», considerado «facilitador en la caminata pastoral e instrumento saludable para la evangelización del Pueblo de Dios en Marcha», de acuerdo con el informativo proporcionado por la Sociedad Brasilera de Canonistas.

El primer día de la XI Semana del Derecho Canónico, el Arzobispo de San Pablo, Cardenal Odilo Pedro Scherer, administró una conferencia sobre los 50 años del Concilio Vaticano II.

En la ocasión, el purpurado preguntó a los presentes: «¿Iglesia, quien tú eres?, ¿Iglesia, cuál es tu Misión?, ¿Iglesia, como irás a desarrollarla?»

De acuerdo con el Cardenal, en el diálogo entre la Iglesia y el Estado, «especialmente en lo que se refiere respecto a la libertad religiosa, o sea, a la tolerancia religiosa», en el período pos-nazismo, era preciso rever la relación de la Iglesia con la Fe de Israel.

A partir de la intervención de un sacerdote, Mons. Odilo nuevamente indagó a los participantes del encuentro: «¿El papa Francisco estaría siguiendo una línea diferente de la hermenéutica de la continuidad? ¿Estaría creando un nuevo camino? «¿Estamos nosotros caminando en el camino indicado por el Papa Francisco?».

«El Papa no es un ser sin personalidad propia. Cada uno tuvo una experiencia eclesiológica propia, cultural, etc. Es natural que Francisco venga a dar énfasis en un punto o en otro. Esto no quiere decir que Benedicto XVI no se haya preocupado con la cuestión social, pero Francisco le da una interpretación de acuerdo con su experiencia de Iglesia, con su propia personalidad», concluyó.

Redacción: Leandro Massoni Ilhéu
Colaboración: Padre Alex Barbosa de Brito

Con informaciones de Sociedad Brasilera de Canonistas

 

Fuente:: Gaudium Press

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El Papa Francisco tiene «un sueño». El de una Iglesia encaminada sin demora por el camino «de una conversión pastoral y misionera»: una actitud personal y comunitaria «capaz de transformar» en lo profundo costumbres, estilos, lenguajes, estructuras, orientándolos hacia la evangelización más bien que hacia «la autopreservación».

La alegría del Evangelio - Publicada la exhortación apostólica del Papa Francisco
Ese «sueño» está en el centro de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, presentada esta mañana, martes 26 de noviembre, en la Sala de prensa de la Santa Sede. Un documento de 224 páginas, en cinco capítulos, que recoge los frutos del Sínodo de los obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe» que tuvo lugar en el Vaticano del 7 al 28 de octubre de 2012. Pero es evidente que la intención del Pontífice va más allá de la sencilla recepción de las indicaciones de los padres sinodales. Porque lo que se ofrece a toda la comunidad cristiana es un texto denso y arduo, que —subrayado de no poco valor— «tiene un sentido programático y consecuencias importantes».

«Quiero dirigirme a los fieles cristianos —escribe el Papa Francisco— para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años». Al Pontífice le interesa que cada bautizado lleve a los demás con nuevo dinamismo el amor de Jesús, viviendo en «estado permanente de misión».

Esta invitación a «recuperar la frescura original del Evangelio» implica a todo fiel, porque «el sueño misionero» del Obispo de Roma es «llegar a todos». Y «dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás —puntualiza— también debo pensar en una conversión del papado», para que lo haga «más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización». Es necesaria, en este sentido, «una saludable descentralización», orientada también a un estatuto de las Conferencias episcopales «que las conciba como sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal». En todo caso, no hay que tener miedo de rever costumbres de la Iglesia «no directamente ligadas al núcleo del Evangelio», incluso en el caso de que resultasen «muy arraigadas a lo largo de la historia». El llamamiento es a ser siempre «libres y creativos», abandonando una vez por todas «el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”».

A partir de este prefacio el documento propone las líneas de un itinerario donde se encuentran muchos de los temas más apreciados por el magisterio pastoral del Papa Bergoglio. Entre estos, la invitación a redescubrir la misericordia como «la más grande de las virtudes», evitando que en la predicación «algunos acentos doctrinales o morales»  que oscurezcan excesivamente el mensaje de amor del Evangelio. Y la necesidad de abrir las puertas de la Iglesia para «salir hacia los demás» y llegar a «las periferias humanas» de nuestro tiempo.

Fuerte es el juicio del Pontífice sobre los actuales órdenes económico-financieros mundiales, que multiplican desigualdades y exclusión social: «esa economía mata» denuncia, apuntando nuevamente el dedo contra «la cultura del descarte» y «la idolatría del dinero». No por casualidad todo un capítulo se detiene en la «dimensión social de la evangelización», con penetrantes subrayados sobre la necesidad del desarrollo integral de los más necesitados —«para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica», recuerda— y de la promoción del diálogo y de la paz.

El núcelo central del documento está dedicado expresamente a quienes en la Iglesia trabajan al servicio del anuncio evangélico. Para destacar en ello potencialidad e iniciativa, pero también alertar sobre las «tentaciones» recurrentes de la «acedia egoísta», del «pesimismo estéril», de la «mundanidad espiritual». En este sentido, gran importancia el Papa atribuye a la «fuerza evangelizadora de la piedad popular» y a la atención de la predicación por parte de los sacerdotes.

