Avanzar en el camino ecuménico
Mons. Àngel Saiz Meneses Nos encontramos ya dentro de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que se celebra cada año del 18 al 25 de enero y que concluye en la fiesta de la Conversión de San Pablo. Este año el lema de la Semana es muy expresivo: “¿Es que Cristo está dividido?” Una pregunta muy interpeladora de Pablo en la primera Carta a los Corintios (1,13).
De nuevo invito, pues, a las comunidades cristianas a vivir estos días un “ecumenismo espiritual” con la plegaria y un “ecumenismo fraternal”, con unas actitudes de respeto y aprecio a nuestros hermanos cristianos de otras Iglesias, confesiones o denominaciones. Nuestra diócesis tiene una muy notable tradición de ecumenismo.
De hecho se han vivido y se viven encuentros, diálogos, plegarias ecuménicas y, sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué queda de todo ello? El esfuerzo y el camino hacia la unidad, ¿no está acaso parado? Mi respuesta es que no lo está. Se trata de un camino largo y no siempre fácil, pero en el que se está avanzando. Cuando me preguntan: “¿Qué queda de los esfuerzos hechos hasta ahora?”, respondo: “queda el respeto, el diálogo y la amistad”.
Ciertamente hemos de ser conscientes de lo que hemos progresado. El beato Juan Pablo II, en torno al jubileo del año 2000, habló de la necesaria “purificación de la memoria”. Ahora bien ¿cómo hemos de seguir avanzando? Intentaré contestar con algunas afirmaciones que hizo el Papa Pablo VI en Belén, el día 6 de enero de 1964; precisamente este mes se han cumplido cincuenta años de aquella histórica visita.
Pablo VI, desde Belén, quiso dirigir una palabra a Cristo, a la Iglesia y al mundo. Al dirigirse a Jesucristo lo hizo con una oración:”Te prometemos, Señor, vivir como cristianos, en un esfuerzo continuo de docilidad a tu gracia y de renovación de nuestras actitudes. Todos nosotros queremos esforzarnos para hacer presente en el mundo tu mensaje de salvación y de amor”. Y añadió: “Esto que decimos a los católicos, no podemos dejar de decirlo a los hermanos cristianos que no están en comunión perfecta con nosotros. A todos se nos plantea con claridad que no se puede eludir el problema de la unidad. Estamos dispuestos a tomar en consideración cualquier medio razonable, que sea capaz de abrir los caminos del diálogo, en el respeto y la caridad, en orden a un futuro encuentro –Dios quiera que sea cercano- con los hermanos cristianos todavía separados de nosotros. La espera es leal y cordial”.
Refiriéndose a la Iglesia, el Papa dijo unas palabras muy destacadas por los medios informativos: “No tenemos otro interés que el de anunciar nuestra fe. No pedimos nada, sino la libertad de profesar y de proponer a quien quiera, con toda libertad, acoger esta religión, este vínculo nuevo instaurado entre los hombres y Dios por Jesucristo, nuestro Señor”.
Al dirigir una palabra al mundo, Pablo VI se hizo intérprete del Concilio Ecuménico Vaticano II. “Nosotros –dijo- miramos el mundo con una inmensa simpatía. Si el mundo se siente extraño al cristianismo, el cristianismo no se siente en modo alguno extraño al mundo”. Y añadió que la misión del cristianismo era “una misión de amistad entre los pueblos de la tierra, una misión de comprensión, de ánimo, de promoción, de elevación y de salvación. Y todo ello con un mensaje que los cristianos creemos que es liberador”.
Si nos esforzamos en el cumplimiento de estas tres propuestas de Pablo VI, podemos esperar que la gracia de Dios generará nuevos avances en el camino hacia la plena unidad de los cristianos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
Fuente:: Mons. Josep Àngel Saiz Meneses
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