El Papa publica su programa pastoral

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Gil_HellinMons. Francisco Gil Hellín      “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por él, de intentarlo cada día sin descanso […] Este es el momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame, Señor, y acéptame una vez más entre tus brazos redentores”. Estas palabras son la clave de lectura de un largo documento que el Papa Francisco hizo público el martes pasado, con el título “La alegría del Evangelio”, en el cual traza las líneas maestras del ambicioso programa pastoral que propone llevar a cabo en su Pontificado. Programa que no es otro que una profunda renovación eclesial.

El Papa no piensa, en primer lugar, en las estructuras. Ciertamente habla de ellas y sin que le tiemble la mano, pues llega a decir que hay que renovar el mismo Pontificado, no en el sentido de cambiar la doctrina, pero sí en el modo de ejercerlo. Habla también de la renovación de las Conferencias episcopales, de las diócesis y de las parroquias. Pero está convencido de que “la propuesta cristiana no envejece”; porque “Jesucristo puede romper los esquemas aburridos en los cuales podemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina”.

Con esta lógica, el Papa puede decir que “cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio –postulado esencial de toda reforma que merezca ese nombre, añado yo- brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual”. La verdadera reforma que la Iglesia necesita, y a la cual el Papa nos convoca, es una reforma que tiene como punto de referencia a Jesucristo. Como repitió Benedicto XVI en más de una ocasión, “los santos son los grandes reformadores”.

En esta línea se explica que los destinatarios de la reforma a la que Francisco nos convoca seamos todos los bautizados: desde el Papa al más humilde de los servidores del Evangelio. “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide. Pero todos somos invitados a salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.

En efecto, es imposible encontrarse con Jesucristo, renovarse y renovar las estructuras eclesiales sin anunciar el Evangelio con decisión y con alegría, con entusiasmo. Es vital que “hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie”. Por eso, el Papa no duda en afirmar: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están”.

El Papa pone especial énfasis en esta necesidad de dar pasos audaces y realmente renovadores. “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del ‘siempre se ha hecho así’. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta línea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadoras de las propias comunidades”.

Se entiende que el Papa pueda abrirnos su corazón y darnos a conocer dónde lo tiene puesto: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral  sólo puede entenderse en el sentido de que se vuelvan más misioneras”. El horizonte no puede ser más apasionante. Hagamos del sueño una realidad.

+Francisco Gil Hellín,

Arzobispo de Burgos

Fuente:: Mons. Francisco Gil Hellín

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