Melquisedec, prefigura de Cristo Sacerdote – II Parte

1.jpg

Redacción (Viernes, 27-12-2013, Gaudium Press)

Superioridad del Sacerdocio de Cristo

San Pablo busca por medio de la Carta a los Hebreos mostrar la superioridad infinita entre el Sacerdocio de Nuestro Señor Jesucristo y el sacerdocio Levítico. Para esto usará la figura misteriosa de Melquisedec, haciendo medio de su didáctica intencional como nos dice Casciaro:

«Las singulares características de Melquisedec hacen de él una ‘figura’ o ‘tipo’ de Cristo. Las relaciones entre Cristo y Melquisedec son expuestas según las reglas que seguían los rabinos para explicar la Sagrada Escritura. Esto es particularmente evidente en el caso de la expresión ‘al no tener ni padre, ni madre, ni genealogía’ para indicar la eternidad de Melquisedec. Parece muy lógico que el autor recurra a la figura de Melquisedec, ya que la misteriosa mención en Gn 14, 18-20 y en el Salmo 109, 4, había despertado hace mucho el interés de los hebreos. Así por ejemplo, Filón de Alejandría entiende que Melquisedec representa alegóricamente la razón humana iluminada por la sabiduría divina. (cf. De legum alleforia, 3,49-82)

«También la literatura apócrifa identificó Melquisedec con diferentes personajes: con Sem, el hijo primogénito de Noé o con el hijo de Nir, hermano del propio Noé. Hay un elemento común en la tradición judaica que coincide de modo singular con la enseñanza de esta epístola: Melquisedec pertenece a un sacerdocio establecido por Dios en una época anterior a Moisés. El historiador judaico Flavio Josefo (años 37-100 d.C.) habla de Melquisedec como un ‘príncipe de Caná’, fundador y gran sacerdote de Jerusalén».[3]

1.jpg
Trinidad Santísima, Iglesia del Triunfo, Cuzco, Perú

Primeramente San Pablo da los datos positivos de Melquisedec: Rey de Salem, Sacerdote del Dios Altísimo, que se encontró con Abrahán. Sin embargo ya de inicio, con la intención de llevar a cabo el objetivo de su Carta, resalta una peculiar característica de Melquisedec: «sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de sus días, ni fin de su vida.» (Hb 7,2)

San Pablo quiere subrayar que, si tales pormenores fueron omitidos en el Génesis, fue por permisión Divina, a fin de aproximar más a Melquisedec al Hijo de Dios.[4] A propósito de ese trecho, comenta el Doctor Angélico:

«De hecho, cuando se dice ‘sin padre’, viene significado el nacimiento de Cristo de una Virgen, lo que es hecho sin padre. Mt 1,20: ‘Aquel que es generado en la ley viene del Espíritu Santo’. Ahora, aquello que es propio de Dios no debe ser atribuido a las criaturas. Ahora, es de solo Dios Padre el ser padre de Cristo. Por eso en el nacimiento de aquel que lo pre-figuraba no debía tener alguna mención del padre carnal.

«Igualmente, en cuanto a la generación eterna se dice: ‘sin madre’. Y esto para que no se entienda que esta generación es material, así como la madre da al hijo la materia, sino espiritual, como el esplendor del sol. Anteriormente (Hb 1,3) había dicho: ‘Es el esplendor de su gloria…’. […]

«‘Sin genealogía’. Y en la Escritura no viene indicada su genealogía por dos motivos: uno, para señalar que la generación de Cristo es inefable. Is 53, 8: ‘¿Quién podrá narrar su generación?’ El otro motivo es para señalar que Cristo, que es introducido como sacerdote, no pertenece al género Levítico ni a la genealogía del Antiguo Testamento. Y esta es la intención del Apóstol.

«Por eso se agrega: ‘sin principio de los días ni fin de vida’. Ahora, se dice eso no porque Cristo no haya nacido en el tiempo y no haya muerto, sino por causa de su generación eterna en la cual es nacido sin inicio alguno en el tiempo. Por eso se dice en Jn 1, 1: ‘En el principio era el Verbo’, esto es, desde cualquier tiempo, el Verbo era primero, como explica Basilio. De hecho él fue antes de cualquier día, pues por medio de Él fue hecho el mundo, con el cual comenzaron los días. Igualmente: ‘ni fin de los días’: y esto es verdad con referencia a la Divinidad, que es eterna. Pero también con relación a la humanidad, porque esa no tiene fin de vida, en cuanto Cristo, resucitando de los muertos, ya no muere más, según Rm 6, 9. Y más adelante (Hb 13,8) se dirá: ‘Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.'» [5]

Semejanzas de Melquisedec con Cristo

Es de notar también que el Apóstol afirma que Melquisedec es semejante a Nuestro Señor Jesucristo y no lo contrario, mostrando así el deseo de reafirmar la superioridad del arquetipo con relación al tipo. Así nos dice Turrado:

«Interesa hacer notar el silencio de la Escritura sobre ese particular [ndr.: el no mencionar la ascendencia de Melquisedec]; silencio que no considera casual, sino dispuesto por Dios, para ‘asemejarlo’ a su Hijo, del que quería que fuese tipo o figura. Así lo afirma resolutamente en la frase final, que sirve de conclusión a todo el trecho: ‘semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre’. Y es de notar que no es Jesucristo semejante a Melquisedec, sino que es el personaje principal, del mismo modo que el santuario terrestre estará asemejado al celeste.» [6]

Otra enseñanza que la Iglesia recoge de la figura de Melquisedec -sobre todo del trecho de la Epístola de San Pablo a los Hebreos que afirma ser Melquisedec sin padre, ni madre, ni tener genealogía alguna- es sobre el estado sacerdotal, del cual proviene una entera consagración, abandonando la familia y las demás relaciones sociales. Así nos enseña el documento sobre el sacerdocio del Concilio Vaticano II:

