Hambre

  • Organiza: Conferencia Episcopal Española
  • Lugar de celebración: Iglesia en España
  • Fecha: (Segundo domingo de Febrero) 9 de febrero de 2014

{xtypo_button1}Más información {/xtypo_button1}

 

 

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/sala-de-prensa/previsiones-informativas/3677-campana-contra-el-hambre-en-el-mundo-2014.html

“Jesús nos pide que respondamos a su propuesta de vida”, Mensaje del Papa a los jóvenes del mundo
(RV).- (con audio) Se hizo público hoy el mensaje del Santo Padre en preparación a la XXIX Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia 2016. Después de la extraordinaria JMJ vivida en Río de Janeiro en el mes de julio de 2013, el Papa retoma su diálogo con los jóvenes del mundo y les presenta los temas de las tres próximas ediciones del evento, dando inicio al itinerario de preparación espiritual que, a lo largo de tres años, guiará a la celebración internacional en Cracovia, en el mes de julio de 2016.
Papa Francisco incorporándose en la tradición iniciada por el beato Juan Pablo II y continuada por Benedicto XVI con ocasión de cada Jornada Mundial de la Juventud, propone reflexionar en los próximos tres años en preparación a la JMJ 2016, sobre las Bienaventuranzas, comenzando con la primera de ellas : «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3); en el año 2015: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8); y por último, en el año 2016 el tema será: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
“Al proclamar las Bienaventuranzas – escribe el Santo Padre – Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos”.
Papa Francisco recordando las palabras del Beato Juan Pablo II recuerda también en su mensaje el trigésimo aniversario de la entrega de la Cruz del jubileo de la Redención a los jóvenes. Precisamente a partir de ese acto simbólico de Juan Pablo II comenzó la gran peregrinación juvenil que, desde entonces, continúa a través de los cinco continentes.
(Griselda Mutual – RV)
Texto completo del Mensaje del Santo Padre para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud, Cracovia 2016
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3)
Queridos jóvenes:
Tengo grabado en mi memoria el extraordinario encuentro que vivimos en Río de Janeiro, en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud. ¡Fue una gran fiesta de la fe y de la fraternidad! La buena gente brasileña nos acogió con los brazos abiertos, como la imagen de Cristo Redentor que desde lo alto del Corcovado domina el magnífico panorama de la playa de Copacabana. A orillas del mar, Jesús renovó su llamada a cada uno de nosotros para que nos convirtamos en sus discípulos misioneros, lo descubramos como el tesoro más precioso de nuestra vida y compartamos esta riqueza con los demás, los que están cerca y los que están lejos, hasta las extremas periferias geográficas y existenciales de nuestro tiempo.
La próxima etapa de la peregrinación intercontinental de los jóvenes será Cracovia, en 2016. Para marcar nuestro camino, quisiera reflexionar con vosotros en los próximos tres años sobre las Bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de San Mateo (5,1-12). Este año comenzaremos meditando la primera de ellas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3); el año 2015: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8); y por último, en el año 2016 el tema será: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
1. La fuerza revolucionaria de las Bienaventuranzas
Siempre nos hace bien leer y meditar las Bienaventuranzas. Jesús las proclamó en su primera gran predicación, a orillas del lago de Galilea. Había un gentío tan grande, que subió a un monte para enseñar a sus discípulos; por eso, esa predicación se llama el “sermón de la montaña”. En la Biblia, el monte es el lugar donde Dios se revela, y Jesús, predicando desde el monte, se presenta como maestro divino, como un nuevo Moisés. Y ¿qué enseña? Jesús enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad. En toda su vida, desde el nacimiento en la gruta de Belén hasta la muerte en la cruz y la resurrección, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Todas las promesas del Reino de Dios se han cumplido en Él.
Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos. Pobreza, aflicciones, humillaciones, lucha por la justicia, cansancios en la conversión cotidiana, dificultades para vivir la llamada a la santidad, persecuciones y otros muchos desafíos están presentes en nuestra vida. Pero, si abrimos la puerta a Jesús, si dejamos que Él esté en nuestra vida, si compartimos con Él las alegrías y los sufrimientos, experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar.
