¡Pongamos juntos el Belén!

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garcia_burilloMons. Jesús Garcia Burillo    Queridos diocesanos:

Hoy comienza el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad. En pocos días, las calles se llenarán de luces, los villancicos comenzarán a sonar, las casas se llenarán de bellos adornos. Por eso, hoy quiero poner con vosotros el Nacimiento, parándonos a reflexionar sobre cada una de sus escenas:

El Portal de Belén. El Hijo de Dios, pese a su grandeza, ha venido al mundo en medio de la más absoluta pobreza, en el silencio y la soledad del campo, en la humildad de un sitio destinado para los animales. La celebración de la Navidad no nos propone sólo ejemplos a imitar, como la humildad y la pobreza del Señor, su benevolencia y amor a los hombres; sino que más bien es la invitación a dejarse transformar por el mismo Dios hecho carne. En este
Niño, Dios se ha hecho tan próximo a cada uno de nosotros, tan cercano, que podemos tratarlo de “Tú” y mantener con Él una relación confidencial de profundo afecto, como hacemos cuando nos encontramos con un recién nacido. Porque, quien no acoge a Jesús con el corazón de niño, no puede entrar en el Reino de los Cielos

El anuncio del Ángel a los pastores. Aquellos trabajadores del campo recibieron el anuncio del Ángel de que había nacido su Salvador. En la noche oscura, la luz les ilumina, comunicándoles la Buena Nueva. Tras el miedo inicial y el temor de Dios, los pastores escuchan las palabras de su mensajero. Tras esto, un coro del ejército celestial entona el Gloria, alabando a Dios en las alturas, y deseando la paz entre los hombres. Los pastores
comprenden así que el Mesías tanto tiempo deseado, por fin había llegado. Y estaba allí, entre
ellos, los más humildes. ¿Sentimos nosotros necesidad de un Salvador?

Los pastores van a adorar al Niño. Después de las palabras del Ángel, aquellos mismos pastores emprenden raudos una marcha para ver a su Mesías. Quieren contemplarlo con sus ojos, pero también quieren servirle, adorarle, ponerse a sus pies. Esta marcha de los pastores a Belén para encontrarse con su Salvador puede entenderse también como la primera peregrinación de millones de almas. Al final del camino, siempre está María con el Niño sobre su regazo. Ella de verdad es “refugio de los pecadores”. Ahora todos somos pastores.

+ Jesús García Burillo

Obispo de Ávila

Fuente:: Mons. Jesús García Burillo

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