Mons. Sanz Montes “El Señor me llamó a ejercer este ministerio episcopal como hijo de San Francisco”

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mons_jesus_sanz_montesDentro de pocos días, el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes cumple un decenio desde que fuera ordenado obispo el 14 de diciembre de 2003 en la S.I. Catedral de Huesca, sede en la que desarrolló su labor pastoral durante 6 años. La labor de este franciscano madrileño ha estado ligada desde hace décadas a la formación teológica, doctrinal y científica de la vida contemplativa. 

El Arzobispo de Oviedo es además un activo “tuitero”. A través de su perfil en esta red social @jesussanzmontes comenta, reflexiona y acerca temas de interés en la vida eclesial y diocesana de Asturias. Agencia SIC ha entrevistado a Mons. Jesús Sanz Montes sobre vocación religiosa y ministerio episcopal, la importancia de la formación doctrinal en la Vida contemplativa y su tarea como obispo. 

P.- Usted es miembro de la Orden Franciscana, de hecho su perfil en Twitter lo define como “Franciscano. Arzobispo de Oviedo”.Además  forma parte de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la CEE y   ¿Cómo valora este servicio de las órdenes religiosas, en su caso, unido al ministerio episcopal?

 R.- Cuando Dios llama a un sacerdote para que se convierta en sucesor de los Apóstoles como obispo, le llama con toda su biografía, es decir con todas las llamadas previas que había recibido antes. En mi caso, yo era sacerdote franciscano, y por lo tanto el Señor me llamó a ejercer este ministerio episcopal como hijo de San Francisco. Creo que es un matiz importante, porque Dios lo ha tenido en cuenta al llamarme. Una vez que fui consagrado obispo no abandoné mi condición franciscana, sino que trato de ejercer mi ministerio episcopal al “franciscano modo”. El Santo de Asís vivió de una manera esencial y sencilla el evangelio de Cristo yendo a lo más nuclear. La fraternidad con los hermanos que Dios le dio, la alabanza de Dios en todas sus criaturas, la fidelidad a la Iglesia, su opción por una pobreza que renuncia a apropiarse de las cosas, el compromiso por la paz, son rasgos que han marcado la espiritualidad de San Francisco y que ha configurado esta escuela de santidad. Es evidente que son valores cristianos todos ellos que pueden y deben ser vividos también por un obispo. A esto estoy llamado y a esto trato de ser fiel.

P.- Fue obispo de Jaca y Huesca, formando una unión de diócesis “in persona Episcopi” y posteriormente fue nombrado arzobispo de Oviedo. Dos diócesis del norte de España pero con notables diferencias ¿Qué destacaría de cada una de las diócesis por las que ha transcurrido su ministerio episcopal?

R.- La vida se asemeja a un viaje en tren, como decía la mística suiza Adrienne von Speyr. Y cada tramo del camino aparece en la ventana viajera con todos sus matices de formas y colores dibujando el paisaje fugaz. Lo importante es que tu viaje tenga la meta a la que has sido llamado, y que lo que tus ojos contemplan o tus manos acarician tengan un poso de admiración conmovida que te abra a la gratitud. Yo he visto paisajes y paisanos en Jaca, en Huesca como ahora en Asturias, que tienen mucho de común en lo que se refiere a las montañas y valles, al arte de sus iglesias, a la bondad de sus gentes, y a las preguntas que palpitan por igual en sus corazones. Todo ello responde a la presencia discreta del Buen Dios y a la vivencia sencilla de sus hijos en todas partes. Por supuesto que hay matices diferenciadores entre estas tres diócesis, pero son secundarios ante lo que propiamente es esencial, y que una geografía y una historia no tan diferentes, no introduce factores de extrema diversidad. Pero unos y otros comparten la nobleza en su relación, y la raigambre hondamente cristiana en sus convicciones. Junto a esto, están también los despistes y las trampas en aquello que la humanidad se distrae o se traiciona ante el hecho cristiano

P.- Hace unos días presentaba en Madrid Sapientia Amoris, un completo Plan de Formación Teológica para la Vida Contemplativa que cuenta con una sólida base doctrinal y académica. ¿Cómo valora la importancia de una profunda formación cristiana? ¿Cómo afianzar, mediante esta formación, el arraigo vocacional propio de cada estado? ¿Cuáles son las bases de una sólida formación cristiana?

R.- La Iglesia cuando habla de formación cristiana lo hace con un adjetivo muy importante y significativo: que sea una formación integral. Es decir, que no simplemente responda a algunas dimensiones de la persona humana, sino que logre acompañar todos los factores que nos constituyen. Por ejemplo, una formación teológica que con inteligencia nos permita ver la relación que hay entre la fe y la razón; una formación humana que ponga en juego todos los elementos que nos permiten madurar en nuestra afectividad, en nuestra libertad, en nuestra voluntad; una formación espiritual que acompañe el crecimiento de la fe, la caridad y la esperanza para entender más y mejor el don que hemos recibido cada uno con la llamada personal; una formación pastoral que nos abra al servicio real de la Iglesia con la misión que se nos ha confiado vocacionalmente en este mundo nuestro de hoy. Si tan sólo atendiésemos de modo parcial y fragmentario a algunas de estas cuestiones, podríamos salir especialistas de algún aspecto, pero tremendamente ignorantes y faltos de preparación en los demás perfiles de nuestra personalidad. Dios nos llama por entero, sea cual sea nuestra vocación particular.

(Mª José Atienza – Agencia SIC)

Fuente:: SIC

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