Las Bienaventuranzas de Jesús son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante. Para la mentalidad mundana, es un escándalo que Dios haya venido para hacerse uno de nosotros, que haya muerto en una cruz. En la lógica de este mundo, los que Jesús proclama bienaventurados son considerados “perdedores”, débiles. En cambio, son exaltados el éxito a toda costa, el bienestar, la arrogancia del poder, la afirmación de sí mismo en perjuicio de los demás.
Queridos jóvenes, Jesús nos pide que respondamos a su propuesta de vida, que decidamos cuál es el camino que queremos recorrer para llegar a la verdadera alegría. Se trata de un gran desafío para la fe. Jesús no tuvo miedo de preguntar a sus discípulos si querían seguirle de verdad o si preferían irse por otros caminos (cf. Jn 6,67). Y Simón, llamado Pedro, tuvo el valor de contestar: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). Si sabéis decir “sí” a Jesús, entonces vuestra vida joven se llenará de significado y será fecunda.
2. El valor de ser felices
Pero, ¿qué significa “bienaventurados” (en griego makarioi)? Bienaventurados quiere decir felices. Decidme: ¿Buscáis de verdad la felicidad? En una época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, corremos el riesgo de contentarnos con poco, de tener una idea de la vida “en pequeño”. ¡Aspirad, en cambio, a cosas grandes! ¡Ensanchad vuestros corazones! Como decía el beato Piergiorgio Frassati: «Vivir sin una fe, sin un patrimonio que defender, y sin sostener, en una lucha continua, la verdad, no es vivir, sino ir tirando. Jamás debemos ir tirando, sino vivir» (Carta a I. Bonini, 27 de febrero de 1925). En el día de la beatificación de Piergiorgio Frassati, el 20 de mayo de 1990, Juan Pablo II lo llamó «hombre de las Bienaventuranzas» (Homilía en la S. Misa: AAS 82 [1990], 1518).
Si de verdad dejáis emerger las aspiraciones más profundas de vuestro corazón, os daréis cuenta de que en vosotros hay un deseo inextinguible de felicidad, y esto os permitirá desenmascarar y rechazar tantas ofertas “a bajo precio” que encontráis a vuestro alrededor. Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más. Es muy triste ver a una juventud “harta”, pero débil.
San Juan, al escribir a los jóvenes, decía: «Sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno» (1 Jn 2,14). Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se “atiborran” de otras cosas. Atreveos a ir contracorriente. Sed capaces de buscar la verdadera felicidad. Decid no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida.
3. Bienaventurados los pobres de espíritu…
La primera Bienaventuranza, tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, declara felices a los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el Reino de los cielos. En un tiempo en el que tantas personas sufren a causa de la crisis económica, poner la pobreza al lado de la felicidad puede parecer algo fuera de lugar. ¿En qué sentido podemos hablar de la pobreza como una bendición?
En primer lugar, intentemos comprender lo que significa «pobres de espíritu». Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, eligió un camino de pobreza, de humillación. Como dice San Pablo en la Carta a los Filipenses: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres» (2,5-7). Jesús es Dios que se despoja de su gloria. Aquí vemos la elección de la pobreza por parte de Dios: siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9). Es el misterio que contemplamos en el belén, viendo al Hijo de Dios en un pesebre, y después en una cruz, donde la humillación llega hasta el final.
El adjetivo griego ptochós (pobre) no sólo tiene un significado material, sino que quiere decir “mendigo”. Está ligado al concepto judío de anawim, los “pobres de Yahvé”, que evoca humildad, conciencia de los propios límites, de la propia condición existencial de pobreza. Los anawim se fían del Señor, saben que dependen de Él.
Jesús, como entendió perfectamente santa Teresa del Niño Jesús, en su Encarnación se presenta como un mendigo, un necesitado en busca de amor. El Catecismo de la Iglesia Católica habla del hombre como un «mendigo de Dios» (n.º 2559) y nos dice que la oración es el encuentro de la sed de Dios con nuestra sed (n.º 2560).
San Francisco de Asís comprendió muy bien el secreto de la Bienaventuranza de los pobres de espíritu. De hecho, cuando Jesús le habló en la persona del leproso y en el Crucifijo, reconoció la grandeza de Dios y su propia condición de humildad. En la oración, el Poverello pasaba horas preguntando al Señor: «¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo?». Se despojó de una vida acomodada y despreocupada para desposarse con la “Señora Pobreza”, para imitar a Jesús y seguir el Evangelio al pie de la letra. Francisco vivió inseparablemente la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres, como las dos caras de una misma moneda.
Vosotros me podríais preguntar: ¿Cómo podemos hacer que esta pobreza de espíritu se transforme en un estilo de vida, que se refleje concretamente en nuestra existencia? Os contesto con tres puntos.
