San Juan Bosco: «Le prometí a Dios que hasta mi último aliento sería para los jóvenes»

Redacción (Viernes, 31-01-2014, Gaudium Press) San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841, y allí comenzó su actividad pastoral con San José Cafasso.

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Su programa, o mejor, su pasión era la educación de los jóvenes, los más pobres y abandonados. Reunió un grupito que llevaba a jugar, a rezar y a menudo a comer con él. La incómoda y rumorosa compañía de Don Bosco (así se lo llamaba y se lo llama familiarmente) tenía que estar cambiando de lugar continuamente hasta que por fin encontró un lugar fijo bajo el cobertizo Pinardi, que fue la primera célula del Oratorio.

Con la ayuda de mamá Margarita, sin medios materiales y entre la persistente hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales: era el lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una pedagogía que sería conocida en todo el mundo como «método preventivo» y basada en la religión, la razón y el amor.

«La práctica del método preventivo se base toda en las palabras de San Pablo que dice: La caridad es benigna y paciente; sufre todo, pero espera todo y aguanta todo».

Para asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas). Fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas, revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica, la «buena prensa».

Aunque ajeno a las luchas políticas, prestó su servicio como intermediario entre la Santa Sede, el gobierno italiano y la casa Saboya.

Fue un santo risueño y amable, se sentía «sacerdote en la casa del pobre; sacerdote en el palacio del Rey y de los Ministros». Buen polemista contra la secta de los Valdeses, según la mentalidad del tiempo, nunca se avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena voluntad: «Condenamos los errores, escribió en el «Católico», pero respetamos siempre a las personas». San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío XI en 1934.

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Educar no sólo es un arte. Se convirtió en un desafío, dado que cada vez resulta más difícil llevar a la juventud en un sentido contrario a la mentalidad dominante. San Juan Bosco encontró la llave que abre el alma del joven a la influencia del bien.

Mantener la disciplina en una sala de clases formada por adolescentes es una dificultad que, con algunas variantes, se muestra tan antigua como la civilización. Los maestros de san Agustín podrían dar un valioso testimonio al respecto. En otros tiempos, los métodos usados eran muchos más directos que los actuales y daban resultados inmediatos, proporcionales a la energía y la fuerza de personalidad del profesor. Pero el problema de fondo no deja de ser el mismo, hoy como ayer.

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La educación no se restringe a mantener en silencio y en orden a todos los alumnos dentro de la sala de clases, para que el profesor pueda comunicar sus enseñanzas con eficacia. El buen educador debe saber moldear la personalidad de sus discípulos, corrigiendo los defectos, estimulando las cualidades, haciéndolos amar los principios que orientarán sus vidas. En una buena educación, la formación religiosa ocupa un lugar principal, porque sin amor a Dios y auxilio de la gracia nadie logra vencer las malas inclinaciones y practicar duraderamente la virtud.

De la teoría a la práctica…

Todo esto es muy fácil en teoría…

Pero, ¿cómo llevarlo a la práctica en el mundo actual, en que las invitaciones al mal son tan numerosas y atractivas, y donde los educadores sienten una creciente dificultad para ejercer influencia sobre los jóvenes?

El problema ya era candente en la época de san Juan Bosco. La sociedad de entonces atravesaba grandes transformaciones, sobre todo de mentalidad. Y la juventud, siempre ávida de novedades, se apartaba de la religión y perdía el rumbo.

Don Bosco hacía el «milagro» -muy superior a todos los demás que realizó- de atraer y educar jóvenes que ya no se dejaban moldear por los antiguos métodos educativos y evadían
la acción de la Iglesia.

Intentos por descubrir el secreto del método preventivo

Tan sorprendentes eran los resultados que obtenía el fundador de los salesianos, que muchos de sus contemporáneos trataban insistentemente de arrancarle el «secreto» de su éxito.

Ésta fue la intención del rector del seminario mayor de Montpellier, cuando envió una carta a Don Bosco preguntándole qué secreto tenía la pedagogía que utilizaba. Imagínese su sorpresa al recibir la siguiente contestación:»Consigo de mis niños todo lo que quiero gracias al temor de Dios infundido en sus corazones».

