Variaciones sobre la alegría (2)

AGUSTINCORTÉS

AGUSTINCORTÉSMons. Agustí Cortés     Siempre nos va bien comenzar el año con alegría, después de tantas caras largas, de tantas preocupaciones que llenan nuestras vidas últimamente. Este año, además, para los que nos sentimos miembros de la Iglesia, con mayor razón, dada la llamada que nos hace el Papa Francisco.

Otra cosa son los serios interrogantes, que hemos mencionado, acerca de la interpretación que se puede hacer de esta llamada a la alegría en el seno de la Iglesia: ¿Es un táctica calculada? ¿Es un intento de poner cara amable a la fe, vaciada de sus exigencias más radicales?…

Conviene aclarar en qué consiste la alegría y cuál es la alegría a la que estamos llamados.

Provocar la sensación de alegría en el sentido de “estar contentos”, divertirse o pasarlo bien, es relativamente fácil, pues no hay nadie que deje de buscarlo. La alegría es de hecho una necesidad vital: parece que estamos hechos para vivirla. Lo saben hacer bien los fabricantes de espectáculos. Su tarea consiste en conocer y utilizar los resortes psicológicos de la persona humana que provocan sensación de bienestar, contento, placer, risa o gusto. Así la contemplación de algo bello o agradable, la risa ante un gesto de humor, la emoción de una escena impactante, etc. Los psicólogos pueden estudiar este tipo de alegría y los especialistas en publicidad saben utilizar bien estos conocimientos como técnica aplicada a la venta del producto. En general, basta con relacionar, oral o visualmente, el producto que se quiera vender con una situación placentera, una situación que evoque alegría o bienestar. Estas situaciones se conocen mediante un investigación sociológica, por encuestas y estadísticas: “¿Dónde y cómo te encuentras más a gusto? ¿Qué es lo que más te gusta y deseas conseguir?”. Para quienes identifican alegría con placer, la cosa es aun más fácil, porque el placer puede provocarse sencillamente, incluso con productos químicos, de alimentación o todo tipo de estimulantes. Se trataría entonces de una “alegría” que tendría mucho de “artificial”, fabricada o inducida mecánicamente, aprovechando los recursos que tiene nuestro cuerpo.

Desgraciadamente, como siempre ocurre, estos conocimientos y esta técnica frecuentemente son utilizados por desalmados para abusar de la gente, someter a las personas e incluso esclavizarlas. Es el caso de las drogas, en las que uno cae porque desea pasarlo bien y experimentar una alegría intensa. Uno mismo, con su libertad, en su anhelo de placer – alegría, también puede esclavizarse.

Tenemos, pues, dos tipos de alegría: el más elemental y físico, el placer, y otro, más elevado, que es la alegría psicológica, consistente en la sensación de bienestar, de contento, de gusto, que se experimenta cuando las necesidades psicológicas están satisfechas. Ambos tipos de alegría son efímeros y pasan: aquél rápidamente, éste normalmente es más duradero. Ambos, además, son muy “artificiales”, se pueden provocar fácilmente.

¿Cuál es la alegría cristiana? ¿A qué alegría nos invita el Papa Francisco?

Sabemos que la alegría es un grado, un rasgo, de lo que llamamos “felicidad”. Ésta es una vivencia más profunda y compleja, porque corresponde a toda la persona humana: es su realización y su plenitud.

Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat

Fuente:: Mons. Agustí Cortés Soriano

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