El texto completo de la exhortación apostólica

 

Fuente:: News.va

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El Papa pide en su Exhortación que las homilías sean claras y postivas , Mons. Celli
(RV).- (Audio) El Papa pide en su Exhortación que las homilías sean claras y postivas , Mons. Celli Mons. Claudio Maria Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, presentó la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, del Papa Francisco. En entrevista para Radio Vaticano, profundiza sobre algunos de los puntos del documento papal. “El Papa resalta la importancia del lenguaje, una lengua que tiene que ser actual para que llegue a los hombres y mujeres de hoy en día, y eso se tiene que llevar a acabo también en la homilía. La homilía debe ser clara, positiva y sencilla, un lenguaje inteligente para los hombres y mujeres de hoy». El arzobispo italiano también ha destacado el punto de la exhortación que el Papa dedica a la ‘Mística’. (MZ-RV)

Fuente:: News.va

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Mons. Fisichella sobre la Evangelii Gaudium Francisco ayuda a reflexionar y a vivir con vocación el bautismo
(RV).- (Audio) Mons. Fisichella sobre la Evangelii Gaudium Francisco ayuda a reflexionar y a vivir con vocación el bautismo “Utiliza palabras que hablan de felicidad a la hora de descubrir la necesidad del espíritu misionero”, son declaraciones de Mons. Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para Radio Vaticano minutos después de la presentación a los medios de comunicación de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, donde el Papa Francisco desarrolla el tema del anuncio del Evangelio al mundo actual.
“El Santo Padre ayuda a reflexionar, a vivir la vocación del bautismo”, asegura el arzobispo italiano quien además de resaltar la manera de darse a entender del obispo de Roma, resalta que “no es sólo un buen comunicador, sino que además es un buen testigo”. (MZ-RV)

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El momento es del hombre, el tiempo es de Dios que lo ilumina con la esperanza, dice el Papa
(RV).- (Con audio) El momento es del hombre, el tiempo es de Dios que lo ilumina con la esperanza, dice el Papa El hombre puede creerse soberano del momento, pero sólo Cristo es el dueño del tiempo. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre indicó en la oración la virtud para discernir cada momento de la vida, y en la esperanza en Jesús, la virtud para mirar hacia el fin del tiempo.
Dos consejos, para comprender el transcurso del presente y prepararse al final de los tiempos: oración y esperanza. La oración, junto al discernimiento, ayuda a descifrar los diversos momentos de la vida y orientarlos hacia Dios. La esperanza es el faro que ilumina la última meta de cada vida, y, en sentido escatológico, la del final de los tiempos.
El Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día, en el que Jesús explica a los fieles en el Templo lo que deberá suceder antes del fin de la humanidad, tranquilizando sobre el hecho de que ni siquiera el peor de los dramas deberá causar la desesperación de quien cree en Dios.
El Pontífice afirmó que “en este camino hacia el final de nuestro camino, de cada uno de nosotros y también de toda la humanidad, el Señor nos aconseja dos cosas, dos cosas que son diferentes, son diversas según cómo vivimos, porque es diferente vivir en el momento y vivir en el tiempo”:
“Y el cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir en el momento y que sabe vivir en el tiempo. El momento es lo que nosotros tenemos ahora en la mano: pero esto no es el tiempo, ¡esto pasa! Quizá nosotros podamos sentirnos dueños del momento, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡el tiempo no es nuestro, el tiempo es de Dios! El momento está en nuestras manos y también en nuestra libertad acerca de cómo tomarlo. Es más: nosotros podemos llegar a ser soberanos del momento, pero hay un solo soberano del tiempo, un solo Señor, Jesucristo”.

El Papa, citando las palabras de Jesús, afirmó que no debemos dejarnos “engañar en el momento”, porque habrá quien se aprovechará de la confusión para presentarse como Cristo. “El cristiano, que es un hombre o una mujer del momento, debe tener esas dos virtudes, esas dos actitudes para vivir el momento: la oración y el discernimiento”.
“Y para conocer los verdaderos signos, para conocer el camino que debo tomar en este momento, es necesario el don del discernimiento y la oración; y la oración para hacerlo bien. En cambio, para mirar el tiempo, del que sólo el Señor es dueño, Jesucristo, nosotros no podemos tener ninguna virtud humana. La virtud para mirar el tiempo debe ser dada, regalada por el Señor: ¡Es la esperanza! Oración y discernimiento para el momento; esperanza para el tiempo”.

“Y así – concluyó el Papa su homilía – el cristiano se mueve en este camino, momento tras momento, con la oración y el discernimiento, pero deja el tiempo a la esperanza”:
“El cristiano sabe esperar al Señor en cada momento, pero espera en el Señor al final de los tiempos. Hombre y mujer del momento y del tiempo: de oración, discernimiento y esperanza. Que el Señor nos conceda la gracia de caminar con sabiduría, que también es un don suyo: la sabiduría que en el momento nos lleve a rezar y a discernir. Y que en el tiempo, que es el mensajero de Dios, nos haga vivir con esperanza”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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SuperarFronterasLas concertinas provistas de cuchillas amenazan la vida humana. Como método de contención del paso a través de la frontera, son sencillamente inaceptables: atentan con los derechos humanos más elementales.

