¡San Narciso hacednos testimonios de Jesús!

Mons. Francesc Pardo i Artigas

Mons. Francesc Pardo i ArtigasMons. Francesc Pardo i Artigas    El pasado martes celebrábamos gozosos la fiesta de nuestro patrón, de la ciudad y de la Diócesis, san Narciso, obispo y mártir. Desde el primer año de mi servicio como obispo constato una cierta expectación por la homilía de dicha fiesta. Incluso algún medio escrito la pública íntegramente. 

Me ha parecido oportuno ofreceros un resumen, unas pinceladas de la homilía de este año, con la finalidad de animaros a ser también testimonios de Jesús en los actuales momentos que vivimos. Podéis consultarla en la página web del obispado. 

Necesidad de testimonios de Jesucristo, convencidos, valerosos y jubilosos 

Quería subrayar el sentido de “testimonio” y “testimonio jubiloso”. 

“El testimonio no es aquel que dice: “Me han dicho, me han explicado, los padres, los sacerdotes…”, sino aquel que comunica su propia experiencia: “Me ha pasado, lo he visto, he experimentado…”. El testimonio de Jesucristo y de su Evangelio de Salvación es aquel que comunica su propia experiencia de encuentro con el Señor, y como este encuentro, impregnado de amor, de conocimiento de la propuesta de Jesús vivida en la Iglesia, ha cambiado su vida, y es lo suficiente fecunda como para cambiar la de las personas e impregnar la de los pueblos” 

Y seguidamente recordaba y daba gracias por todos los que os esforzáis en dar testimonio. 

“En esta celebración, quiero agradecer en primer lugar a todos los hermanos y hermanas su testimonio cristiano, con frecuencia en medio de situaciones familiares, sociales, profesionales, en círculos de amistad, en los que se respira frialdad religiosa, la sospecha de que la fe no es una Buena Noticia, el abandono de la Iglesia, y también una buena dosis de ignorancia sobre la propuesta cristiana. 

He comprobado el esfuerzo de padres y madres por transmitir la fe vivida a sus hijos y también su sufrimiento cuantos éstos, aparentemente, dejan de creer, de rezar o de celebrar la fe. 

Soy testigo del interés de muchos abuelos en recordar a los padres que es muy importante educar a sus nietos como cristianos. 

Conozco y valoro el gran esfuerzo de la mayoría de sacerdotes y diáconos por ofrecer Jesucristo a las personas, porque las quieren y desean ofrecerles “el mejor de los tesoros”. 

Recordaba a las comunidades cristianas, los consejos pastorales,  los catequistas, los animadores de la liturgia, visitadores de enfermos, voluntarios de Caritas, responsables de la misión entre los jóvenes, las escuelas cristianas, los maestros de religión. Y muy especialmente las comunidades de religiosos, religiosas e institutos seculares, con especial mención a las benedictinas de San Daniel en el inicio del milenario de su monasterio, y también a las religiosas de San José de Girona en la celebración de los 200 años del nacimiento de su fundadora, María Gay. 

Pero también remarcaba la necesidad de conversión: “Sin embargo, este reconocimiento no ha de hacernos olvidar nuestras debilidades, nuestras limitaciones y la necesidad de trabajar a favor de una Iglesia centrada en Cristo, una Iglesia próxima y acogedora, una Iglesia gozosa, una Iglesia sencilla y pobre, una Iglesia empapada de ternura y de misericordia y una Iglesia misionera. 

Deseo subrayar la necesidad de convertirnos en testimonios jubilosos de la fe. Cuando oigo conversaciones en las que los socios de un club deportivo o de una institución hablan de él con entusiasmo, defendiéndolo, sintiendo sus colores, tengo envidia, porque pocas veces oigo hablar de la vida cristiana de la fe y de lo que significa con tanto entusiasmo i alegría. 

Son necesarios testimonios coherentes, pero sobretodo jubilosos, de la fe cristiana. 

Hago referencia al cartel de las ferias de este año. Me ha parecido simpático, y que refleja precisamente la forma de ser gozosa y alegre del testimonio cristiano. Ya lo recordáis: la figura de un obispo, san Narciso —por supuesto— subiendo a los caballitos y haciendo servir como báculo la barra que une el caballo a todos los otros, para ir haciendo de ese modo la carrera con una sonrisa en los labios. El cartel, visualmente, une un testimonio de Jesús —si es el obispo, representa también a toda la Iglesia— con la ilusión y la alegría que ofrecen las atracciones, los caballitos, que seducen especialmente a los que son niños o tienen un corazón de niño. Así lo manifiesta Jesús: tan solo podemos entender a aquellos que son como los niños. 

Como imagen, es muy importante. “Un cristiano triste es un triste cristiano. Un cristiano gozoso manifiesta alegría y la suerte de creer”. 

También hice referencia a como ser testimonios en situaciones de sufrimiento a causa de la crisis económica, y también de cómo ser testimonios de fraternidad y de unidad en la pluralidad de opciones que se ofrecen para Catalunya.

 +Mons. Francesc Pardo i Artigas

Obispo de Girona

Fuente:: Mons. Francesc Pardo i Artigas

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