450 años: don y tarea
Mons. Jesús Murgui Considero una providencial circunstancia que, en el marco de la Solemnidad de Cristo Rey, procedamos a la clausura del Año de la Fe y a la apertura del Año Jubilar conmemorativo del inicio de nuestra Diócesis: Cristo es el centro de nuestra fe y de la vida de nuestra Iglesia.
Debemos dar gracias a Dios por el bien que nos ha concedido a cada uno de nosotros y a nuestras comunidades a lo largo del Año que clausuramos, en el que ha estimulado múltiples iniciativas dirigidas a fortalecer, a celebrar y a compartir nuestra fe. Me resulta difícil destacar alguna de entre las muchas actividades materializadas entre nosotros a lo largo del Año, si acaso, por lo sugerentes en tantos sentidos, señalaría a las acciones inscritas en el ámbito del “Atrio de los Gentiles”. Todo ello, sin olvidar que ha sido un Año en cuyo devenir la Providencia nos ha deparado el relevo del Papa Benedicto XVI por el Papa Francisco, con las lecciones para nuestra fe y nuestra vida eclesial que este acontecimiento singular ha conllevado.
Unida a la acción de gracias, presentamos al Padre nuestra súplica por el Año Jubilar conmemorativo de los 450 años de la creación de nuestra Iglesia Diocesana, que vamos a celebrar dentro de un curso pastoral que viene marcado por el afán de cuidar la “inspiración evangelizadora” de todas nuestras actividades, por la tarea de narrar a Dios con palabras sencillas, capaces de llegar al corazón de las personas.
Son tiempos, los nuestros, de múltiples crisis que afectan y, sobre todo, desorientan a los hombres y mujeres de hoy, pero aunque el momento no es fácil, pensemos que tenemos delante de nosotros la gran oportunidad que la comunidad cristiana siempre ha tenido en su historia, incluso en los momentos más difíciles: aquella de dar razón de nuestra esperanza (1P3,15), de mostrar en la vida ordinaria que hay Alguien que da sentido a la existencia.
Cada vez es mayor nuestra convicción, tal como nos han pedido quienes han sido puestos al frente de la Iglesia como sucesores de San Pedro, de que es del todo necesaria una Nueva Evangelización en nuestras tierras, en nuestro pueblo. Así que, deseemos que el Espíritu Santo nos conduzca a que lo que realicemos con ocasión del este 450 aniversario, no solo nos lleve a conocer y a querer más a nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante, sino que sea estímulo para seguir despertándonos e implicándonos en la principal tarea de ser una Iglesia esperanzada, misionera, evangelizadora con palabras y obras, que encarne en nuestra tierra, por el bien de esta necesitada humanidad, la obra de la salvación de Cristo, el Señor, buscando la frescura de una Iglesia con el alma joven que supere el cansancio que aflige al mundo occidental, edificando una Iglesia convencida de la eficacia del Evangelio.
Gracias a todos los que habéis hecho posible un Año de la Fe que debe pervivir entre nosotros; gracias anticipadas a los que, en el Año conmemorativo que comienza, cuidaréis una memoria agradecida por los 450 años de gracia, y alentaréis la vitalidad de nuestra Diócesis para que prosiga, con renovado ardor, su misión evangelizadora en nuestra tierra, continuando su fecundo camino de servicio a nuestro pueblo iniciado en un feliz 14 de julio de 1564.
Que el amor intercesor de Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, y el patronazgo de San Vicente Ferrer, apóstol de esta tierra, sigan velando por nuestra Diócesis.
Con mi bendición y afecto a todos,
+Jesús Murgui Soriano
Obispo de Orihuela-Alicante
Fuente:: Mons. Jesús Murgui Soriano
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