El Servicio Jesuita a Migrantes defiende que se utilicen estándares democráticos en los controles de frontera. Lo hizo en 2009 con ocasión de las elecciones al parlamento europeo[1]. El espacio fronterizo no puede ser una negación del espacio de libertad, justicia y seguridad que proclama ser la Unión Europea. El SJM-España, junto con el JRS-Europa, quiere acercar a la sociedad la experiencia de las personas contra las que se levantan y arman las verjas[2]: sin hacernos cargo de lo que viven y sufren a lo largo del recorrido migratorio, de las amenazas y violaciones de sus derechos humanos, solo los vemos como una amenaza para la “fortaleza Europa”.

El SJM-España pide al Ministerio del Interior su retirada, uniéndose a tantas voces de la sociedad civil, como ha hecho también la Conferencia Episcopal Española.

Igualmente, insta a la sociedad a incorporar el valor de la hospitalidad y rechazar la concepción del inmigrante como un peligro, tal y como señalaba recientemente el portavoz de la Conferencia Episcopal. Ello implica, siquiera sea en su mínima expresión, no poner en riesgo directo la vida de quienes intentan entrar en territorio español, por más que sea fuera de los pasos fronterizos habilitados y al margen del procedimiento administrativo establecido. 


[1] Ver: SJM-España (2009) Control democrático para la gestión de la Frontera Sur. Accesible online en:http://www.sjme.org/sjme/item/685-control-democratico-para-la-gestion-de-la-frontera-sur

[2] Ver: JRS-Europe (2012) y SJM-España (2013) Vidas en tránsito. Experiencias de migrantes que viven en Marruecos y Argelia. Accesible online en: http://www.sjme.org/sjme/item/753-vidas-en-transito

[3] Ver: GIAN-Migration (2012) Por una cultura de la hospitalidad y la inclusión. Accesible online en:http://www.sjme.org/sjme/item/751-por-una-cultura-de-la-hospitalidad-y-la-inclusion

Fuente:: SIC

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Curso SantiagoHoy, 26 de noviembre, el Arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio Barrio, el Obispo de Mondoñedo-Ferrol, Mons. Manuel Sánchez Monge, el Obispo de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco Rouco, y el Obispo de Ourense, Mons. Leonardo Lemos Montanet, han comparecido en Santiago de Compostela para presentar oficialmente el Curso de Formación en Matrimonio y Familia (CFMF) que se iniciará en enero del 2014.

Esta iniciativa conjunta, de todas las diócesis de Galicia, es un proyecto pionero en España. Será la primera vez que un curso de estas estas caracteríssticas se ofrezca desde las Iglesias diocesanas. Hasta el momento una formación similar sólo se proporcionaba por universidades o centros especí­ficos.

En sus intervenciones los prelados gallegos han querido destacar la importancia que la institución familiar tiene para la Iglesia. La preocupación por su bienestar y la necesidad de prestarle todo su apoyo, ha llevado a la Iglesia gallega a elaborar esta propuesta concreta, que se materializa en un curso de formación, reflexión e intercambio de experiencias.

La riqueza de la concepción que tiene la Iglesia sobre la familia y el matrimonio es desconocida para muchos dentro y fuera de ella. De ahí­ la necesidad de posibilitar el acercamiento a estos planteamientos, a través de una formación de calidad, impartida por ponentes de reconocido prestigio.

El curso comenzará el 18 de enero del 2014. Las jornadas de formación se celebrarán en Silleda algunos sábados del año. Está dirigido a las familias y a todos los implicados en pastoral familiar (sacerdotes, delegados, catequistas, profesores, formadores, así como a cualquier persona interesada en este tipo de formación. El plazo de matrícula está abierto hasta el 10 de enero de 2014.

El CFMF abordará, desde una visión integral del ser humano a la luz de la fe, cuestiones tan importantes como las relaciones matrimoniales, el compromiso para toda la vida, la relación padres-hijos, la sexualidad, en definitiva, intentará dar respuesta a preguntas trascendentales para la persona.

Este curso es un proyecto que nace desde Galicia y para Galicia. Por ello se ha buscado ofrecer a las familias y matrimonios que deseen acudir, las máximas facilidades para hacerlo posible: una periodicidad y un horario que lo hagan asumible, la atención a los hijos, una cercanía geográfica para toda Galicia, una matrí­cula muy contenida para el coste real del curso, etc.

Fuente:: SIC

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Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre 2013 (VIS).-“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Así empieza la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” en la que el Papa Francisco recoge la riqueza de los trabajos del Sínodo dedicado a “La nueva evangelización para la transmisión de la fe” celebrado del 7 al 28 de octubre de 2012. El texto, que el Santo Padre entregó a 36 fieles, el pasado domingo durante la misa de clausura del Año de la Fe, es el primer documento oficial de su pontificado, ya que la encíclica “Lumen Fidei” fue escrita en colaboración con su predecesor, el Papa Benedicto XVI.
 
Quiero dirigirme a los fieles cristianos –escribe el Papa- para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” .Se trata de un fuerte llamamiento a todos los bautizados para que, con fervor y dinamismo nuevos, lleven a los otros el amor de Jesús en un “estado permanente de misión”, venciendo “el gran riesgo del mundo actual”: el de caer en “una tristeza individualista”.
 
