María, señal de esperanza cierta y de consuelo

Antonio Mª Rouco Varela

Antonio Mª Rouco VarelaMons. Antonio Mª Rouco Varela     Mis queridos hermanos y hermanas:

Cerca ya la fiesta de nuestra Patrona, la Virgen de la Almudena, deseo invitaros a preparaos con alegría a su celebración el día 9 de Noviembre. Madrid, que metida ya en el tercer milenio de la historia, es una ciudad moderna y antigua al mismo tiempo. La advocación de la Almudena a la Madre de Dios data nada menos que de los comienzos de segundo milenio: fue en el año 1085 cuando los habitantes de esta ciudad comenzaron a honrar a la Virgen con esta advocación. También el Voto de la Villa, que renovará la Señora Alcaldesa tiene un origen muy antiguo. Desde el 8 de septiembre de 1646, los madrileños siguen renovando su voto de asistir “a la festividad de Nuestra Señora de La Almudena… perpetuamente para siempre jamás, esperando que este servicio le será muy agradable a la Virgen Santísima… y para bien público de esta Villa”. Aquel primer voto fue, como sabéis, en acción de gracias por haber salido sanos y salvos de una inundación. Hoy seguimos dando gracias a la Virgen, pidiendo lo mejor para esta ciudad, que ha manifestado su fe en Cristo y su amor a la Iglesia durante muchas generaciones de cristianos en las que ha habido numerosos mártires y santos. Fe que ha resplandecido con singular belleza en la JMJ 2011, presidida por el Santo Padre Benedicto XVI.

Os animo a participar en la Santa Misa que se celebrará en la Plaza Mayor, y en la posterior procesión en la que honraremos a nuestra patrona por las calles de Madrid hasta la Catedral de la Almudena. El lema de este año es María, señal de esperanza cierta y de consuelo, una expresión que procede de un texto luminoso del Concilio Vaticano II, al final de la constitución sobre la Iglesia: “La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo”.

Recientemente el Papa Francisco recordaba que “María siempre está con nosotros. Sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal… Donde está la cruz para nosotros los cristianos hay esperanza. Si no hay esperanza, no somos cristianos. Por eso me gusta decir: no os dejéis robar la esperanza”.

Sus palabras adquieren una gran resonancia en estos momentos en el que tantas familias sufren las diversas crisis en nuestra sociedad: crisis humanas, morales y espirituales, crisis económicas: ¡no nos dejemos robar la esperanza! Pienso especialmente en tantas personas y familias en paro, en tantos matrimonios jóvenes que no pueden criar dignamente a sus hijos, en tantas mujeres que sufren maltrato y marginación. Os recuerdo a este respecto unas palabras de los Obispos españoles: “Sin la familia, sin la protección del matrimonio y de la natalidad, no habrá salida duradera de la crisis. Así lo pone de manifiesto el ejemplo admirable de la solidaridad de tantas familias en la que abuelos, hijos y nietos se ayudan a salir adelante como solo es posible hacerlo en el seno de una familia estable y sana”.

En estos momentos de crisis y de incertidumbre económica, la acción de <<Cáritas>> diocesana y parroquial, y de tantas obras de caridad que llevan a cabo numeras realidades eclesiales de nuestra ciudad, son un testimonio esperanzador de cómo la fe sabe transformarse en obras de servicio. Hay muchas manos trabajando en esas acciones de auténtica caridad cristiana: yo pido hoy, confiando en la intercesión de nuestra Madre y Patrona, que esas manos se multipliquen y que nos conceda por medio de su Hijo, las gracias espirituales y materiales que necesitamos.

A los largo de este año hemos contemplado, con agradecimiento a Dios, los abundantes frutos de la Misión Madrid, que se ha desplegado en numerosas iniciativas de evangelización en los ambientes más diversos de nuestra ciudad. Ponemos esos frutos a los pies de la Virgen, como los granos de trigo a los que alude su nombre, para que esos granos se transformen en un trigal fecundo para la Iglesia entera. Pedimos también a nuestra Madre de La Almudena que nos siga bendiciendo en la Misión Madrid para alcanzar, con su ayuda, los retos pastorales que nos hemos propuesto para este curso. Y le rogamos que nos acompañe en nuestro caminar creyente en este tiempo último que nos queda para finalizar el Año de la Fe, el próximo 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.

Con mi afecto y bendición.

+ Antonio Mª Rouco Varela

Cardenal-Arzobispo de Madrid

 

 

Fuente:: Mons. Antonio Mª Rouco Varela

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