No satisfecho, el recto envió una segunda carta, pero el santo no la supo responder ya que nunca había hecho un estudio sobre la materia. El libro del que sacaba sus enseñanzas era su propia vida.

Confianza: el instrumento del buen educador

Discurriendo sobre el mismo asunto en Roma con el cardenal Tosti, una mañana de 1858, san Juan Bosco le dijo: «Mire, Eminencia, es imposible educar bien a la juventud si no se gana su confianza». En seguida, para darle un ejemplo concreto, lo invitó a acompañarlo a la Plaza del Popolo, donde fácilmente encontrarían grupos de jóvenes jugando y podría demostrar la eficacia de su método. Pero cuando bajó del carruaje, la tropa de niños que jugaba en la plaza huyó corriendo. Seguramente pensaron que ese cura les iba a hacer un pequeño sermón o a reprenderlos por alguna falta. El cardenal se quedó en el interior del vehículo mirando la escena, y se divertía creyendo que ese primer fracaso haría desistir a Don Bosco de la prueba.

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Pero éste no se dejó abatir y en pocos minutos, con su vivacidad e irresistible bondad, había reunido una pequeña multitud de jovencitos a su alrededor, divirtiéndose con sus juegos y entusiasmados con su bondad.

Cuando llegó el momento de partir, formaron dos hileras delante del coche para aclamar al sonriente sacerdote mientras pasaba. Al cardenal le costaba dar crédito a lo que veían sus ojos…

Evitar el pecado: la esencia del método preventivo

A fin de cuentas, ¿cómo cautivaba Don Bosco a la juventud? El primer objetivo que pretendía era evitar todo género de pecado, usando para ellos una gran vigilancia acompañada por una amorosa solicitud.

No de una manera aplastante y glacial, sino paterna y afectuosa. Esa táctica para llevar a los jóvenes fue bautizada por el santo educador como «método preventivo», en contraposición a otro por entonces en boga, denominado «método represivo» y basado en el castigo.

Este ejemplar educador de la juventud no perdía la ocasión de cortar el avance del mal. Incluso en los recreos su atenta mirada descubría en seguida dónde estaba la riña o de dónde salían palabras censurables, y sin demora deshacía la confusión con una hábil jovialidad, ya que, como atestiguaban sus alumnos, él era el alma de la diversión. No raras veces desafiaba a todos los niños, de una sola vez, a una carrera.

Se arremangaba entonces la sotana, contaba hasta tres y dejaba atrás la turba de jóvenes. Don Bosco siempre llegaba en primer lugar. Ya tenía 53 años y todavía su agilidad dejaba atónitos a los espectadores, porque nunca perdía una carrera con los alumnos del oratorio.

Dulzura en la reprensión

San Juan Bosco jamás aplicaba castigos corporales, convencido de que con eso sólo sublevaría los corazones y cerraría el alma del joven a los saludables consejos. La manera con que reprendía era una palabra fría, una mirada triste, una mano esquiva o cualquiera otra discreta señal de disgusto por alguna falta. Los resultados demostraban que era una forma de corrección extremadamente eficaz.

Cierta noche, después de las oraciones, Don Bosco quería dirigir a los niños algunas palabras benéficas antes de ir a dormir, pero era tan grande la algarabía que no pudo imponer silencio. Después de esperar unos minutos, les comunicó: «¡No estoy contento con ustedes! Vayan a dormir. Esta noche no les diré nada».

Desde ese día nunca más hizo falta la campanita para que los muchachos guardaran silencio. Podría aparecer una duda contra este método. Esta vigilancia por evitar el pecado, ¿no termina quitándole libertad al joven? La naturaleza humana está hecha para el equilibrio: no sofocar la libertad, ni mucho menos permitir una indisciplina desatada. San Juan Bosco fue admirable en lograr esta conjugación.

A pesar de toda la vivacidad y afecto en su trato con los jóvenes,éstos mantenían siempre una actitud de respeto y admiración hacia su maestro.