El Papa invita a “recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando “nuevos caminos” y “métodos creativos”, a no encerrar a Jesús en nuestros “esquemas aburridos”.Es necesaria “una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están” y una “reforma de estructuras” eclesiales para que “todas ellas se vuelvan más misioneras”.El Pontífice piensa también en “una conversión del papado” para que sea “más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización”.El deseo de que las Conferencias episcopales pudieran dar una contribución a fin de que “el afecto colegial” tuviera una aplicación “concreta” –afirma- todavía “no se realizó plenamente”. Es necesaria “una saludable descentralización”. En esta renovación no hay que tener miedo de revisar costumbres de la Iglesia “no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia”.
 
Signo de la acogida de Dios es “tener templos con las puertas abiertas en todas partes” para que todos los que buscan no se encuentren “con la frialdad de unas puertas cerradas”. “Tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera”, así, la Eucaristía “no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia”.El Papa reitera que prefiere una Iglesia “herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia… preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente… es que tantos hermanos nuestros vivan” sin la amistad de Jesús.
 
El Papa indica las “tentaciones de los agentes pastorales”: individualismo, crisis de identidad, caída del fervor.“La mayor amenaza” es “el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando”. Exhorta a no dejarse vencer por un “pesimismo estéril” y a ser signos de esperanza poniendo en marcha “la revolución de la ternura”. Es necesario huir de la “espiritualidad del bienestar” que rechaza los “compromisos fraternos” y vencer “la mundanidad espiritual” que consiste en “buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana”. El Papa habla de los que “se sienten superiores a otros” por ser “inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado” y, “en lugar de evangelizar lo que se hace es …clasificar a los demás”, o de los que tienen un “cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción” en las necesidades de la gente. Se trata de “una tremenda corrupción con apariencia de bien…¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!” .
 
Lanza un llamamiento a las comunidades eclesiales a no caer en envidias ni en celos “dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras!” .“¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?. “Subraya la necesidad de hacer crecer la responsabilidad de los laicos, mantenidos “al margen de las decisiones.” a raíz de “un excesivo clericalismo”.Afirma que “todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, en particular “en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes” .“Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres…no se pueden eludir superficialmente” .Los jóvenes deben tener “un protagonismo mayor”.Frente a la escasez de vocaciones en algunos lugares, afirma que “no se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones”.
 
Afrontando el tema de la inculturación, recuerda que “el cristianismo no tiene un único modo cultural” y que el rostro de la Iglesia es “pluriforme”. “No podemos pretender que los pueblos de todos los continentes, al expresar la fe cristiana, imiten los modos que encontraron los pueblos europeos en un determinado momento de la historia”. El Papa reafirma la “fuerza activamente evangelizadora” de la piedad popular y alienta la investigación de los teólogos, invitándoles a llevar en el corazón “la finalidad evangelizadora de la Iglesia” y a no contentarse con “una teología de escritorio”.
 
Se detiene “con cierta meticulosidad, en la homilía” porque “son muchos los reclamos que se dirigen en relación con este gran ministerio y no podemos hacer oídos sordos”. La homilía “debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase”, debe saber decir “palabras que hacer arder los corazones”, huyendo de “una predicación puramente moralista o adoctrinadora”. Subraya la importancia de la preparación: “Un predicador que no se prepara no es «espiritual»; es deshonesto e irresponsable” .“Una buena homilía…debe contener «una idea, un sentimiento, una imagen» .La predicación debe ser positiva para que de “siempre … esperanza” y no nos deje “encerrados en la negatividad”.El anuncio mismo del Evangelio debe tener características positivas: “cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena”.
 
Hablando de los retos del mundo contemporáneo, el Papa denuncia el sistema económico actual: “es injusto en su raíz” .“Esa economía mata” porque predomina “la ley del más fuerte”. La cultura actual del “descarte” ha creado “algo nuevo”: “Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»”. Vivimos en una “nueva tiranía invisible, a veces virtual”, de un “mercado divinizado” donde imperan la “especulación financiera”, “una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta” .Denuncia los “ataques a la libertad religiosa” y “las nuevas situaciones de persecución a los cristianos… En muchos lugares se trata más bien de una difusa indiferencia relativista”. La familia –prosigue el Papa- “atraviesa una crisis cultural profunda”. Insistiendo en “el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad” ,subraya que “el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que…desnaturaliza los vínculos familiares”.
 
Reafirma “la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana” y el derecho de los pastores “a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas”. “Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social”. Cita a Juan Pablo II cuando afirma que la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia» . “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica” antes que sociológica. “Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos”. “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres… no se resolverán los problemas del mundo”. “La política, tan denigrada” –afirma- “es una de las formas más preciosas de la caridad” . “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad…. la vida de los pobres!”. Después una advertencia: “Cualquier comunidad de la Iglesia” que se olvide de los pobres “correrá el riesgo de la disolución”.
 
El Papa invita a cuidar a los más débiles: “los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados” y los migrantes, por los que exhorta a los países “a una generosa apertura”. Habla de las víctimas de la trata de personas y de nuevas formas de esclavitud: “En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda”. “Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia”. “Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección” están “los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana”. “No debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión… No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana”. A continuación un llamamiento al respeto de todo lo creado: “estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos”.
 