Ante todo, intentad ser libres en relación con las cosas. El Señor nos llama a un estilo de vida evangélico de sobriedad, a no dejarnos llevar por la cultura del consumo. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos. ¡Fiaros de Dios, queridos jóvenes! Él nos conoce, nos ama y jamás se olvida de nosotros. Así como cuida de los lirios del campo (cfr. Mt 6,28), no permitirá que nos falte nada. También para superar la crisis económica hay que estar dispuestos a cambiar de estilo de vida, a evitar tanto derroche. Igual que se necesita valor para ser felices, también es necesario el valor para ser sobrios.
En segundo lugar, para vivir esta Bienaventuranza necesitamos la conversión en relación a los pobres. Tenemos que preocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales. A vosotros, jóvenes, os encomiendo en modo particular la tarea de volver a poner en el centro de la cultura humana la solidaridad. Ante las viejas y nuevas formas de pobreza –el desempleo, la emigración, los diversos tipos de dependencias–, tenemos el deber de estar atentos y vigilantes, venciendo la tentación de la indiferencia. Pensemos también en los que no se sienten amados, que no tienen esperanza en el futuro, que renuncian a comprometerse en la vida porque están desanimados, desilusionados, acobardados. Tenemos que aprender a estar con los pobres. No nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres. Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.
Pero los pobres –y este es el tercer punto– no sólo son personas a las que les podemos dar algo. También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres! Un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados. En cierto sentido, los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco. Un pobre, una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Los pobres pueden enseñarnos mucho, también sobre la humildad y la confianza en Dios. En la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14), Jesús presenta a este último como modelo porque es humilde y se considera pecador. También la viuda que echa dos pequeñas monedas en el tesoro del templo es un ejemplo de la generosidad de quien, aun teniendo poco o nada, da todo (cf. Lc 21,1-4).
4. … porque de ellos es el Reino de los cielos
El tema central en el Evangelio de Jesús es el Reino de Dios. Jesús es el Reino de Dios en persona, es el Enmanuel, Dios-con-nosotros. Es en el corazón del hombre donde el Reino, el señorío de Dios, se establece y crece. El Reino es al mismo tiempo don y promesa. Ya se nos ha dado en Jesús, pero aún debe cumplirse en plenitud. Por ello pedimos cada día al Padre: «Venga a nosotros tu reino».
Hay un profundo vínculo entre pobreza y evangelización, entre el tema de la pasada Jornada Mundial de la Juventud –«Id y haced discípulos a todos los pueblos» (Mt 28,19)– y el de este año: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). El Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres. Cuando Jesús envió a los Doce, les dijo: «No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino; ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento» (Mt 10,9-10). La pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda. Las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría.
Como hemos visto, la Bienaventuranza de los pobres de espíritu orienta nuestra relación con Dios, con los bienes materiales y con los pobres. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús, nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más. Los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas. La canonización de Juan Pablo II el segundo Domingo de Pascua es, en este sentido, un acontecimiento que llena nuestro corazón de alegría. Él será el gran patrono de las JMJ, de las que fue iniciador y promotor. En la comunión de los santos seguirá siendo para todos vosotros un padre y un amigo.
El próximo mes de abril es también el trigésimo aniversario de la entrega de la Cruz del Jubileo de la Redención a los jóvenes. Precisamente a partir de ese acto simbólico de Juan Pablo II comenzó la gran peregrinación juvenil que, desde entonces, continúa a través de los cinco continentes. Muchos recuerdan las palabras con las que el Papa, el Domingo de Ramos de 1984, acompañó su gesto: «Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo, os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención».
Queridos jóvenes, el Magnificat, el cántico de María, pobre de espíritu, es también el canto de quien vive las Bienaventuranzas. La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios, como el corazón de la Virgen, a quien todas las generaciones llaman “dichosa” (cf. Lc 1,48). Que Ella, la madre de los pobres y la estrella de la nueva evangelización, nos ayude a vivir el Evangelio, a encarnar las Bienaventuranzas en nuestra vida, a atrevernos a ser felices.
Vaticano, 21 de enero de 2014, Memoria de Santa Inés, Virgen y Mártir

