Recuerdo entrañable de la Beatificación

Mons. Jaume Pujol

Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol    He dejado pasar unos días para considerar, con mayor perspectiva, lo que fue la gran ceremonia de beatificación de 522 mártires que acogió Tarragona el 13 de octubre. Aunque al día siguiente ya di las gracias a todos, en una rueda de prensa, deseo hacerlo ahora nuevamente.

En primer lugar, a los familiares de los propios mártires. Ellos guardaron durante décadas el recuerdo emocionado de los suyos y fueron los primeros que les rezaron, convencidos de que, a ejemplo de Jesucristo,  entregaron su vida por amor. Muchos, en estos días, me han hablado de sus parientes, y me han hecho compartir sus sentimientos cuando oyeron pronunciar sus nombres al comienzo de la ceremonia.

Quiero dar las gracias también al Papa por su bellísimo mensaje, del que nos quedarán palabras inolvidables expresadas con su estilo inconfundible: “No existe el amor por entregas, el amor en porciones”. Y también: “Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos (…) no cristianos barnizados de cristianismo”.

Mi gratitud como arzobispo de Tarragona no tendría fin si quisiera abarcar a todos, desde el cardenal Amato y mis hermanos en el episcopado, hasta tantos sacerdotes y fieles llegados de todas partes. Y, por supuesto, a quienes hicieron posible el éxito de la ceremonia con su colaboración desde las instituciones y desde el voluntariado tan numeroso, desde la preparación de las especies eucarísticas y objetos litúrgicos, hasta las instalaciones materiales necesarias. El Papa, el cardenal Amato y el cardenal Rouco, hablaron de este fruto precioso de los mártires y del ejemplo que nos dieron para nuestra edificación espiritual.

No se me oculta que no todos los ciudadanos entendieron el sentido de la beatificación y así lo hicieron saber en un documento que me fue entregado y en otras manifestaciones. En algunos momentos se pide a la Iglesia que pida perdón. Lo ha hecho en repetidas ocasiones, y yo mismo lo he pedido y pido ahora a quienes han podido sentirse maltratados.

Como escribí en la Carta Pastoral y repetí en la homilía de las solemnes Vísperas celebradas en la Catedral, la glorificación de nuestros hermanos y hermanas no se hace en contra de nadie ni tampoco a favor de nadie. Los mártires son del Señor, pertenecen a la victoria del Señor, no a la de los hombres.

Cuando mañana (dije en aquella Vigilia) nuestros mártires sean beatificados en la liturgia dominical, nadie de nosotros experimentará ni un ápice de resentimiento hacia aquellos que los persiguieron. Ni tampoco la satisfacción de haber cumplido con un acto de justicia histórica, a la manera del mundo. ¿Cómo no vamos a perdonar si todos ellos murieron, a imitación del Señor, con palabras de perdón en sus labios? El primer fruto, diría, la primera gracia de los nuevos mártires, será la gracia del perdón y de la reconciliación.

Transcurridas tres semanas de la gran ceremonia, el balance que me gustaría que quedara es que, considerando el ejemplo de aquellos mártires, avancemos, de la mano de la Virgen María, en el amor total de Jesucristo y de todos nuestros hermanos de cualquier ideología.

+ Jaume Pujol Bacells

Arzobispo de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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