Alegría, condimento indispensable

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El ambiente en el comedor del Oratorio era una demostración de esta relación armoniosa, cuando Don Bosco se demoraba un poco más en acabar su comida, a la que había llegado atrasado. Apenas los otros superiores salían, una nube de jóvenes entraba corriendo y ocupaba todo el recinto sin dejar espacios vacíos. Algunos se acercaban tanto que casi pegaban sus cabezas en los hombros del santo, otros se apoyaban en el respaldo de su silla y los más pequeñitos se deslizaban bajo la mesa. Cuánto se sorprendía y emocionaba Don Bosco al ver salir esas pequeñas cabecitas desde abajo, con la única finalidad de estar más cerca de su padre. La libertad con que se le acercaban esos jovencitos y la veneración que sentían por él pintaban un cuadro verdaderamente conmovedor.

Ocasiónes como ésta era una excelente oportunidad para hacer el bien. El ferviente sacerdote aprovechaba entonces para contar una historia, dar un buen consejo, hacer preguntas, hasta que la campana señalara la hora de la oración de la noche, es decir, el fin de esa convivencia enternecida.

Como se podrá ver, la alegría ocupaba un gran papel en el método educativo de Don Bosco. Con ella, el santo pretendía aligerar la vida y predisponer a los niños para abrir el alma a su influencia y a lo sobrenatural.

Uno de los medios que utilizaba eran los juegos y diversiones en los que participaba el propio educador. En una de estas recreaciones, alineaba a todos los niños en una única fila y les recomendaba: «¡Atención! Hagan todo lo que yo haga. Quien no me siga, sale del juego».

Dicho esto, empezaba su recorrido, corriendo con los brazos al aire, haciendo gestos espectaculares, batiendo palmas, saltando con una sola pierna, amenazando detenerse en un árbol para luego salir corriendo otra vez. De este modo entretenía y creaba un ambiente de alegría para los jóvenes.

Con tales recursos, y sobre todo con la gracia divina, san Juan Bosco conseguía hacerlos amar a Dios con alegría. La música era un valioso instrumento para lograr este efecto, al punto de decir que una casa sin música es como un cuerpo sin alma.

Frecuencia en los sacramentos y devoción a María

La perseverancia sólo es posible con la frecuencia en los sacramentos y una ardorosa devoción a la Santísima Virgen.

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En la confesión, Don Bosco pacificaba las conciencias, infundía confianza en las almas, conducía a sus juveniles penitentes a Dios. Huysmans, escritor católico del siglo XIX, hace una bella descripción de estas confesiones: «Nuestro santo, trayendo en el semblante la bonachonería de un viejo cura de pueblo, tiraba hacia sí al niño que había acabado el examen de conciencia, y tomándolo por el cuello lo rodeaba con el brazo izquierdo y hacía que el pequeño penitente apoyara su cabeza en su corazón. Ya no era el juez. Era el padre que ayudaba a los hijos en la confesión tantas veces penosa de las faltas más diminutas.

Por medio de la comunión frecuente, san Juan Bosco quería fortificar el alma de los jóvenes contra las embestidas infernales. A su juicio, la Primera Comunión debía hacerse lo más temprano posible: «Cuando un niño sabe distinguir entre el pan común y el Pan Eucarístico, cuando está lo suficientemente instruido, no es preciso mirar la edad. Que el Rey del Cielo venga de inmediato a reinar en esa alma».

Siguiendo los sabios consejos maternales, Don Bosco hizo de la devoción a María Santísima, bajo la hermosa invocación de María Auxiliadora, una columna de la espiritualidad salesiana. «Si llegaras a ser sacerdote -le repetía afectuosamente mamma Margarita- propaga sin cesar la devoción a la Virgen».

Método preventivo y gracia divina

En realidad, el método preventivo de Don Bosco es una forma adaptada a las nuevas generaciones -y plenamente actual- de disponer a los jóvenes a ser flexibles a la acción de la gracia divina.

Ésta es verdaderamente la causa del éxito sorprendente de ese gran educador que marcó su época, hasta nuestros días, con su innovador método transmitido a sus seguidores, los sacerdotes salesianos y las hijas de María Auxiliadora.

Fuente:

Revista Heraldos del Evangelio, Enero/2007, n. 61, pag. 22 a 25
Catholic.net

 

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad del Vaticano (Viernes, 31-01-2014, Gaudium Press) La pérdida del sentido del pecado es correlata con la disminución de la presencia de Dios en medio de los hombres, aseguró el Papa Francisco en su homilía de hoy en la Casa Santa Marta.