Por cuanto respecta al tema de la paz, el Papa afirma que “es necesaria una voz profética” cuando se quiere construir una reconciliación falsa que “silencie” a los más pobres mientras “algunos no quieren renunciar a sus privilegios”.Para la construcción de una sociedad “en paz, justicia y fraternidad” indica cuatro principios: “El tiempo es superior al espacio” significa “trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos” .“La unidad prevalece sobre el conflicto” quiere decir obrar para que los opuestos alcancen “una unidad pluriforme que engendra nueva vida” . “La realidad es más importante que la idea” significa evitar que la política y la fe se reduzcan a la retórica .“El todo es superior a la parte” significa aunar globalización y localización.
 
La evangelización -continúa el Papa- también implica un camino de diálogo” que abre a la Iglesia para colaborar con todas las realidades políticas, sociales, religiosas y culturales. El ecumenismo es “un camino ineludible de la evangelización”. Es importante el enriquecimiento recíproco: “¡cuántas cosas podemos aprender unos de otros!, por ejemplo, “en el diálogo con los hermanos ortodoxos, los católicos tenemos la posibilidad de aprender algo más sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre su experiencia de la sinodalidad” ; “el diálogo y la amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús”; “el diálogo interreligioso”, que se conduce con “una identidad clara y gozosa”, es “es una condición necesaria para la paz en el mundo” y no oscurece la evangelización ; “en esta época adquiere gran importancia la relación con los creyentes del Islam”: el Papa implora “humildemente” para que los países de tradición islámica aseguren la libertad religiosa a los cristianos, también “¡teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales!”. “Frente a episodios de fundamentalismo violento” invita a “evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia” . Y contra el intento de privatizar las religiones en algunos contextos, afirma que “el debido respeto a las minorías de agnósticos o no creyentes no debe imponerse de un modo arbitrario que silencie las convicciones de mayorías creyentes o ignore la riqueza de las tradiciones religiosas” . Reitera de este modo la importancia del diálogo y de la alianza entre creyentes y no creyentes.
 
El último capítulo está dedicado a los “evangelizadores con Espíritu”, que son aquellos que “se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo” que “infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente” .Se trata de “evangelizadores que oran y trabajan” ,conscientes de que “la misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” : “Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás” . “En nuestra relación con el mundo-precisa-, se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan” . “Sólo puede ser misionero –añade- alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros”: “si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida” . El Papa invita a no desanimarse ante los fracasos o la escasez de resultados porque la “fecundidad es muchas veces invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada”; “sólo sabemos que nuestra entrega es necesaria” . La Exhortación concluye con una oración a María “Madre del Evangelio”. “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”.
 
 
Para leer el texto completo en castellano de la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” o descargarlo en formato PDF, pinchar en el siguiente link o copiarlo.
 
http://www.vatican.va/phome_sp.htm
 

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 26 noviembre 2013 (VIS).-El arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, junto con los arzobispos Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos y Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, han presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio) del Papa Francisco escrita a raíz del sínodo sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe” celebrado del 7 al 28 de octubre de 2012 y convocado por su antecesor el Papa Benedicto XVI.
 
La exhortación, que tiene 222 páginas, está dividida en cinco capítulos y una presentación. Los capítulos están dedicados a la transformación misionera de la Iglesia; la crisis del compromiso comunitario, el anuncio del Evangelio, la dimensión social de la evangelización y a los evangelizadores con espíritu.
 
Publicamos, a continuación, el texto pronunciado por el arzobispo Fisichella, conservando los números que citan las frases correspondientes de la exhortación:
 
Evangelii gaudium: Exhortación Apostólica escrita bajo la luz de la alegría con el fin de redescubrir la fuente de la evangelización en el mundo contemporáneo. En esta expresión se podría resumir todo el contenido del nuevo documento que el Papa Francisco ofrece a la Iglesia para delinear los caminos del compromiso pastoral que la ocuparán en el futuro cercano. Una invitación a recuperar una visión profética y positiva de la realidad, sin por ello dejar de ver las dificultades. El Papa Francisco infunde valentía e invita a mirar hacia adelante no obstante el momento de crisis, haciendo una vez más de la cruz y de la resurrección de Cristo la “insignia de la victoria” (85).
 
