Estrenos de cine de la semana. Dos joyas del cine nipón

en llamas

 en llamasLos Juegos del Hambre: En llamas

Segunda parte de la famosa trilogía basada en las novelas de Suzanne Collins. Una vez proclamados vencedores de los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, Katniss Everdeen y Peeta Meellark, comienzan una nueva vida marcada por el tour de los vencedores. En su recorrido por los distintos distritos se dan cuenta que algo está cambiando: noticias de revueltas, ejecuciones, endurecimiento de la política del Capitolio. Todo cambiará cuando se anuncien los 75 Juegos del Hambre, y con él, el perverso plan del Presidente Snow para acabar con Katniss, o lo que es lo mismo: el sinsajo símbolo de la nueva revolución.

Plan en Las Vegas

plan las vegas

Comedia disparatada en la que cuatro amigos de la infancia: Billy, Paddy, Archie  y Sam, interpretados por Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline respectivamente viajan a las Vegas como “despedida de soltería y juventud” de Billy. Pero al poco de llegar, descubren que el tiempo ha pasado también por Las Vegas y que los años no pasan en balde para los amigos. El “Rat Pack” (Sinatra y compañía) reinó en el Sands y ahora el Cirque du Soleil manda en el Strip, pero los cuatro amigos son capaces de conquistar Las Vegas.

Camille Claudel, 1915

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La vinta relata el internamiento en 1915 de Camille Claudel en un asilo de enfermos mentales del sur de Francia. La artista no volverá a esculpir y pasa los días en espera de la visita de su hermano Paul. Interpretada por Juliette Binoche, la actriz rodó a las órdenes de Dumont en un manicomio real rodeada de auténticos pacientes.

 

Dos joyas del cine nipón

Una vez más el cine oriental nos da un lección de cine humanista. Coinciden en la cartelera dos películas de sendos maestros contemporáneos del buen cine. Una familia de Tokio ha conquistado la Espiga de Oro del Festival de Valladolid; De tal padre tal hijo ha obtenido el Premio del público en el Festival de San Sebastián, así como el Premio del Jurado del Festival de Cannes, donde también consiguió una mención del Jurado Ecuménico.

 

Una familia de Tokio

familia de TokioUn director japonés afamado y octogenario, Yoji Yamada, al que debemos magníficas obras como La espada oculta (2004) y El ocaso del Samurai (2002), rinde homenaje a su maestro Yasujiro Ozu, ofreciendo un personal remake de su obra maestra Cuentos de Tokio (1953) sesenta años después.

La película se acerca a la vida de la familia Hirayama, encabezada por los abuelos Shukichi (Isao Hashizume) y Tomiko (Etsuko Ichihara). Estos viven de manera muy tradicional en una isla alejada de Tokyo.  Pero un día deciden viajar a la capital y pasar unos días con sus hijos. El mayor de ellos es Koichi (Masahiko Nishimura), casado, con hijos, y médico de profesión. La segunda es Shigeko (Tomoko Nakajima), casada también, que tiene una peluquería. Y el último, “la oveja negra”, es Shuji (Satoshi Tsumabuki), que monta decorados para el teatro. Tiene una novia maravillosa, Noriko (Yu Aoi), con la que aspira a casarse, pero teme la oposición de Shukichi, que siempre ha considerado a su hijo un fracasado.

La película hace gala de una sencillez extrema, como si la cámara fuera un silencioso testigo de la vida familiar, en la que lo cotidiano tiene el absoluto protagonismo. Dentro de esa sólo aparente banalidad se van desgranando cuestiones importantes como las diferencias generacionales, el contraste entre tradición y modernidad, el sentido de la muerte, pero sobre todo, se describe con mucha autenticidad el profundo sentido de las relaciones familiares. El hermoso desenlace apunta a una verdad a menudo silenciada: las lecciones de humanidad muchas veces vienen de quien menos se espera.

De tal padre tal hijo

De entre los numerosos directores asiáticos que han conquistado Occidente por esa mirada humanista que a menudo ha perdido nuestro cine, brilla con luz propia Hirokazu Kore-eda. Este cineasta, nacido en Tokio en 1962, nos ha dejado diversas películas que ofrecen una mirada profunda sobre el ser humano y sus relaciones de pertenencia. Por poner algunos ejemplos, Nadie sabe (2004) indagaba duramente en la responsabilidad en las relaciones familiares; Still walking (2008) planteaba las difíciles relaciones intergeneracionales; Air Doll (2009), más escabrosa, se centraba en el drama de la soledad; y Kiseki (Milagro) (2011), ensalzaba los vínculos de fraternidad. Ahora, Kore-eda, en De tal padre tal hijo, entra de lleno en las relaciones padres-hijos de una forma tan original como radical.

de tal padreRyota es un padre de familia adinerado y autosuficiente, que educa a su hijo Keita de seis años en el rigor y la disciplina. Un día, su mujer Midori y él, reciben una llamada del hospital: Keita no es su hijo. Cuando nació, el hospital lo cambió por descuido con otro recién nacido. Los dos matrimonios damnificados se reúnen para ver cómo y cuándo se realiza el intercambio de hijos. La otra familia es el contrapunto de la primera. De condición humilde, es numerosa, y vive un ambiente familiar mucho más distendido, los hijos juegan más y pasan mucho tiempo con su padre.

El film plantea un tremendo dilema en el que está en juego una forma, no sólo de entender la educación, sino de entender la vida y sus escalas de valores. Como siempre, Kore-eda huye de los planteamientos simples que cercenan las aristas de la vida. No hay nada ingenuo ni angelical, y el film describe las carencias de los personajes, sus contradicciones, debilidades y egoísmos. La cámara trata de ser un testigo equidistante que no juzga a ninguno de los personajes. Pero al final, siempre existe una posibilidad humana de dar un paso hacia adelante. Una película muy interesante, de ritmo y estética orientales, pero muy universal por las yagas en las que pone los dedos. Aire fresco en la era de la épica digital.

Juan Orellana, en Alfa y Omega

Fuente:: SIC

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