«La figura y la vida del que es llamado a ser ministro del culto al único Dios verdadero queda traspasada por un halo y un destino de segregación que, de cierto modo, lo pone fuera y por encima de la común historia de los otros hombres: sine patre, sine matre, sine genealogia, dice San Pablo de la figura al mismo tiempo arcana y profética de Melquisedec.» [7]

Superioridad del Sacerdocio de Cristo sobre el levítico

A partir del versículo once, el Apóstol pasa a tratar más específicamente de la superioridad del sacerdocio de Cristo en contraposición al sacerdocio Levítico. Para eso hace uso del Salmo 109 resaltando la afirmación de que Jesucristo tiene un sacerdocio según el orden de Melquisedec, o sea, su ministerio no viene de una sucesión carnal.

«Es un sacerdocio no ‘según el orden de Aarón’, sino según el orden de Melquisedec. […] Quiere, pues, decir que es un sacerdocio semejante, no al de Aarón, sino al de Melquisedec o, más explícitamente, tipo Melquisedec: que tiene las características del de Melquisedec.» [8]

Singularidad del nombre Melquisedec

Otra característica es la singularidad sobre el nombre de Melquisedec. Además de lo que ya fue tratado en el tópico anterior (la historia), también se resalta el significado de Melquisedec (rey de la Justicia), y por ser este mismo rey de la Justicia el rey de Salem que significa rey de la paz. Así se demuestra las dos principales características del reinado mesiánico: un reinado de Justicia y Paz. De manera magistral el Angélico Doctor nos explica:

«Ahora, en la Escritura se dice de él dos cosas: antes que nada el nombre, esto es Melquisedec, que ‘traducido significa rey de justicia’, y significa Cristo, que fue rey. Jr. 23,5: ‘Y reinará y será sabio y ejercerá el derecho y la justicia sobre la tierra.’ Y no apenas viene llamado justo, sino también rey de la justicia, pues se hizo por nosotros la sabiduría y la justicia: 1 Cor 1,30.

«La otra cosa que es dicha de él es la condición. Por eso se dice: ‘rey de Salem, esto es rey de la paz’. Esto se adiciona a Cristo. Él de hecho es ‘nuestra paz’, según Ef 2,14; Sl 71,7: ‘Despuntará a los suyos la justicia y abundancia de paz’.

«Y con eso el Apóstol comienza a servirse, en la predicación, de la interpretación de los nombres. Y une muy oportunamente la justicia y la paz porque ninguno crea la paz sino aquel que observa la justicia. Is 32,17: ‘Será obra de la justicia la paz’. En este mundo los hombres son gobernados por la justicia, mas en aquel futuro por la paz. Is 32,18: ‘Mi pueblo será asiduo en la belleza de la paz.'» [9]

Superioridad del Nuevo Testamento sobre el Antiguo

Después de haber visto la relación tipo-arquetipo existente entre Melquisedec y Nuestro Señor, buscamos demostrar la verdad que enunciamos en la introducción del presente artículo, esto es, que el Nuevo Testamento excede a perder de vista, en grandeza y santidad el Antiguo Testamento.

Es lo que nos dice tan bellamente El Apóstol al iniciar su carta a los Hebreos, que fue utilizada como base para el presente trabajo: «Muchas veces y de diversos modos una vez habló Dios a nuestros padres por los profetas. Últimamente nos habló por su Hijo, que constituyó heredero universal, por el cual creó todas las cosas. Esplendor de la gloria (de Dios) e imagen de su ser, sustenta el universo con el poder de su palabra. Después de haber realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en el más alto de los cielos, tan superior a los ángeles cuanto excede de ellos el nombre que heredó». (Hb. 1,1-4)

Por Millon Barros
________________________________________

[3] CASCIARO, José Maria et al. Biblia Sagrada. Braga: Edições Theologica, 1991, p. 383-384. Tomo III (Epístolas de São Paulo: Tessalonicenses, Pastorais, Epístolas aos Hebreus, Epístolas Católicas, Apocalipse).
[4] Esa es una exégesis comúm en el rabinato (cf. Casciaro et al. 1991, p. 384 e 385).
[5] D’AQUINO, S. Tommaso; MONDIN, Battista. Commento al Corpus Paulinum (Expositio et lectura super epistolas Pauli Apostoli) – Vol. 6: Lettera Agli Ebrei. Bologna: Edizioni Studio Domenicano, 2008. Cap. 7. Lección 1, n.333).
[6] TURRADO, Lorenzo. Biblia Comentada VI: Hechos de los Apóstoles y Epístolas paulinas. Sección Sagradas Escrituras. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1965.
[7] CASCIARO, José Maria et al. Biblia Sagrada. Braga: Edições Theologica, 1991, p. 386. Tomo III (Epístolas de São Paulo: Tessalonicenses, Pastorais, Epístolas aos Hebreus, Epístolas Católicas, Apocalipse).
[8] TURRADO, Lorenzo. Biblia Comentada VI: Hechos de los Apóstoles y Epístolas paulinas. Seccion Sagradas Escrituras. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, p. 485.
[9] D’AQUINO, S. Tommaso; MONDIN, Battista. Commento al Corpus Paulinum (Expositio et lectura super epistolas Pauli Apostoli) – Vol. 6: Lettera Agli Ebrei. Bologna: Edizioni Studio Domenicano, 2008. Cap. 7, Lección 1, n.333.

 

Fuente:: Gaudium Press

Leer más http://es.gaudiumpress.org/content/54334