La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado en Madrid su CCXXX reunión los días  28 y 29 de enero.

Siempre a favor de la vida

Los obispos han reflexionado sobre el nuevo  Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la mujer embarazada.  Con este motivo, y como siempre han hecho en cualquier coyuntura social y política, quieren recordar de nuevo el valor sagrado de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural.

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Mons. Casimiro LópezMons. Casimiro López Llorente    Queridos diocesanos:

Jesús dijo en cierta ocasión: “Dejad que los niños vengan a mi…” (Mt 19, 14). Estas palabras de Jesús son la base y la esencia del oratorio de niños pequeños, una experiencia que se va extendiendo en parroquias y en colegios de nuestra diócesis. Hoy la quiero presentar con el propósito de animar a que se ofrezca en más parroquias y colegios; es algo muy bueno e importante para una verdadera iniciación cristiana y la evangelización de nuestros niños.

El oratorio es un itinerario de fe para niños que les inicia en su relación personal y en grupo con Jesús resucitado desde una edad temprana. Cuanto más pequeños son los niños, más capacitados están para escuchar a Jesús y para dejarse amar por Él; y también para ir al encuentro de Jesús, para querer conocerle a Él y su Palabra y para entablar una relación viva de amistad con Jesús. Cada sesión del oratorio tiene tres momentos esenciales: La oración del corazón de cada niño, la oración con la Palabra y las oraciones en común; es “la contemplación del misterio” y la “gracia de la reunión”. En el desarrollo de la reunión, la guía son los niños y el protagonista el Espíritu Santo, que está presente y conduce la oración.

En nuestras reuniones pastorales constatamos una y otra vez que, con frecuencia, a nuestros niños de catequesis les falta el encuentro personal con Jesús y una relación de amistad con Él; de este modo nuestras catequesis pueden quedar reducidas en el mejor de los casos al aprendizaje de oraciones, de doctrina y de normas morales, que pronto se olvidan porque no han calado en el corazón de los niños, porque , en definitiva, no han personalizado la fe en la oración. Es lo que ya Benedicto XVI nos dejó escrito y que el Papa Francisco acostumbra a recordar: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1).

 

En estos grupos infantiles de oración tenemos la gracia de ver cómo el despertar a la fe de los niños y su crecimiento se da en un clima de encuentro personal y de intimidad con Jesús mediante la oración silenciosa y la escucha de la Palabra a la que acompaña una meditación y la consiguiente aplicación a la vida. A través de pequeñas experiencias, los niños, sedientos de Dios en la humildad de su inocencia y pequeñez, experimentan el encuentro con Jesús. Desde su corazón y con su lenguaje de niños nos ayudan a leer el mismo Evangelio y nos muestran el alimento que necesitan para seguir en contacto de oración con Aquél que les abraza, bendice e impone las manos.

El oratorio de niños es un fuego que ha empezado a arder en muchos corazones de nuestros niños y mayores, como otrora en los dos discípulos de Emaús al recibir el consuelo de Jesús, hecho Palabra. Este fuego es el mismo Espíritu. Y el Espíritu necesita pocos elementos materiales y estructurales para renovar la faz de la Tierra. Necesita tan sólo una sierva confiada que diga humildemente “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra”. El fuego de este Espíritu es la Bendición. Las reuniones no son otra cosa más que la bendición continua del Padre sobre sus hijos en Jesús, su Hijo predilecto.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

Fuente:: Mons. Casimiro López Lorente

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La construcción de un muro de seguridad amenaza
a 58 familias cristianas, que perderían sus tierras

Los Obispos miembros de la Coordinadora por Tierra Santa, entre los que firma, en representación de la Conferencia Episcopal Española, el Arzobispo de Urgell, Mons. D. Joan Enric Vives, hacen pública hoy una Declaración de apoyo a las familias de Beit Jala, afectadas por la posible construcción de un muro de seguridad en el Valle de Cremisán.

