Imprescindible: la familia

Mons. Antonio Algora

Mons. Antonio AlgoraMons. Antonio Algora      En esta aventura de dar a conocer la aportación del papa Francisco a nuestra Iglesia en la exhortación post-sinodal Evangelii gaudium, viene al caso citarle en el Día en que la Iglesia celebra «la Sagrada Familia»: «La familia atraviesa —dice él— una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede “del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total”» (EG 66).

Como todo en el papa Francisco se une al conocimiento de la realidad, de lo que está pasando, la habilidad para decir en pocas palabras la alegría de la aportación cristiana en este caso recogida de los obispos franceses. ¿Cómo orientar a nuestros jóvenes y entusiasmarles con la gran tarea de ser y crecer como personas capaces de entregar la vida y entregarse esponsalmente? Adquirir y madurar en la capacidad de amar, capaces de asumir compromisos de por vida… ¡Lo más propio humano! Lo que nos caracteriza a los hijos de Dios que han aceptado la fe en el que no deja de amar al ser humano nunca ¡Cómo ama Jesucristo a su Iglesia! Resumen de ¡Cómo ama Dios Padre a la humanidad en su Hijo nacido de una mujer!

En otro lugar de la exhortación, del Papa nos dice: «El substrato cristiano de algunos pueblos —sobre todo occidentales— es una realidad viva. Allí encontramos, especialmente en los más necesitados, una reserva moral que guarda valores de auténtico humanismo cristiano. Una mirada de fe sobre la realidad no puede dejar de reconocer lo que siembra el Espíritu Santo. Sería desconfiar de su acción libre y generosa pensar que no hay auténticos valores cristianos donde una gran parte de la población ha recibido el Bautismo y expresa su fe y su solidaridad fraterna de múltiples maneras» (EG 68). A veces nos lamentamos de cómo se ha deteriorado la sociedad y de cómo se han promulgado leyes que disuelven el matrimonio y lo reducen a un papel que se rasga con toda rapidez, pero podemos, y aun debemos, confiar más en ese substrato, repito: «Allí encontramos, especialmente en los más necesitados, una reserva moral que guarda valores de auténtico humanismo cristiano». En las peores condiciones económicas y sociales los pobres nos traen la Buena Noticia de la fidelidad conyugal y del cuidado de los hijos que deberían avergonzarnos a los que todo lo tenemos en medios y recursos.

Recibamos en nuestras familias esta invitación del Papa: «Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor”. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores» (EG 3). ¡Felicidades, Familia, hay para vosotros futuro!

Vuestro obispo,

† Antonio Algora

Obispo de Ciudad Real

Fuente:: Mons. Antonio Algora

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