En varias ocasiones el Papa Francisco hace referencia a las Propositiones del Sínodo de octubre de 2012, demostrando cuánto la contribución sinodal haya sido un importante punto de referencia para la redacción de la Exhortación. De todas maneras, el texto va más allá de la experiencia del Sínodo. El Papa imprime en estas páginas no solo su anterior experiencia pastoral, sino sobre todo su llamado a aprovechar el momento de gracia que la Iglesia está viviendo para emprender con fe, convicción y entusiasmo la nueva etapa del camino de evangelización. Continuando la enseñanza de la Evangelii nuntiandi de Pablo VI, él coloca de nuevo al centro la persona de Jesucristo, el primer evangelizador, quien llama hoy a cada uno de nosotros a participar con él en la obra de salvación (12). “La acción misionera es el paradigma de cualquier obra de la Iglesia” (15) – afirma el Santo Padre –; por ello es necesario captar el tiempo favorable para vislumbrar y vivir la “nueva etapa” de la evangelización (17). Esta se articula en dos temáticas particulares las cuales marcan la estructura fundamental de la Exhortación. Por una parte, el Papa Francisco se dirige a las iglesias particulares para que, viviendo en primera persona los desafíos y las oportunidades propias de cada contexto cultural, estén en grado de proponer los aspectos peculiares de la nueva evangelización en sus países. Por otra, el Papa traza un denominador común que le permita a toda la Iglesia, y a cada evangelizador en particular, reencontrar una metodología común para convencerse de que el compromiso de evangelización es siempre un camino participado, compartido y jamás aislado. Los siete puntos, recogidos en los cinco capítulos de la Exhortación, constituyen las columnas basilares de la visión del Papa Francisco sobre la nueva evangelización: la reforma de la Iglesia en salida misionera, las tentaciones de los agentes pastorales, la Iglesia entendida como totalidad del pueblo de Dios que evangeliza, la homilía y su preparación, la inclusión social de los pobres, la paz y el diálogo social, las motivaciones espirituales en el compromiso misionero. El elemento que mantiene unidas estas temáticas se concentra en el amor misericordioso de Dios que sale al encuentro de cada persona para manifestar el corazón de su revelación: la vida de cada persona adquiere sentido en el encuentro con Jesucristo y en la alegría de compartir esta experiencia de amor con los demás (8).
 
Así entonces, el primer capítulo se desarrolla a la luz de la reforma de la Iglesia en clave misionera, llamada a “salir” de sí misma para encontrar a otros. Es la “dinámica del éxodo y del don de salir de sí, del caminar y del sembrar siempre de nuevo, siempre más” (21), lo que el Papa expresa en estas páginas. La Iglesia que debe hacer suya la “intimidad de Jesús que es una intimidad itinerante” (23). El Papa, como ya es habitual, profundiza sobre algunas expresiones impactantes y crea neologismos para hacer entender la naturaleza misma de la acción evangelizadora. Entre ellos, por ejemplo, “primerear”; esto quiere decir que Dios nos precede en el amor, indicando a la Iglesia el camino que debe seguir. Ella no se encuentra en una vía sin salida, sino que va tras las huellas mismas de Cristo (cfr. 1 Pt 2,21); por tanto, tiene la certeza acerca del camino que debe recorrer. Esto no le provoca miedo, sabe que debe “ir al encuentro, buscar a los alejados y llegar a los cruces de los caminos para invitar los excluidos. Vive un inagotable deseo de ofrecer misericordia” (24). Para que esto suceda, el Papa Francisco vuelve a proponer con vehemencia la exigencia de la “conversión pastoral”. Esto significa pasar de una visión burocrática, estática y administrativa de la pastoral a una perspectiva misionera, mejor aún, a una pastoral en estado permanente de evangelización (25). En efecto, así como existen estructuras que facilitan y sostienen la pastoral misionera, lamentablemente también “hay estructuras eclesiales que pueden terminar condicionando el dinamismo evangelizador” (26). La presencia de prácticas pastorales anticuadas y rancias obliga entonces a la audacia de ser creativos para repensar la evangelización. En este sentido el Papa afirma: “Una individuación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía” (33).
 
Es necesario, por tanto, “concentrarse en lo esencial” (35) y saber que solamente una dimensión sistemática, es decir, unitaria, progresiva y proporcionada de la fe puede ayudar verdaderamente. Esto implica para la Iglesia la capacidad de evidenciar la “jerarquía de las verdades” y su adecuada referencia con el corazón del Evangelio (37-39). Esto impide caer en el peligro de una presentación de la fe hecha solo a la luz de algunas cuestiones morales como si ellas pudieran prescindir de su relación con la centralidad del amor. Fuera de esta perspectiva, “el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un castillo de naipes, y este es nuestro mayor peligro” (39). Aparece entonces un fuerte reclamo del Papa para que se establezca un sano equilibrio entre el contenido de la fe y el lenguaje que lo expresa. Puede suceder, a veces, que la rigidez con la que se pretende conservar la precisión del lenguaje, vaya en detrimento del contenido, comprometiendo así la visión genuina de la fe (41).
 
Un pasaje realmente importante en este capítulo es el número 32, en el que el Papa Francisco muestra la urgencia de llevar a cabo algunas perspectivas del Vaticano II. En particular la tarea del ejercicio del Primado del Sucesor de Pedro y la de las Conferencias Episcopales. Ya Juan Pablo II en Ut unum sint, había solicitado ayuda para comprender mejor los deberes del Papa en el diálogo ecuménico. Ahora el Papa Francisco continúa haciéndolo y entrevé que una forma de ayuda más concreta al respecto podría llegar si se desarrollase mayormente el estatuto de las Conferencias Episcopales. Otro pasaje de particular intensidad, por las consecuencias que tendrá en la pastoral, son los números 38-45: el corazón del Evangelio “se encarna en los límites del lenguaje humano”. Es decir, la doctrina se aloja en la “jaula del lenguaje” – por usar una expresión muy querida por Wittgenstein –, lo cual implica la exigencia de un verdadero discernimiento entre la pobreza y los límites del lenguaje, con la riqueza – en ocasiones todavía desconocida – del contenido de la fe. ¬¬El peligro de que en ocasiones la Iglesia pueda no considerar esta dinámica es real; puede suceder entonces que sobre algunas posiciones exista una cerrazón injustificada, con el consiguiente riesgo de esclerotizar el mensaje evangélico, haciendo que no se pueda percibir más la dinámica propia de su desarrollo.
 