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Hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. El Papa el lunes en Santa Marta
(RV).- La Iglesia no se puede entender como una simple organización humana, la diferencia la hace la unción que dona a los obispos y sacerdotes la fuerza del Espíritu para servir al pueblo de Dios: lo dijo el Papa Francisco en la Misa presidida esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Pontífice agradeció a tantos sacerdotes santos que dan la vida en el anonimato de su servicio cotidiano.
Comentando la primera lectura del día, que habla de las tribus de Israel que ungen a David como su rey, el Papa explicó el significado espiritual de la unción. “Sin esta unción – afirmó – David habría sido el jefe” de “una empresa”, de una “sociedad política, que era el Reino de Israel”, habría sido un simple “organizador político”. En cambio, “después de la unción, el Espíritu del Señor” desciende sobre David y permanece con él. Y la Escritura dice: “Así David se iba engrandeciendo cada vez más, y el Señor, el Dios de los ejércitos, estaba con él”. “Esta – observó el Santo Padre – es precisamente la diferencia de la unción”. El ungido es una persona elegida por el Señor. Así ocurre en la Iglesia con los obispos y los sacerdotes.
“Los obispos no solo son elegidos para llevar adelante a una organización, que se llama Iglesia particular, son ungidos, tienen la unción y el Espíritu del Señor está con ellos. Pero todos los obispos, todos somos pecadores, ¡todos! Pero estamos ungidos. Todos queremos ser más santos cada día, más fieles a esta unción. Y aquello que precisamente hace a la Iglesia, aquello que da la unidad a la Iglesia, es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque está ungido, no porque haya sido elegido por la mayoría. Sino porque está ungido. Una Iglesia particular tiene su fuerza en esta unción. Y por participación también los sacerdotes son ungidos”.
La unción – continuó el Papa – acerca a los obispos y a los sacerdotes al Señor y les da la alegría y la fuerza “para llevar adelante a un pueblo, para ayudar a un pueblo, para vivir al servicio de un pueblo”. Dona la alegría de sentirse “elegidos por el Señor, mirados por el Señor, con aquel amor con el que el Señor nos mira, a todos nosotros”. Así, “cuando pensemos en los obispos y en los sacerdotes, debemos pensarlos así: ungidos”:
“De lo contrario no se entiende a la Iglesia, pero no solamente no se entiende, no se puede explicar cómo la Iglesia vaya adelante solamente con las fuerzas humanas. Esta diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, tantas cosas, y también un ungido que la conduce, que la ayuda a crecer. Esta parroquia va adelante porque tiene tantas organizaciones, tantas cosas, pero también tiene un sacerdote, un ungido que la lleva adelante. Y nosotros en la historia conocemos una mínima parte, pero cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes, cuántos sacerdotes santos que han dejado su vida al servicio de la diócesis, de la parroquia; cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza de estos párrocos anónimos, que no conocemos. ¡Hay tantos!”.
Hay tantos – dijo Francisco – “los párrocos del campo o los párrocos de ciudad, que con su unción han dado fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado los sacramentos, o sea la santidad”:
“‘¡Pero, padre, he leído en el diario que un obispo ha hecho tal cosa o que un sacerdote ha hecho tal cosa!’. ‘Si, también yo lo he leído, pero, dime, ¿en los diarios están las noticias de aquello que hacen tantos sacerdotes, tantos curas en tantas parroquias de ciudad y del campo, la tanta caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?’. ¡Ah, no! Esa no es noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. Hoy pensando en esta unción de David, nos hará bien pensar en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles y rezar por ellos. ¡Gracias a ellos nosotros hoy estamos aquí!”. (RC-RV)

Fuente:: News.va

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El espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasíaPensamiento del Papa

(RV).- (Con audio) El espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasía Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, non sólo los valores, sino también la fe. Lo pidió el Papa en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 18 de noviembre. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la mundanidad:
El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey. Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”. Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”, “adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.
“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es fruto de la mundanidad”.

El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:
“Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses. Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”.

El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”:
“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.

Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).
El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
27 de enero

Fuente:: News.va

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Nuevo Beato de la Iglesia en España. El martirio de un sacerdote y las virtudes heroicas de un carmelita descalzo, españoles, así como de una religiosa argentina y otra brasileña
(RV).- (con audio) Nuevo Beato de la Iglesia en España. El martirio de un sacerdote y las virtudes heroicas de un carmelita descalzo, españoles, así como de una religiosa argentina y otra brasileña El Papa Francisco recibió en audiencia, al Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos a la que autorizó a promulgar ocho Decretos, entre ellos, los que se refieren al martirio del Siervo de Dios Pedro Asúa Mendía, Sacerdote diocesano; que nació en Valmaseda (Vizcaya, España) el 30 agosto de 1890 y fue asesinado, en odio a la Fe, en Liendo (Santander, España) el 29 de agosto de 1936.
– Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Zacarías de Santa Teresa (en el siglo Zacarías Salterain Vizcarra), sacerdote profeso de la Orden de los Carmelitas Descalzos nacido en Abadiano (Vizcaya, España) el 5 de noviembre de 1887 y fallecido en Vellore (Tamil Nadu, India) el 23 de mayo de 1957.
– Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Benedicta Arias, fundadora de las Siervas de Jesús en el Sacramento, que nació en La Carlota Río Cuarto (Córdoba, Argentina) el 3 de abril de 1822 y fallecida en Buenos Aires (Argentina) el 25 de septiembre de 1894.
– Y las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Serafina, religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo, que nació en Urucurituba (Brasil) el 31 de enero de 1913 y fallecida en Manaus (Brasil) el 21 de octubre de 1988.
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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Mons. Juan José OmellaMons. Juan José Omella     Es frecuente escuchar que la Iglesia debe renovarse, debe ponerse al día. Y qué duda cabe que todos los que formamos parte de la Iglesia, la amamos y nos debemos a ella, tenemos muy claro que la Iglesia ha de ser cada vez más fiel al proyecto que Jesucristo tuvo al fundarla. La Iglesia debe ser reflejo lo más perfecto de lo que Dios ha pretendido de ella. De ahí que todo cambio supone volver a las raíces, a los orígenes, a la voluntad fundacional del Fundador.

