Nuestra esperanza es fiable

Cartagena Lorca Planes

Cartagena Lorca PlanesMons. José Manuel Lorca    Las lecturas de la Palabra de este domingo se centrarán en la promesa de Dios cumplida en Jesucristo, resaltando la victoria sobre la muerte. Vencer la muerte es algo que sólo podía hacer Dios. La vida después de la muerte era una promesa y una esperanza que se vivió ya en el Antiguo Testamento, como relata la primera lectura, donde se ve a los valientes chicos que se mantuvieron en fidelidad y rechazaron, uno tras otro, la posibilidad de “salvarse” de la muerte. Es admirable como dieron razón de su fe y como prefirieron morir, antes que renunciar a Dios, diciendo: “vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará”.

El Señor hace las cosas bien siempre, por eso quiso que el Crucificado se dejara ver vivo en nuestra historia, victorioso, como el Señor resucitado y glorioso. La Resurrección de Cristo es la causa de nuestra esperanza, porque el mismo Señor, por su misericordia, es el que nos abre la puerta de la futura inmortalidad. Nosotros, con nuestras solas fuerzas, no podemos tener acceso a la Casa del Padre, a la vida y a la felicidad de Dios. Sólo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre y nos ha precedido como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino. La Resurrección es el origen del consuelo y de la esperanza cristiana de la que habla Pablo, una esperanza que ha de proclamarse y debe ser anunciada.

La fe exige esperanza, y esta es la que nos lleva a ver cumplidas las promesas de Nuestro Señor. Atended a lo que dice San Pablo en la primera carta a los Corintios: “¿Cómo dicen algunos que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. […] Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido. […] Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo Resucitó de entre los muertos: el primero de todos” (1 Cor 15, 12-13. 17. 19-20). Nuestro mayor gozo es cuando rezamos el Credo y decimos en voz alta: “creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna…”. Dios nos ha regalado la vida y nos ha creado para la vida, para una vida eterna, porque la vida surgida del Amor creador conlleva una promesa de eternidad.
La fe se manifiesta en el testimonio de vida, que anuncia la esperanza cristiana en la vida eterna. Confiad, porque no estamos solos en esta aventura, el Espíritu sale al encuentro y nos da fuerza para toda clase de palabras y de buenas obras.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

Fuente:: Mons. José Manuel Lorca

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