Fuente:: News.va

Leer mas http://www.news.va/es/news/jesus-nos-pide-que-respondamos-a-su-propuesta-de-v

Ayuno instrumento de la caridad
(RV).- (audio) Ayuno instrumento de la caridadComo cada semana, la Congregación para el Clero envía a muchos sacerdotes algunos elementos de reflexión para la homilía dominical.
Hay palabras que no provocan simpatía inmediata en el oyente, al igual que la que se abre en la primera lectura de este domingo: el ayuno. Pensando en ello, viene fácilmente a la mente una sensación de malestar, tal vez de sufrimiento, o, incluso como la imagen de una forma «antigua religiosa» en los «cristianos cuya “opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua», como recuerda el Papa Francisco al inicio de su Exhortación Evangelii Gaudium.
Esta primera impresión, señala la Congregación para el Clero, traiciona el sentido profundo del ayuno vivido cristianamente, que es un instrumento al servicio de la alegría y el crecimiento de la fe, o, más informalmente, un útil recordatorio espiritual. Escuchando la Palabra de Dios, estamos llamados a practicar el ayuno para despertarnos del sueño de la vida cotidiana, del sueño de la costumbre, que, dando tantas cosas por sentado a nuestros ojos, nos impide darnos cuenta de que otros carecen de ellas, y sufren por ello. En la pequeña mortificación del ayuno está la gran invitación a compartir el dolor, a veces grande, de los que tienen poco o nada que comer. El ayuno, entendido como la privación voluntaria de algo, nos ayuda a estar cerca de los demás, especialmente de los pequeños y de los pobres
El ayuno, por tanto, no es un fin en sí mismo o en función de una narcisista prueba de fuerza pseudo espiritual, sino que es el estímulo para amar más, y realizar obras de caridad. Experimentando el malestar de los que no tienen nada, es más probable que dejemos de estar con los brazos cruzados, como si hacer el bien no fuera una tarea de todos los bautizados, sino de pocos «especialistas». Por lo tanto, actuando, se nutre nuestra fe, que en las obras de caridad, inspiradas en un ayuno correctamente vivido, encuentra el lugar ideal para tomar una forma visible en el mundo.
Ayuno, instrumento de la caridad, cruz, símbolo del amor, estas son las imágenes que la Congregación para el Clero quiere destacar y traer a la oración durante la Misa de este próximo domingo.
ER RV

Fuente:: News.va

Leer mas http://www.news.va/es/news/ayuno-instrumento-de-la-caridad

«Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3)

 

jmjbrasil

Queridos jóvenes:

Tengo grabado en mi memoria el extraordinario encuentro que vivimos en Río de Janeiro, en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud. ¡Fue una gran fiesta de la fe y de la fraternidad! La buena gente brasileña nos acogió con los brazos abiertos, como la imagen de Cristo Redentor que desde lo alto del Corcovado domina el magnífico panorama de la playa de Copacabana. A orillas del mar, Jesús renovó su llamada a cada uno de nosotros para que nos convirtamos en sus discípulos misioneros, lo descubramos como el tesoro más precioso de nuestra vida y compartamos esta riqueza con los demás, los que están cerca y los que están lejos, hasta las extremas periferias geográficas y existenciales de nuestro tiempo.


Leer más…

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/enlaces-externos/3817-mensaje-del-santo-padre-francisco-para-la-xxix-jornada-mundial-de-la-juventud-2014.html

{xtypo_rounded2}

LA ALEGRÍA DE ANUNCIAR EL EVANGELIO

16 – 19 de marzo de 2014

lineapuntos1

 

{/xtypo_rounded2}

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/dia-seminario.html

La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) ha entregado hoy los Premios ¡BRAVO! 2013, que se conceden anualmente, en un acto que ha tenido lugar la sede de la Conferencia Episcopal Española.

