Hoy clausuramos el “AÑO DE LA FE”
Mons. Alfonso Milián Hoy clausuramos el Año de la fe, que promulgó el Papa emérito Benedicto XVI, con dos acontecimientos trascendentales para la vida de la Iglesia en su mente y en su corazón: el Concilio Vaticano II, de cuya apertura se han cumplido cincuenta años, y el Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado hace veinte.
Durante el Año de la fe nos hemos aplicado a releer y profundizar los documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo. Estos valiosos escritos para la vida del cristiano han sido tema de formación para los sacerdotes, de retiro espiritual para los seglares y de estudio para los catequistas en su Escuela de Verano, celebrada como
siempre en Peralta de la Sal. Además, el cardenal Marc Ouellet desarrolló una documentada ponencia sobre las cuatro constituciones conciliares en el encuentro anual de los sacerdotes de Aragón, en la Seo zaragozana.
Pero en este año ha habido un hecho extraordinario que emerge sobre todos los demás: la beatificación de los 522 mártires de la persecución religiosa del siglo pasado, celebrada recientemente en Tarragona. Allí estuvo una vez más nuestra Diócesis, participando de forma destacada, por la beatificación de los mártires benedictinos del Pueyo y de “los curetas de Monzón”.
Aún resuenan los ecos de las celebraciones de acción de gracias, en el Santuario de Nª Sª del Pueyo y en la concatedral de Santa María del Romeral de Monzón, vividas como una profunda experiencia de fe por el testimonio excepcional de estos mártires.
Quiero agradecer la cuidada preparación de ambas celebraciones por parte de los sacerdotes y fieles en ambos lugares. Durante varios meses han motivado a la comunidad cristiana para acoger estas beatificaciones como un regalo de Dios. El nuevo altar del Santuario del Pueyo y la capilla de los mártires de nuestra concatedral de
Monzón han sido preparados para acoger y venerar las reliquias de estos beatos.
¡Gracias a todos los que habéis colaborado en estos acontecimientos! El testimonio de fe de los mártires y la presencia de sus reliquias serán una llamada constante a vivir nuestra fe con mayor coherencia e intensidad.
El papa emérito Benedicto XVI nos advirtió que uno de los principales frutos del Año de la fe debía ser «redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto de fe con el que se cree». Es lo que hicimos el pasado sábado en la peregrinación de las Diócesis de Aragón al Pilar de Zaragoza.
Profesamos la fe en la catedral de la Seo, celebramos la fe en la Eucaristía que tuvo lugar a continuación en el Pilar, y nos despedimos de la Virgen, por la tarde, con un vibrante envío a vivir y testimoniar la fe en nuestros pueblos y ciudades.
Fortalecidos en la fe y animados por la gozosa experiencia de comunión vivida con las demás Iglesias de Aragón, hemos vuelto a nuestras comunidades de origen con el deseo de dar testimonio de nuestra fe en la parroquia, en el pueblo, en los lugares de trabajo o donde quiera que nos encontremos.
Deseo que este año haya servido para fortalecer nuestra fe, aumentar nuestros deseos de comunicarla y ser testigos convencidos de Jesucristo en medio del mundo.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón
Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas
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