El segundo capítulo está dedicado a acoger los desafíos del mundo contemporáneo y a superar las fáciles tentaciones que minan la nueva evangelización. En primer lugar, afirma el Papa, es necesario recuperar la propia identidad, sin esos complejos de inferioridad que conducen a “ocultar la propia identidad y las convicciones… [y] que terminan sofocando la alegría de la misión en una especie de obsesión por ser como todos los demás y por tener lo que los otros tienen” (79). Esto hace que los cristianos caigan en un “relativismo incluso más peligroso que el doctrinal” (80), porque termina corroyendo el estilo de vida de los creyentes. Sucede entonces que en muchas expresiones de nuestra pastoral las iniciativas resientan la pesadez, pues en el primer puesto se coloca la iniciativa y no la persona. Sostiene el Papa que la tentación de una “despersonalización de la persona” para favorecer la organización, es real y común. Del mismo modo, los desafíos de la nueva evangelización deberían ser asumidos más como una oportunidad para crecer y no como un motivo para caer en depresión. Hay que desterrar entonces “el sentido de la derrota” (85). Es necesario recuperar la relación interpersonal para que tenga el primado sobre la tecnología del encuentro hecho con el control remoto en mano, con el que se establece cómo, dónde, cuándo y por cuánto tiempo encontrar a los demás según las propias preferencias (88). De todas maneras, entre los múltiples desafíos, además de aquellos que son más corrientes y más recurrentes, es necesario individuar los que inciden de un modo más directo en la vida. El sentido de “precariedad cotidiana, con consecuencias funestas”, las variadas formas de “disparidad social”, el “fetichismo del dinero y la dictadura de una economía sin rostro”, la “exasperación del consumo” y el “consumismo desenfrenado”… en fin, nos encontramos ante una “globalización de la indiferencia” y ante un “desprecio socarrón” en relación a la ética, en donde se pretende continuamente marginar cualquier reclamo crítico de frente al predominio del mercado que con su teoría de la “filtración de la riqueza”, engaña acerca sobre la posibilidad real de favorecer a los pobres (cfr. nn. 52-64). Si la Iglesia aparece todavía con una gran credibilidad en tantos países del mundo, incluidos aquellos donde es minoría, esto se debe a su obra de caridad y solidaridad (65).
 
En la evangelización de nuestro tiempo, por tanto, especialmente ante los retos de las grandes “culturas urbanas” (71), los cristianos están invitados a escapar de dos expresiones que lesionan su misma naturaleza y que el Papa Francisco define en general como “mundanidad” (93). En primer lugar , la “fascinación del gnosticismo”; es decir, una fe cerrada en sí misma, en sus certezas doctrinales y que hace de sus propias experiencias el criterio de verdad para juzgar a los demás. Además, el “neopelagianismo autorreferencial y prometeico” de cuantos sostienen que la gracia es solo un accesorio mientras lo que crea progreso es únicamente el proprio empeño y las propias fuerzas. Todo esto contradice la evangelización. Crea una especie de “elitismo narcisista” que debe ser evitado (94). Qué cosa queremos ser, se pregunta el Papa, ¿”generales de ejércitos derrotados” o “simples soldados de un escuadrón que continua batallando”? el riesgo de una “Iglesia mundana detrás de telones espirituales o pastorales” (96), no es recóndito, sino real. Es preciso, entonces, no sucumbir a estas tentaciones, sino ofrecer el testimonio de la comunión (99). Esta se hace fuerte en la complementariedad. A partir de esta consideración, el Papa Francisco expone la exigencia de promover el laicado y la mujer; del compromiso con las vocaciones comenzando por los propios sacerdotes. Mirar la Iglesia con todos los avances realizados en estos decenios requiere evitar la mentalidad del poder y transformarla por aquella del servicio a la construcción unitaria de la Iglesia (102-108).
 
La evangelización es una tarea de todo el pueblo de Dios, ninguno está excluido. Ella no está reservada ni puede ser delegada a un grupo particular. Todos los bautizados están directamente involucrados en ella. El Papa Francisco explica, en el tercer capítulo de la Exhortación, cómo ella se puede desarrollar y las etapas que expresan su progreso. En primer lugar se detiene a evidenciar el “primado de la gracia” que obra sin descanso en la vida de cada evangelizador (112). Desarrolla, además, el tema del inmenso papel desempeñado por las diversas culturas en su proceso de inculturación del Evangelio, y previene sobre terminar cayendo en la “vanidosa sacralización de la propia cultura” (117). Luego indica el itinerario fundamental de la nueva evangelización en el encuentro interpersonal (127-129) y en el testimonio de vida (121). Finalmente, aboga por que la piedad popular sea valorizada, pues ella expresa la fe genuina de tantas personas que en este mundo dan un verdadero testimonio de la simplicidad del encuentro con el amor de Dios (122-126). Por último, el Papa hace una invitación a los teólogos para que estudien las mediaciones necesarias a fin de lograr una valorización de las distintas formas de evangelización (133), no sin antes considerar ampliamente el tema de la homilía como forma privilegiada de evangelización, la cual necesita una auténtica pasión y amor por la Palabra de Dios y por el pueblo que se nos ha confiado (135-158).
 
