La tierra de los vivientes

IcetaGavicagogeascoa

IcetaGavicagogeascoaMons. Mario Iceta    Egunerokotasunak argi izpiak dakarz   

Comenzamos el mes de noviembre, ya bien entrados en las tareas cotidianas. Para algunos, después del tiempo estival, podrá parecerles volver a una pesada rutina, a una cotidianeidad que ya no ilusiona. Debemos alejar decididamente este sentimiento. El tiempo es siempre ocasión de gracia, la vida cotidiana, incluso la que pudiera parecer más gris es, sin duda, lugar de encuentro con Dios que llena la vida de luz y calor. Quizás nos falte la fe y la confianza para verle presente en nuestra vida. Él sale a nuestro paso en cada circunstancia y acontecimiento, de modo particular cuando aparece la cruz en nuestro camino. Ojalá tengamos ojos de fe para percibir esta presencia y crecer en amistad y confianza en Él.

Domu Santu, itxaropenari zabaldutako eguna 

Y esto tiene que ver con lo que celebramos en el primer día del mes: la celebración de todos los santos. Precisamente la Iglesia nos dice con esta fiesta que es en la vida cotidiana donde vivimos el seguimiento de Jesús, el ejercicio constante y radical de la caridad, es decir, el camino de la santidad, de ir configurándonos cada día más y más a Jesús y actuar con sus mismos sentimientos y actitudes. Para muchos se trata de una fiesta entrañable y nostálgica, pero también abierta a la esperanza. Millones de hermanas y hermanos nuestros que no se dejaron vencer por la mediocridad, sino que tomaron en serio su condición de seguidores de Jesús e hicieron de su vida el cántico nuevo del que habla el libro del Apocalipsis, que es el canto del amor y la entrega, de la humildad y el servicio, del perdón y la misericordia, en el murmullo sereno de lo cotidiano, sin ruidos ni primeras páginas. Me gusta recordar las palabras de Santa Edith Stein que a este respecto dice: “Cuanto más profundamente esté sumergida una época en la noche del pecado y en la lejanía de Dios, tanto más necesita de almas que estén íntimamente unidas con Él. Aun en esas situaciones Dios no permite que falten tales almas. En la noche oscura surgen los grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que sólo experimentaremos en el día en que todo lo oculto será revelado” (Santa Edith Stein, meditación sobre la epifanía, 6 de agosto de 1940).

Harri biziak gara, gorputz-adar garrantzitsuak 

Somos, por tanto, un Pueblo en camino, una tierra de vivientes en Cristo, el que Vive para siempre, que sabemos hacia dónde nos dirigimos, hacia el encuentro pleno y definitivo con Dios y con los hermanos y hermanas que ya partieron y que viven para siempre con Él, en la felicidad y plenitud de los santos. Durante este mes, también celebraremos el día de la Iglesia diocesana. El Señor nos ha convocado a formar parte de un Pueblo, que está llamado a la santidad, constituido por unos rostros concretos, unidos en torno a Él como hermanos, viviendo la fe y el amor en un lugar concreto, presididos por un sucesor de los apóstoles, el obispo, que realiza y garantiza nuestra comunión con toda la Iglesia universal. En el día de la Iglesia diocesana damos gracias a Dios por esta porción concreta a la que pertenecemos y en la que hemos sido injertados como el sarmiento a la vid. Tomemos conciencia de que somos piedras vivas, miembros activos de un Cuerpo. Es un día para rezar por nuestra Iglesia local, dar gracias a Dios por todos los dones y carismas que en ella suscita. Debemos pedir humildemente por la santidad y fidelidad de todos los que la conformamos, ser sal y luz, anunciadores de la Buena Noticia. Y debemos también colaborar en sus necesidades y el sostenimiento de sus obras de evangelización y ayuda a los empobrecidos y necesitados.

Bateoa fedeari ateak zabaltzea da 

Concluye el mes con el final del año litúrgico, la celebración del Reinado de Cristo sobre la creación y la conclusión del año de la fe. Cristo ha vencido en su Misterio Pascual y, en el bautismo, nos ha agregado a esta victoria. Es precisamente el bautismo la puerta de la fe. Por eso debemos agradecer a Dios el don de la fe, cuidar de que este don crezca con su ayuda y su gracia, tener una constante actitud de conversión que nos haga cada día imagen más perfecta de Jesús, confirmar y confesar la fe siendo testigos de su amor. Que la clausura de este año de la fe constituya el comienzo de una nueva etapa de nuestra vida, operada por una fe más viva, profunda y consciente. Que María, Madre y modelo de fe, nos acompañe. Con afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

Fuente:: Mons. Mario Iceta Gabicagogeascoa

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