Jesús instituyó la Iglesia con la finalidad precisa de anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras y sin miedos. Esta pretensión la ha dejado muy clara el Papa Francisco a la hora de hablar acerca de la transformación misionera de la Iglesia, primer capítulo de su Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium”.

Es obvio que el Papa, buen pastor que conoce la realidad a lo largo y a lo ancho del mundo, desea que la Iglesia, de la que él es el máximo responsable por decirlo de algún modo fácilmente inteligible, esté de verdad a la altura de las circunstancias. Y habla de la conversión como de una primera premisa absolutamente necesaria. Conversión de los pastores, de los evangelizadores – con “olor a oveja” -, y de las propias ovejas que han de ir caminando por los mismos senderos que marcó Jesús. En la Iglesia, cuando se habla de cambio, se suele emplear el término griego “metanoia” que, a grandes rasgos, viene a significar el afán de conversión que surge en toda persona que se encuentra insatisfecha consigo misma. Esto hasta tal punto de que en la primitiva cristiandad se decía del que encontraba a Cristo que había experimentado una profunda “metanoia”, una profunda transformación en la manera de ver las personas y las cosas.

Este cambio es el que nos pide el Papa, a la luz del Evangelio. Y aún concreta más: la renovación de la Iglesia y en la Iglesia consiste esencialmente en un aumento real de la fidelidad a la vocación. “Sin auténtico espíritu evangélico, dice el Papa, cualquier cambio estructural en la Iglesia se corrompe en poco tiempo”. Y aún añade algo si cabe más estimulador: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.

Ya se ve que el Papa Francisco nos está animando a un cambio de chip que afecte a nuestra cabeza y, también, a nuestro corazón. Que comprometa todo nuestro ser. Nos pide una generosidad sin límites a la hora de marcarnos metas evangelizadoras, audacia y valentía ante las contrariedades. Fijaos lo que nos pide a los obispos en este orden de cosas: “El obispo estará a veces delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo; otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados”. En suma nos pide que en nuestra condición de responsables de la comunidad – maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros para el gobierno – cumplamos fielmente con la misión del Buen Pastor al que siguen las ovejas.

No menos hermosa y sugerente es la petición que hace a las parroquias en su condición de comunidades de fieles, al afirmar que “la parroquia tiene que estar en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no puede convertirse en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos”. Y a propósito de la parroquia, no quiero dejar pasar por alto lo que el Papa pide a los sacerdotes en esta Exhortación Pastoral tan sugerente: “A los sacerdotes les recuerdo que el confesonario no debe una sala de torturas sino el lugar de la misericordia de Dios que nos anima a hacer todo el bien posible”.

Para terminar, invito a meditar sobre esta recomendación que nos da a todos: “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre, la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.

Con mi afecto y bendición,

+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

Fuente:: Mons. Juan José Omella

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javier-martinez-fernandezMons. Javier Martínez    Ante la delicada situación que está viviendo el pueblo de Ucrania, un pueblo profundamente cristiano, y tras las noticias de las primeras muertes que se han producido ayer, invito a las comunidades cristianas de la Diócesis de Granada a orar insistentemente por la paz y la libertad en este país hermano, de vivas raíces cristianas en su cultura.

Yo mismo me uniré este domingo próximo a la Eucaristía de rito bizantino que la comunidad ucraniana que viven entre nosotros celebra todos los domingos a las 14 horas en la Parroquia del Santo Ángel Custodio en el Zaidín (C/ Palencia, 24). Igualmente, el próximo 2 de febrero, el Vicario Episcopal de la zona de la Costa, D. Juan Bautista Amat Medina, asistirá en nombre mío a la Eucaristía que la comunidad ucraniana de la costa celebra en la Parroquia de la Encarnación de Motril a las 10 horas. En ambas celebraciones eucarísticas, invito también a que participen los fieles que lo deseen, como gesto de comunión con esa querida Iglesia, que tanto tiene que ofrecernos y enseñarnos.