El cuarto capítulo está dedicado a la reflexión sobre la dimensión social de la evangelización. Un tema muy apreciado por el Papa Francisco porque “si esta dimensión no se explicita debidamente, se corre siempre el riesgo de desfigurar el significado autentico e integral de la misión evangelizadora” (176). Es el grande tema del vínculo entre el anuncio del Evangelio y la promoción de la vida humana en todas sus expresiones. Una promoción integral de cada persona es lo que impide reducir la religión a un hecho privado, sin ninguna incidencia en la vida pública y social. Una “fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo” (183). A esta sección de la Exhortación pertenecen dos grandes temas. El Papa habla de ellos con particular pasión evangélica, consciente que determinarán el futuro de la humanidad: ante todo, “la inclusión social de los pobres”; además, “la paz y el diálogo social”.
 
En lo que se refiere al primer punto, con la nueva evangelización la Iglesia siente como misión propia “colaborar para resolver las causas instrumentales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres”, como también la de “gestos simples y cotidianos de solidaridad de frente a miserias muy concretas” que cada día encontramos delante de nuestros ojos (188). Lo que emerge de estas densas páginas es una invitación a reconocer la “fuerza salvífica” que poseen los pobres y que debe ser puesta en el centro de la vida de la Iglesia mediante la nueva evangelización (198). De todas maneras, esto significa que es necesario, ante todo, redescubrir la atención, urgencia y conciencia de esta temática, mucho antes de cualquier experiencia concreta. La opción fundamental por los pobres que urge realizar, sostiene el Papa Francisco, es principalmente, aunque no exclusivamente, una “atención espiritual” y “religiosa”; esta forma es prioritaria sobre cualquier otro modo de atención (200). Sobre estos temas la palabra del Papa es franca, dicha con parresia y sin circunlocuciones. Un “Pastor de una Iglesia sin fronteras” (210), no se puede permitir mirar hacia otro lado. Es por esto que mientras pide con fuerza considerar el tema de los migrantes, denuncia con igual claridad las nuevas formas de esclavitud: “¿Dónde está aquel que estás matando cada día en la pequeña fábrica clandestina, en la red de prostitución, en los niños que usas para la mendicidad, en aquel que debe trabajar a escondidas porque no está debidamente contratado? No aparentemos que aquí no pasa nada. Existen muchas complicidades” (211). Para evitar equívocos, el Papa defiende con la misma fuerza la vida humana desde su primer comienzo y la dignidad de todo ser viviente (213). En lo que concierne al segundo aspecto, el Papa propone cuatro principios que son como el denominador común para crecer en la paz y para su aplicación social concreta. Haciendo memoria, tal vez, de sus estudios sobre Romano Guardini, el Papa Francisco parece crear una nueva oposición polar; recuerda, en efecto, que el “el tiempo es superior al espacio”, “la unidad prevalece sobre el conflicto”, la “realidad es más importante que la idea” y que el “todo es superior a la parte”. Estos principios se abren a la dimensión del diálogo como primera contribución para la paz y se extiende, a lo largo de la Exhortación, al ámbito de la ciencia, del ecumenismo y de las religiones no cristianas.
 
El último capítulo busca expresar el “espíritu de la nueva evangelización” (260). Este se desarrolla bajo el primado de la acción del Espíritu Santo que infunde siempre y de nuevo el impulso misionero, a partir de la vida de oración en la que la contemplación ocupa el puesto central (264). La Virgen María “estrella de la nueva evangelización” es presentada, al finalizar, como el icono de la genuina acción de anuncio y transmisión del Evangelio que la Iglesia está llamada a realizar en las próximas décadas, con gran entusiasmo e inmutable amor por el Señor Jesús.
 
¡No nos dejemos robar la alegría de la evangelización!” (83). Es un lenguaje claro, inmediato, sin retórica ni subterfugios, el que escuchamos en esta Exhortación Apostólica. El Papa Francisco va al núcleo de los problemas que vive el hombre de hoy y que, de parte de la Iglesia, exigen mucho más que una simple presencia. A ella se la pide una diligente acción programática y una renovada praxis pastoral que manifieste su compromiso por la nueva evangelización. El Evangelio debe llegar a todos, sin ningún tipo de exclusión. Algunos, sin embargo, son privilegiados. Para evitar equívocos, el Papa Francisco presenta su orientación: “No tanto los amigos y los vecinos ricos, sino especialmente los pobres, los enfermos, aquellos que con frecuencia son despreciados y olvidados… no deben quedar dudas ni subsistir explicaciones que debiliten este mensaje tan claro” (48).
 
Como en otros momentos cruciales de la historia, también hoy la Iglesia siente la urgencia de afinar la mirada para cumplir la evangelización a la luz de la adoración; con una “mirada contemplativa” para continuar viendo los signos de la presencia de Dios. Signos de los tiempos no solo estimulantes, sino puestos como criterio para un testimonio eficaz (71). El Papa Francisco es el primero de todos en recordar el misterio central de nuestra fe: “No huyamos de la resurrección de Jesús, non nos demos por vencidos jamás, suceda lo que suceda” (3) A la postre, la que nos está indicando el Papa Francisco es la Iglesia que se hace compañera de camino de cuantos son nuestros contemporáneos en la búsqueda de Dios y en el deseo de verlo”.
 

Fuente:: News.va

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