Germanor
Mons. Jaume Pujol A los sacerdotes –y lo mismo me ocurre como arzobispo- no nos gusta mucho tener que hablar de necesidades económicas de la Iglesia y apelar a la generosidad de los fieles. A nadie le gusta pedir y no lo haríamos si no fuera una necesidad. Como se necesitan medios, para cubrir unos gastos indispensables, la Iglesia ha establecido, para el tercer domingo de noviembre, una jornada llamada “Germanor” o “Día de la Iglesia Diocesana” en el que se hace un llamamiento para que sea posible mantener con dignidad a las personas y lugares de culto. También para poder seguir prestando el impagable servicio a los más necesitados, a través de organizaciones como Cáritas o Manos Unidas. Y para conservar el patrimonio, fruto la mayoría de veces de generosas donaciones, de cuyo mantenimiento somos responsables.
En esta jornada los fieles aportan donaciones para que sean distribuidas de acuerdo con las necesidades de conjunto de nuestra Archidiócesis. Esta actividad de solidaridad entre fieles de distintas circunscripciones parroquiales o territoriales se ha mantenido desde los comienzos del cristianismo. Se basa en que en una actitud cristiana no cabe el egoísmo ni individual ni de grupo. Basta leer las cartas de san Pablo a las Iglesias para ver con que ánimo afronta pedir a unas que ayuden a otras que se encuentran en mayor necesidad, estableciendo un modo de vasos comunicantes en los que la dignidad humana nunca quede afectada por falta de recursos, y sea garantizada siempre entre los discípulos de Cristo. En los Hechos de los Apóstoles (11,29-30) san Lucas subraya la comunión entre la Iglesia de Antioquía, más rica, y la de Jerusalén, más pobre. Dice: “Los discípulos determinaron que cada uno, según sus posibilidades, mandara una ayuda a los hermanos que vivían en Judea. Lo hicieron enviándola a los presbíteros a través de Bernabé y Saulo”.
La aportación, en aquel tiempo y también ahora, debe ser proporcionada “a cada uno según sus posibilidades”. Esta es la medida de la generosidad. No se trata de una propina, sino de una donación a la medida de lo que podemos entregar y del amor que tenemos a la Iglesia diocesana. No pensemos, sin embargo, que esta jornada de “Germanor” tiene un significado únicamente práctico de lograr unos medios económicos que permitan cada vez más la autofinanciación de la Iglesia. Es también signo de unidad. Como dice san Pablo en la primera carta a los Corintios (10,17) “nosotros, que somos muchos, debemos llegar a ser un solo pan, un solo cuerpo”.
Con la seguridad pues de que comprenderéis bien el sentido de esta jornada, os animo a vivirla en unidad y generosidad con todos nuestros hermanos en Cristo.
+ Jaume Pujol Bacells
Arzobispo de Tarragona y primado
Fuente:: Mons. Jaume Pujol