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Foto: Radio Vaticano

El Pontífice reflexionó el texto de la primera lectura dondese  narra el pecado del rey David y cómo un pecado grave, como es el adulterio en este caso, se ve disminuido por David a «un problema para resolver». La opción que elige el rey David, se vuelve el espejo delante del cual el papa Francisco pone la conciencia de cada cristiano.

David se encapricha con Betsabé, esposa de Urías, su general, y envía al marido a primera línea de batalla, causándole la muerte y de hecho perpetrando un asesinato. Entretanto, pecados tan graves como esos parecen no conmover el corazón de David. «David se encuentra ante a un enorme pecado, pero él no lo siente como un pecado», expresa el Papa. «No le pasa por su mente pedir perdón. Lo que le viene en mente es: ¿cómo resuelvo ésto?».

La pérdida del sentido del pecado

«A todos nosotros nos puede suceder. Todos somos pecadores y todos estamos sujetos a la tentación que es el pan nuestro de cada día. Si alguno de nosotros dijese: ‘Yo nunca tuve tentaciones’, o sos un querubín o un poco tonto. Se entiende. Es normal en la vida la lucha y el diablo nunca se queda tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema más grave -el problema más grave en este caso de David- no es tanto la tentación y el pecado contra el noveno mandamiento, sino el modo en el que actúa David. Y David aquí no habla de pecado, habla de un problema que tiene que resolver. ¡Esto es un signo! Cuando el reino de Dios disminuye, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado».

Cada día, al rezar el padrenuestro, le pedimos a Dios «Venga a nosotros tu Reino…», que quiere decir «crezca Tu Reino». Cuando se pierde el sentido del pecado, se pierde también «el sentido del Reino de Dios» y en su lugar surge «una visión antropológica súper potente», la del «yo lo puedo todo»:

«¡La potencia del hombre en lugar de la gloria de Dios! Este es el pan de cada día. Por esto la oración de todos los días a Dios ‘Venga tu Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras astucias, de nuestra inteligencia al hacer negocios. La salvación vendrá de la gracia de Dios y del entrenamiento cotidiano que nosotros hacemos de esta gracia en la vida cristiana».

«El pecado más grande de hoy es que los hombres perdieron el sentido del pecado», dijo el Papa citando la célebre frase de Pío XII. Urías es la víctima emblema de todas las víctimas causadas por la pérdida de la noción de pecado, afirmó el Pontífice.

«Yo les confieso, cuando veo estas injusticias, esta soberbia humana, también cuando veo el peligro de que a mí mismo me suceda esto, el peligro de perder el sentido del pecado, me hace bien pensar en los muchos Urías de la historia, en los muchos Urías que también hoy sufren nuestra mediocridad cristiana, cuando perdemos el sentido del pecado, cuando dejamos que el Reino de Dios caiga. Estos son los mártires de nuestros pecados no reconocidos. Nos hará bien rezar hoy por nosotros, para que el Señor nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el Reino no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de estos Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de los cristianos que se sienten seguros».

 

Fuente:: Gaudium Press

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Turín (Viernes, 31-01-2014, Gaudium Press) Italia es bella en todas las estaciones del año. Pero es especialmente bella al final del invierno y ya comienzo de la primavera, cuando la luminosidad de los campos tiene un encanto especial.

Salimos de Roma rumbo al norte del país y fuimos encontrando grandes extensiones de tierras muy bien aprovechadas, salpicadas de casas que nos hacen recordar pequeños adornos confeccionados de mazapán.

Durante el viaje, a lo lejos, íbamos avistando poblaciones que datan de la Edad Media. Era fácil ver en ellas castillos, iglesias, fuentes, lugares agraciados por milagros y que traían además el perfume de una Civilización que vivió bajo la sabiduría del Evangelio y fruto de la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor Jesucristo.

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Nos detuvimos en una de esas ciudades que desfilaban a lo largo de nuestro camino. Era Turín, con su división bien clara: la parte moderna y la parte de los edificios antiguos, de los lugares y monumentos cargados de historia.

Turín con su Catedral que abriga el Santo Sudario: el tejido de lino que envolvió el cuerpo de Nuestro Salvador después de su crucifixión.

