María, Madre de la fe

Mons. Vives

Mons. VivesMons. Joan E. Vives     La Virgen Inmaculada es la figura que llena todo este tiempo de preparación a la Navidad, que es el Adviento. En su querida persona todos nos encontramos, ya que es Inmaculada y Madre de la fe, “¡feliz porque ha creído!” (Lc1,45). El Papa emérito Benedicto XVI comenta : “María es feliz porque tiene fe, porque ha creído, y en esta fe ha acogido en su seno al Verbo de Dios para entregarlo al mundo. La alegría que recibe de la Palabra, se puede extender ahora a todos los que, en la fe, se dejan transformar por la Palabra de Dios” (Verbum Domini n.124). La fe y el amor la llevan a la alegría.

En este Adviento, nos encomendamos a María Inmaculada para que nos ayude en la lucha contra el pecado y nos lleve a Cristo, fuente de misericordia siempre abierta. La oración más antigua que conocemos dirigida a la Virgen María dice: “Bajo tu protección (“Sub tuum praesidium“) nos refugiamos, oh Santa Madre de Dios, no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades. En todos los peligros líbranos siempre, Virgen gloriosa y bendita.” Fue encontrada en un papiro copto fechado hacia el año 250 y escrito en griego. ¡Cuántas generaciones de cristianos y hasta nosotros mismos le hemos dirigido estas súplicas!

En un sermón famoso, San Bernardo de Claraval (1090-1153) suplica a María, en nombre de toda la humanidad, que acepte lo que le pide el ángel, y así se haga realidad la salvación y la luz de Dios por la Encarnación. El ángel le pide ¡que se levante deprisa, que corra hacia Aquel que la llama y que le abra toda la vida! También nosotros no podemos dejar de levantarnos, correr y abrir de par en par nuestra existencia a Dios. Esto es creer! “Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Creador. Mira que el deseado de todos los pueblos está llamando a tu puerta. Si tardas en abrirle, pasará de largo y luego volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. ¡Levántate, corre, abre! Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento.” (Homilía 4). María fue el instrumento que colaboró a hacer posible la obra salvadora de Dios. El Todopoderoso no realiza su voluntad de manera impositiva. La obra de Dios, llevada a cabo por el Espíritu Santo, respeta la libertad de la persona. Yo puedo obedecer o no escuchar su llamada. Pero si el ángel nos visitara… ¿qué le diríamos? ¿haríamos como la Virgen María, que se lo da todo? ¿que se pone toda ella a disposición de la voluntad del que la viene a visitar? La fe es esta disponibilidad total al amor de Dios, una disponibilidad que se hace obra de amor. ¿Qué nos está pidiendo el ángel de Dios en esta Navidad que se acerca? ¿Qué realización bondadosa está dependiendo de mi sí, de mi respuesta?

El Papa Francisco se pregunta : ” María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe, una verdadera creyente. ¿Cómo es la fe de María? La fe de María desata el nudo del pecado. “Lo que ató la virgen Eva, por su falta de fe, lo desató la Virgen por su fe” (S. Ireneo) . Por la misericordia de Dios, nada es imposible. Hasta los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre. “Dejemos que el Adviento nos ablande el corazón endurecido, y que la Virgen Inmaculada sea nuestra protectora. Mantengámonos agradecidos por su sí generoso, aprendiendo de sus compromisos de vida y perseverantes con Ella en la oración para que “venga a nosotros el Reino del Padre” (cfr. Mt 6,10).

+ Joan E. Vives

Arzobispo de Urgell

Fuente:: Mons. Joan E. Vives

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