Por último, el Arzobispo invita a los fieles a que expresen, de todas las formas posibles, su afecto y su solidaridad a sus vecinos o compañeros de trabajo ucranianos, que sufren desde lejos con ansiedad el momento que vive su patria. Esta dolorosa situación es una ocasión privilegiada para hacer visible la unidad del Cuerpo de Cristo y la Comunión en el Espíritu Santo de todos sus miembros.

Granada, 23 de enero del año 2014.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

Fuente:: Mons. Javier Matinez

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Los niños pueden hacer muchoMons. Braulio Rodríguez     Queridos amigos, los niños y chavales de la Diócesis de Toledo. Os saludo ahora, en esta ocasión, de un modo especial, porque quiero invitaros a celebrar la Jornada de la Infancia Misionera. A los que podáis venir a la Catedral, os invito a celebrar la Misa conmigo a las 12´15. Saldremos en Televisión y nos oirán por Radio Santa María; a los que estéis más lejos, os invito también de otro modo: celebrar la Eucaristía en vuestra parroquia, con otros chavales, porque es el momento más grande del domingo. Los que ya habéis comulgado por primera vez, porque no seréis nunca buenos cristianos sin celebrar la Misa del domingo y, confesando los pecados, si lo necesitáis, recibir a Cristo; los que estáis iniciando para celebrar el Domingo, la Misa dominical y la Primera Comunión, pues para eso: para acostumbraros a dejar otras cosas, pero no la Misa del domingo. ¿Vale?

¿Qué es eso de la Infancia Misionera? Aprender a compartir todo lo que tienes, orando por los misioneros que están cerca y lejos; compartir también la fe, sobre todo sabiendo que a tantos niños en el mundo les falta casi todo y, lo que es peor, no conocen a Jesús ni su amistad. «Muchos niños –dijo el Papa Francisco–, en las parroquias, son protagonistas de gestos de solidaridad hacia los de su misma edad, y así amplían los horizontes de su fraternidad. Queridos niños y muchachos, con vuestra oración y vuestro compromiso colaboráis en la misión. Os doy las gracias por esto y os bendigo» (Ángelus del 6 de enero 2014). Es interesante lo que dice el Papa. El año pasado, en el palacio donde viven los Reyes de España, les explicábamos a los Príncipes todo lo que se hace en la Jornada misionera de la Infancia: que no es sólo una obra social, sino una obra de evangelización. Sí, se puede y se debe ayudar mucho con bienes materiales, pero no hay que olvidar las oraciones para que la acción misionera de la Iglesia siga adelante. Y aquí está la diferencia.

Es algo muy bonito, porque es una educación de los niños, para ser de mayores, y ahora mismo, unas personas responsables en la sociedad y en la Iglesia. Hay que cambiar la mentalidad y no seguir pensando que únicamente me tengo que preocupar de mi futuro, ignorando lo que les pasa a los demás: ¿Hay situaciones que impiden que haya más igualdad y fraternidad, que se respete la dignidad de todos los niños? Sin duda. ¿Tienen todos los niños la posibilidad de estar cerca de Jesús y así lo conozcan de verdad? No del todo. Me parecen geniales estas palabras del Papa Francisco: «Me gustaría decir a aquellos que se sienten alejados de Dios y de la Iglesia –decirlo respetuosamente-, decir a aquellos que son temerosos de Dios: el Señor te llama también a ti, te llama a formar parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii Gaudium 113).

Seguramente muchos habéis podido ver un vídeo llamado La revolución de Jeferson, que ha hecho las Obras Misionales Pontificias. Os cuento: ambientado en un colegio de una ciudad española, el vídeo cuenta la historia de Adela, una niña de 9 años que inicia una revolución en su clase. Tras la visita de un misionero, conoce la vida de Jeferson, un niño de su edad que vive en Centroamérica, y Adela decide ayudarle, pues carece de casi todo, pero no alegría y de amor. Poniendo en marcha su imaginación, logra involucrar a toda la clase en ayuda de Jeferson y su familia. Poco a poco, lo que empezó siendo un juego, se convierte en oración y en una pequeña aportación económica para ayudar a los niños del mundo. Adela y sus amigos demuestran así cómo vosotros podéis cambiar el mundo con pequeños gestos. Os contaría otros muchos casos como el de Adela y sus amigos. Necesitamos que os mováis y hagáis algo para que el mundo cambie. ¿Os atrevéis? Seguro.

X Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo

Primado de España

Fuente:: Mons. Braulio Rodríguez

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Mons. Ciriaco BenaventeMons. Ciriaco Benavente      Los comienzos de una obra son siempre interesantes. En los comienzos se diseña el futuro. Por eso, a los historiadores les apasiona tanto indagar los orígenes.

El evangelista Mateo nos presenta la época de Jesús como un tiempo difícil, dramático a veces. El poder político había metido en prisión a Juan el Bautista, silenciando así su voz profética. Es entonces cuando Jesús toma el relevo lanzándose a una aventura que, también a Él, le conducirá al mismo destino trágico que al precursor.

Deja la pequeña aldea de Nazaret, escondida entre colinas, va a la orilla del lago, a Cafarnaún, villa fronteriza y cosmopolita, atravesada por el llamado Camino del Mar, que enlazaba Damasco con Cesarea, el puerto del Mediterráneo. En ese lugar estratégico comienza a sonar la Buena Nueva, que, desde entonces, no ha dejado de ser resonar en todas las lenguas y rincones del mundo. Jesús anuncia con hechos y palabras el Reino de Dios, presente en su vida, e invita a la conversión.

Pero el Reino de Dios necesita de hombres y mujeres disponibles y decididos a colaborar en su  extensión, y que, luego, prosigan la obra de Jesús. Por eso, lo primero es buscar colaboradores. Llama a sus primeros discípulos, hombres sencillos, pero generosos. No les propone de antemano un reparto de funciones, sino que los vincula a su persona, a su seguimiento. Él va delante, es el punto de referencia.

Lo que comenzó junto al lago, hace ya dos mil años, debe ser transmitido, ampliado, continuado a través de los siglos. Por eso, Él sigue repitiendo, como entonces: “Venid, seguidme, os haré pescadores de hombres”.

La prontitud en responder, dejando barcas y redes, nos hace entrever el inmenso atractivo y seducción de la persona de Jesús y de su mensaje: “Y ellos, dejándolo todo, le siguieron”.

Hoy parece haberse devaluado la estima por la vocación apostólica, bien sea ésta laical, religiosa o sacerdotal. Seguramente todos tenemos alguna parte de culpa: los consagrados y los no consagrados, los padres y los hijos, el medio ambiente y el mal ambiente. Y sin embargo es seguro que Jesús sigue pasando de nuevo por la orilla de todos los lagos donde se teje la vida…, y sigue invitando. ¿Por qué no se escucha su voz?

Lo he contado varias veces: Recuerdo que había subido con un grupo de adolescentes a la montaña. La melena de nieblas que cubría las cumbres fue adensándose y empezó a descender en una invasión silenciosa. Conscientes del peligro decidimos emprender el descenso, porque la niebla en la montaña es muy peligrosa; se pierde toda orientación. Pero la niebla bajaba cada vez más aprisa, casi en tropel. Pedí a los chicos y chicas que nos apiñáramos. Así hasta llegar a la plataforma desde donde seguía ya un camino asfaltado y seguro. Entonces echamos en falta a un chico. Los mayores, ante el peligro de que se echara encima la noche, salimos en su búsqueda. Agitábamos una linterna, gritábamos sin cesar el nombre del perdido, pero la niebla se comía nuestras voces. El muchacho que se había quedado atrás, atándose las botas, era incapaz de escucharlas. Nuestra preocupación se trocó en alegría cuando, a los pocos minutos, lo encontramos bastante más tranquilo que los que le buscábamos.

A lo mejor el problema vocacional es también cuestión de nieblas, de ataduras o impedimentos que obstaculizan que la voz del Señor llegue nítida y transparente al alma.

A los que habitaban en sombras de muerte una luz les brilló”, escucharemos en un antiguo texto de Isaías, que Mateo aplica ahora a Jesús.

Dichosos los que ven la luz, los que escuchan la llamada y la siguen. Bienvenidos los que se apuntan con ánimo de mejorar nuestro mundo, de ser prolongadores de la Buena Noticia. Bienvenidos quienes toman opciones radicales, aquellos que no miran tanto lo que dejan – redes, barcas, familia- como lo que escogen. ¿Impedirán las nieblas de nuestra sociedad y las que pueblan el corazón que haya jóvenes que, viendo las necesidades del mundo, escuchen la llamada entrañable de Jesús y sigan respondiendo, como otros lo hicieron ayer a la orilla del lago: “Te seguiré, Señor, dondequiera que vayas?”.

+ Ciriaco Benavente Mateos

Obispo de Albacete

Fuente:: Mons. Ciriaco Benavente Mateos

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