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/notas/2014/3813-la-comision-episcopal-de-medios-de-comunicacion-social-entrega-los-premios-ibravo-2013.html

Redacción (Miércoles, 05-02-2014, Gaudium Press) Recordamos la vida de San Blas, venerado desde Oriente hasta Occidente, que nació en Armenia, en el siglo III, fue médico y obispo en Sebaste. Como doctor, usaba sus conocimientos para rescatar la salud, no sólo del cuerpo, sino también del alma, pues se ocupaba de la evangelización de sus pacientes.

En la época de este santo hubo una fuerte persecución religiosa, y por esta razón, el santo obispo procuró exhortar a sus fieles en la firmeza de la fe. A su vez, San Blas, que era testimonio de seguridad en Dios, se retiró a un lugar desolado, con el fin de continuar gobernando aquella Iglesia. Sin embargo, fue descubierto por soldados y les dijo: «Benditos sean, me traen una buena nueva: que Jesucristo quiere que mi cuerpo sea inmolado como hostia de alabanza».

Murió en el 316. Cuando las persecuciones comenzaron bajo el Emperador Diocleciano (284 – 305). San Blas huyó a una caverna donde cuidó algunos animales salvajes. Años más tarde, fue encontrado por cazadores que lo llevaron preso hasta el gobernador Agrícola, de Capadocia, en la baja Armenia, esto mientras se seguían las persecuciones del Emperador Licinius Lacianianus (308-324). San Blas fue torturado con hierros candentes y después fue decapitado.

La costumbre de bendecir las gargantas en su día continúa hasta hoy, las velas se utilizan en las ceremonias conmemorativas. Son utilizadas para recordar el hecho que la madre de un niño curado por San Blás, las llevaba para él a la prisión. Muchos eventos milagrosos son mencionados en los estudios sobre San Blas y es muy venerado en Francia y España.

Sus reliquias se encuentran en Brunswick, Mainz, Lubeck, Trier y Colonia en Alemania. En Francia en Paray-le-Monial. En Dubrovnik en la antigua Yugoslavia y en Roma, Tarento y Milán en Italia.

En la liturgia de la Iglesia Católica San Blas es representado con velas en las manos y frente a él, una madre cargando un niño con la mano en la garganta, como para pedirle una cura. Desde allí se originó la bendición de la garganta en su día.

* * * * * * *

A los pies de una montaña, en una gruta, en los campos de Sebaste, en Armenia, vivía un hombre puro e inocente, dulce y modesto. El pueblo de la ciudad, movido por las virtudes del Santo Varón, inspirados por el Espíritu Santo, lo escogió como Obispo. Los habitantes de la ciudad y hasta los animales, iban en su búsqueda para obtener el alivio de sus males.

Un día, los soldados de Agrícola, gobernador de Capadocia, buscaban fieras y bestias en los campos de Sebaste, para martirizar a los cristianos en la arena, y se encontraron a muchos animales feroces de todas las especies: leones, osos, tigres, hienas, lobos y gorilas conviviendo en la mayor armonía. Mirando estupefactos y asombrados, se preguntaban que era lo que ocurría, cuando de una negra gruta surgió, de la oscuridad a la luz, un hombre caminando entre las fieras, levantando la mano, como bendiciéndolas. Tranquilas y en orden regresaron para sus cuevas y lugares de donde vinieron.

Un enorme león de melena rubia permaneció en el lugar. Los soldados muertos de miedo, lo vieron levantar una pata y poco después, San Blas se aproximó para extraerle una astilla que tenía clavada. El animal, tranquilo, se fue.

Al enterarse del hecho, el gobernador Agrícola ordenó capturar al hombre de la caverna. Blas fue puesto preso sin la menor resistencia.

Al no conseguir doblegar al santo anciano, que rechazó adorar a los ídolos paganos, Agrícola ordenó castigarlo con latigazos y que después lo encerrasen en la más negra y húmeda de las mazmorras.

Muchos iban en búsqueda del Santo Obispo, que los bendecía y curaba. Una pobre mujer lo buscó, afligida, con su hijo en brazos, casi estrangulado por una espina de pez que le atravesaba la garganta. Conmovido por la fe de aquella pobre madre, San Blás pasó su mano por la cabeza del niño, levantó sus ojos, rezó por un instante, hizo la señal de la cruz en la garganta del niño y pidió a Dios que lo ayudase. Poco después, el niño estaba curado del mal que lo afligía.

