La clausura del Año de la Fe: Un impulso nuevo para comunicar la alegría de la fe

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eusebiohernandezobtarazonaMons. Eusebio Hernández       Queridos hermanos y amigos:

Hoy 24 de noviembre, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, concluye el Año de la Fe. Un tiempo durante el cual el papa Benedicto XVI y, posteriormente, el papa Francisco, han invitado a todos los fieles a que comprendamos más profundamente el fundamento de la fe cristiana, que podría resumirse como encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da a la vida un nuevo horizonte y una orientación decisiva.

La fe es un viaje espiritual que nos cambia la vida y nos llena de fuerza, arrojando luz que ayuda a comprendernos y a comprender a los demás y a entender la vida y el mundo. Esta luz ilumina los anhelos de felicidad, de paz y de amor que están anclados en el centro de nuestros corazones.

Por ello la conclusión del Año de la Fe no es un punto final de una realidad que termina es un punto de inicio, un impulso para que la fe sea el motor que anima la vida de cada cristiano y cada comunidad.

Como miembros de la Iglesia este Año de la Fe todos hemos debido sentir la llamada a ser siempre fieles a nuestro Maestro, Jesucristo, que nos invita continuamente a anunciar con palabras, obras y actitudes la salvación que Él nos regala.

Para los obispos, presbíteros y diáconos debe suponer una apertura al Espíritu Santo para sabernos siempre acompañados por Él y poder así pedirle la respuesta oportuna que debemos dar ante los retos que nos presenta nuestra acción pastoral y para no sentirnos desfallecidos o desorientados ante las dificultades.

Junto a los pastores, para los religiosos y fieles laicos dedicados al cuidado pastoral de alguna parcela de la Iglesia, el Año de la Fe debe también suponer una actitud de dejarnos guiar por la luz de la palabra de Dios, que ilumina y salva. En las distintas actividades pastorales -catequesis, enseñanza, Cáritas- el cristiano se debe sentir impulsado por la fuerza de la Palabra.

Una mención especial merecen las familias, un elemento fundamental de la Iglesia. Este Año de la Fe debe suponer para ellos el saber captar el don de la fe y vivir en ella para saber afrontar con amor las dificultades y pruebas de la vida, constituyéndose en los que son: Iglesia doméstica.

El Año de la Fe ha debido ser una oportunidad para sensibilizarnos para trabajar por un mundo mejor y más justo, intentando motivarnos a una vida más comprometida, caritativa y constructiva. Es, en definitiva, el ejercicio del amor por parte de la Iglesia como “Comunidad de Amor”.

Al clausurar este año de gracia y renovación de la fe en cada miembro de la Iglesia no hemos puesto un punto final, supone un punto de inicio un impulso renovado para vivir y profesar con palabras y obras nuestra fe, hasta el día en que oigamos de Cristo, como hemos escuchado en el Evangelio de esta solemnidad: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

24 de noviembre de 2013

Fuente:: Mons. Eusebio Hernández Sola

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