Estrenos de cine de la semana. Stockholm y Un cerdo en Gaza

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El Pequeño Ángel

el_pequeño_ángelEl Pequeño Ángel cuenta la historia del más joven de los ángeles que vive en el cielo. El pequeño acude a una academia de ángeles para que le enseñen a cantar, hacer nubes o volar, pero él es inquieto, travieso y muy torpe. Buscando el regalo más especial para llevarle al Niño Jesús el día de Navidad, regresará junto a su cachorro Halo a la Tierra, dónde le esperaran grandes aventuras. Basada en uno de los 15 libros infantiles más vendidos de la historia con El Pequeño Ángel, se logra experimentar el amor, la risa y la magia de una de las historias de los niños más populares de todos los tiempos.

Malavita

Tras dar información a la policía sobre la mafia, Fred Manzoni, un capo de la mafia y su familia son trasladados a un tranquilo pueblo en Francia, por el programa de protección de testigos, A pesar de los esfuerzos de los agentes porque se adapten a un estilo de vida ‘normal’ la familia Manzoni no puede evitar recaer en viejas ‘costumbres’ al lidiar con sus problemas.

Blue Jasmine

blue_jasmineEl último trabajo de Woody Allen narra la ‘adaptación’ de Jasmine,  conocida personalidad de la alta sociedad de Nueva York al mudarse al modesto apartamento de su hermana Ginger después de separarse de Hal, un adinerado hombre de negocios. Con su cinismo habitual, Allen recorre las extrañas relaciones de las parejas, la alta sociedad americana, la ‘hipocresía social’ y en el fondo, la tremenda soledad en la que se desarrollan los personajes.

¿Quién mató a Bambi?

La comedia española se caracteriza, casi siempre, por un extremados histrionismo en sus guiones y puestas en escenas y ésta película continúa con ese modelo. ¿Quién mató a Bambi? es la historia de dos amigos que tienen que encontrar la manera de que el Presidente de la compañía en la que trabajan, y suegro de uno de ellos, regrese sano y salvo a su casa, ya que por extrañas circunstancias se encuentra encerrado semidesnudo en el maletero de su coche. Paralelamente, un empresario endeudado y su socio intentan un secuestro exprés, aunque por una serie de desafortunadas coincidencias acaban secuestrando a su padre por equivocación… una serie de ‘casualidades’ inverosímiles se suceden en esta película que llega a los cines este fin de semana.

La realidad, sin edulcorantes, pero sin cinismo

Se estrenan dos interesantes películas. Stockholm, del español Rodrigo Sorogoyen, que denuncia la cultura del «usar y tirar» en quienes sólo buscan relaciones sexuales esporádicas para disimular su propio vacío, y Un cerdo en Gaza, segunda película del francés Sylvain Estibal que, en la estela del neorrealismo italiano, consigue aproximarse a una realidad humana muy dura, con la óptica de la ternura e incluso del humor

Stockholm

STOCKHOLMSon muchas las películas que rastrean las relaciones esporádicas de tantos jóvenes que sólo buscan en el otro una noche de placer que disimule el propio vacío. Algunas tienen la mirada más crítica, otras son más complacientes. La novedad que aporta esta película española de Rodrigo Sorogoyen, que tantos Premios acaparó en el pasado Festival de Málaga –incluido el católico Premio Signis–, es la radicalidad con la que pone el dedo en la llaga, y la autenticidad de su guión y puesta en escena. Javier Pereira (que también triunfó hace años en Málaga con  Heroína) encarna a un joven que, en una noche de fiesta, se encapricha de una chica a la que  acaba de conocer (Aura Garrido). Ella muestra claramente su indiferencia desde el principio, pero las artes de seducción de él, simpático y espontáneo, van a ir minando las defensas de la joven, que finalmente decidirá darle una oportunidad.

Lo que comienza como una típica historia de jóvenes en busca de sexo, se va convirtiendo en una versión juvenil de Secretos de un matrimonio, de Bergman: sólo dos actores, en un espacio reducido, con largos diálogos que profundizan en sus vidas, en sus heridas y esperanzas, con el tempo naturalista de quien poco a poco va conociendo al que era un desconocido. Pero Sorogoyen no se conforma con una descripción nada superficial de la relación, sino que da un paso más, y mira de frente lo que ocurre cuando las personas son un mero medio para conquistar una sensación furtiva de placer, cuando son únicamente parte de nuestro plan, cuando son, en definitiva, de usar y tirar. Esta mentalidad de consumir relaciones, tan extendida, tan propia de zombis, ha dado a luz una generación minusválida en lo que al amor adulto se refiere, y por ello es muy interesante que un director como Sorogoyen se atreva a ir hasta el final en su mirada crítica, sin concesiones.

El cinismo habitual en el que caen este tipo de películas, deja paso en esta cinta a una bofetada a la hipocresía o al escepticismo cómplice. Una película necesaria.

Un cerdo en Gaza

El neorrealismo italiano fundó un estilo cinematográfico, casi un método, al que frecuentemente vuelven cineastas de lo más variopintos. Ese método consistía en aproximarse a una realidad humana dura y sangrante con la óptica de la ternura, y en ocasiones con el filtro del humor. De este modo, lejos de traicionar la hondura del drama que se cuenta, el cineasta se coloca en una perspectiva más verdadera, la que da siempre la última palabra a la grandeza del ser humano y a su dignidad. Además, la historia se hace mucho más universal, y pueden acceder a ella muchos más espectadores, incluso aquellos que no quieren ir al cine a sufrir.

un cerdo en gaza

Este método se puede percibir perfectamente en Un cerdo en Gaza, segunda película del francés Sylvain Estibal, coproducción entre Francia, Bélgica y Alemania. El tema es de la vida cotidiana de los palestinos de Gaza, bajo el control férreo del ejército israelí. Jafaar (Sasson Gabay) es un pobre pescador. Malvive con su es

Como es fácil imaginar, la surrealista peripecia del cerdo es el catalizador para hablar de lo que realmente quiere proponer el director, la ansiada convivencia pacífica entre judíos y palestinos.posa Fátima (Baya Belal) en la parte baja de una torre de vigilancia de soldados israelíes. Un día encuentra en sus redes un cerdo, seguramente caído de un barco carguero. Como buen musulmán, decide deshacerse rápidamente del animal impuro, pero su situación económica le aconseja venderlo. Sin embargo, no va a ser nada fácil, ya que ni judíos ni palestinos quieren saber nada de cerdos.

Pero esta tesis final, muy explícita en el último tramo, no edulcora una realidad nada fácil, y una cuestión decisiva como el terrorismo tiene su papel importante dentro de la trama.

También la sencilla religiosidad de Jafaar aparece reflejada con una ternura casi infantil. El difícil equilibrio entre lo cómico, a menudo berlanguiano, y lo dramático está muy bien resuelto, y confirma las dotes de Estibal también como guionista. Una propuesta fresca, luminosa, divertida, y profundamente humana.

 

Juan Orellana, en Alfa Y Omega

Fuente:: SIC

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