En varias ocasiones el santo fue llevado delante de Agrícola, pero siempre perseveraba en la fe de Jesucristo. En represalia era torturado. Movido por su fidelidad y amor a Nuestro Señor Jesucristo, San Blas curaba y bendecía. Siete mujeres que cuidaron sus heridas – provocadas por los suplicios de Agrícola – fueron también castigadas. Después el gobernador fue informado que ellas habían lanzado sus ídolos al fondo de un lago cercano, y mandó matarlas.

San Blas lloró por ellas y Agrícola, enfurecido, lo condenó a muerte, decretando que lo lanzasen al lago. Blas hizo la señal de la cruz sobre las agua y avanzó sin hundirse. Las aguas parecían un camino bajo sus pies. En medio del lago se detuvo y desafió a los soldados:

– ¡Vengan! ¡Vengan y pongan a prueba el poder de sus dioses!

Varios aceptaron el desafío. Entraron al lago y se hundieron al instante.

Un ángel del Señor apareció al buen Obispo y le ordenó que regresase a tierra firme para ser martirizado. El gobernador lo condenó a la decapitación. Antes de presentar su cabeza al verdugo, San Blas suplicó a Dios por todos aquellos que lo habían ayudado en el sufrimiento y también por aquellos que le pedirían ayuda, después que él hubiera entrado en la gloria de los cielos.

En aquel instante, Jesús apareció y le prometió concederle lo que pedía.

Murió San Blas en plena época de ascensión del Cristianismo, en Sebaste, el 3 de febrero. Era natural de Armenia.

Blás, brasa, llama de amor de Dios, de la fe, de amor al prójimo. La vida heroica de San Blas es un estimulo para que mantengamos también en nuestras almas encendida la brasa de la fe, que en medio de las tinieblas siempre arda el celo, fidelidad y valentía en favor del bien.

Entre los milagros que rodearon la vida de este gran santo, hay uno que llama particularmente la atención: su dominio sobre los animales salvajes, que, en la compañía del santo, se tornaban mansos como corderos. ¿Cuál es el sentido de este hecho?

En el Paraíso Terrenal, antes del pecado original, Adan y Eva tenían poder sobre los animales, que vivían en armonía con el hombre y lo servían. Como castigo del primer pecado, que fue una rebelión contra Dios, la naturaleza se reveló contra el violador del orden y los animales comenzaron a hostilizar al hombre.

Por el apaciguamiento que San Blas operaba en los animales salvajes, quiso Dios mostrar a los pecadores el poder de la virtud, que ordena hasta la naturaleza indomable de las fieras.

Hoy en día, la humanidad llora bajo el peso del caos, provocado por el pecado. Y los hombres practican actos de ira nunca antes vistos. Busquemos la solución para el desorden del mundo en la Ley de Dios. Por la fuerza de la virtud, no sólo los hombres, sino incluso la propia naturaleza entrarán en orden. Y entonces, ¿qué maravillas surgirán de una sociedad, donde todos practiquen el bien y amen la verdad?

(Tomado de la Revista Heraldos del Evangelio, Febrero/2002, n. 2, págs. 22-23)

 

Fuente:: Gaudium Press

Leer más http://es.gaudiumpress.org/content/55566

Están disponibles: audio, video y fotografías del acto

La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) ha entregado hoy los Premios ¡BRAVO! 2013, que se conceden anualmente, en un acto que ha tenido lugar la sede de la Conferencia Episcopal Española.

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/premios-bravo.html

Ante las declaraciones efectuadas el día 23 de enero de 2014 por el Abad de Montserrat, Dom Josep Maria Soler, y difundidas por los medios de comunicación, sobre que «un eventual estado catalán sería conocido por el Vaticano», esta Nunciatura Apostólica en España quiere precisar públicamente que las mencionadas declaraciones del Abad son opiniones de su exclusiva responsabilidad personal y no reflejan en absoluto la posición de la Santa Sede.

Fuente::

Leer mas http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/materiales-de-interes/nunciatura-apostolica/3808-comunicado-de-la-nunciatura-apostolica-en-espana.html

Redacción (Martes, 04-02-2014, Gaudium Press) El viejo y el mar es un relato largo de Hemingway, relato que se quedó entre el cuento y la novela. Fue el tramo final de la vida de un pescador cubano «salao», más por los años que por la adversidad. Para leerlo de cabo a rabo basta un viaje largo en avión comenzando desde las fastidiosas esperas en los aeropuertos.

Hay quienes quedan conmovidos por la veraz historia que el infeliz autor suicida retrató. Pero se quedan anclados ahí no más. A otros los hace pensar en el dilatado episodio intentando sacar conclusiones, buscarle relaciones, etc. Conclusiones de la vida que unos llevan como una bandera erguida hasta el final de su días y otros terminan arrastrándola sin gloria en un rincón mustio de algún ancianato, o de su propio hogar, vacíos y desestimados por sus más próximos.

1.jpg
Foto: Revistaecclesia.com

Este viejo pescador al menos la peleó hasta el último momento y si cayó en la dura y rústica cama de su pobre cabaña al pie del mar, fue por físico agotamiento y pérdida del sentido. Pero peleó tres días y tres noches seguidas con un enorme pez-espada o pez-vela, o «aguja» como lo llaman algunos pescadores todavía. El pescador este recuerda un poco al fallecido viejo padre jesuita Jorge Loring Miró de nobleza pontificia y su espacio televisivo de EWTN «Para salvarte» sacado de las páginas de su libro del mismo nombre que escribió hace unos años y hoy es más que un best seller. El anciano sacerdote murió el 25 de diciembre del año pasado a los 93 años de un Accidente Cerebro Vascular rezando una Avemaría.

Un viejo pescador de almas en un renegrido mar de miserias y dolor como es buena parte del mundo de hoy. De pie, erecto como una torre imbatible, el encanecido cura entre su ‘cleriman’ negro acostumbraba a recordar españolísimamente olvidadas verdades que televidentes y auditorios completos escuchaban respetuosamente así no estuvieran de acuerdo. El viejo Padre Loring hablaba convencido y sin disimulos. Eso era precisamente lo que atraía. Creía en lo que decía y creía firmemente, sin ambigüedades. Su libro, estrictamente ceñido a las verdades del catecismo de la Iglesia Católica y un poco más arriba de ellas, parece una pequeña enciclopedia manual que uno puede llevar con facilidad a cualquier parte del mundo -incluso y mejor en un aburrido viaje de avión. Si Hemingway nos deja un viejo pescador exhausto aparentemente derrotado, el padre Loring nos recuerda a muchas almas católicas luchadoras que han muerto firmes al pie del cañón. Lucha amarga y silenciosa pero constante y fervorosa como la de tantos hombres y mujeres que habrán estado tal vez tristes, preocupados, pensativos y serios pero jamás desanimados.

La vida que Dios nos dio es una caja de sorpresas no necesariamente todas agradables y consoladoras. Todo normal y de repente pica el pez, y hay que pulsar con cuidado el sedal para saber bien la clase de animal que mordió. Si se percibe que es un monstruo más allá de todas las posibilidades humanas, es fácil dejarlo ir, pero si se tiene fe y confianza, comienza el doloroso batallar hasta conseguir dominarlo. Nuestro viejo sacerdote, pescador del mar de la vida, mar inquieto y profundo, no lo soltó. Como el personaje del relato, aceptó el desafío aunque percibía que era más grande que su barca y pesaba más de media tonelada. Después de atarlo a estribor llegaron los tiburones atraídos por la sangre y se lo comieron todo aunque contra ellos también luchó valientemente. Alcanzó la playa totalmente agotado con el esqueleto de su presa amarrado firmemente a la barca, sin siquiera imaginar que al otro día en la mañana los mejores pescadores de la aldea estarían reunidos asombrados admirando lo que este viejo pescador sacó del mar, dominó y trajo solo, absolutamente solo. Porque hay batallas que toca darlas en completa soledad y sin que quienes nos conocen de cerca, tampoco las perciban. Porque Dios frecuentemente quiere de nosotros la batalla y no la victoria…La victoria es de Él.

Por Antonio Borda

Fuente:: Gaudium Press

Leer más http://es.gaudiumpress.org/content/55532