Entramos a la ciudad con el objetivo claro de peregrinar por la historia de un gran santo. Queríamos conocer, sentir un poco el mundo en que él vivió, entenderlo mejor para admirarlo más y, así aumentar la devoción a él. Estoy hablando evidentemente de San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, una obra que hoy puede ser encontrada en todas partes del mundo.

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Nos hospedamos bien junto a la iglesia de María Auxiliadora, donde se encuentran las reliquias del santo, en un edificio que tenía el nombre de «Mama Margherita», lado a lado con la iglesia. ¡Cuántas impresiones!…

La presencia del gran educador se hacía sentir por todas la partes en que estuvimos. Allí estaba, delante de nuestros ojos y corazones, el milagro de Dios.

Y… cuántos milagros, sueños, manifestaciones de la Providencia en la vida de Don Bosco, en el nacimiento de su Congregación.

Un hecho de carácter sobrenatural que es mencionado en casi todas las biografías de nuestro santo es el famoso can llamado, por él mismo: Grigio.

Ese animal apareció misteriosamente en una época muy difícil para San Juan Bosco, donde hubo hasta intento de agresiones contra su persona.

Todas las veces en que Don Bosco corría algún peligro de vida, surgía al lado de él el fiel animal. Hubo ocasiones en que ese protector impidió que el santo saliese de casa. Verificándose posteriormente que, de hecho, un complot estaba organizado contra él.

Como apareció, Grigio también desapareció, sin que alguien supiese de su paradero…

Don Bosco tuvo innúmeros sueños proféticos y los confidenciaba con sus alumnos, prohibiéndoles que contasen para otras personas. Así él los formaba en la escuela divina con sus célebres «Buenas noches». Y él instituyó en la enseñanza la nueva pedagogía de la prevención: antes prevenir que castigar.

Son palabras del santo de la juventud: «Basta que sean jóvenes para que yo os ame», «Prometí a Dios que hasta mi último suspiro sería para los jóvenes», «Lo que somos es regalo de Dios; en lo que nos transformamos es nuestro regalo a Él», «Ganad el corazón de los jóvenes por medio del amor», «La música de los jóvenes se escucha con el corazón, no con los oídos.»

Después de una vida entera dedicada a sus jóvenes, Don Bosco entregó el alma a Dios en la madrugada del 31 de enero de 1888, con 73 años de edad, con la misma paz y confianza en que vivió. Su existencia toda llena de Fe fue toda norteada por dos grandes luces: la devoción a María Santísima y al Papa.

Por Lucas Miguel Lihue

Fuente:: Gaudium Press

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descarga (62)Por Mons. D. José Ignacio Munilla. Responsable de Educación de las Diócesis Vascas

Se acercan las fechas de matriculación escolar para el próximo curso. Sin duda alguna estamos ante una buena ocasión para reflexionar sobre las razones favorables para la elección de la asignatura de Religión Católica en el sistema de enseñanza:

1.- La política no decide todo en una sociedad adulta

Uno de los males de nuestros días, en el contexto cultural en el que vivimos, es el hecho de que la política (entendida como la acción de los partidos políticos) se está convirtiendo en el único principio rector de la configuración de la convivencia social: La política pretende decidir el bien y el mal; la política pretende redefinir la naturaleza humana y la propia familia; la política pretende determinar el principio y el fin de la vida humana; la política pretende ser la única responsable del sistema de enseñanza…

¿Acaso los padres no tienen derecho a elegir para sus hijos, en el espacio del sistema escolar, otro tipo de orientaciones y de enseñanzas, diversas o complementarias  a las que emanan de los equilibrios electorales? El hecho de que vivamos en democracia, ¿supone acaso que las familias hayan entregado a los poderes públicos toda su responsabilidad directa en la educación de sus propios hijos?

Por ello, son muchos los padres que han ejercido y seguirán ejerciendo su derecho a pedir para sus hijos la asignatura de Religión Católica, impartida en el sistema de enseñanza. No olvidemos que la Escuela —desde el punto de vista moral— no es de los partidos políticos, ni de la Iglesia, ni siquiera del Estado; sino de cada una de las familias que educan a sus hijos en ella.

2.- La ética tiene un fundamento religioso

Existen dos formas de abordar la formación moral: o bien desde un punto de vista exclusivamente ético-laico, o bien desde una perspectiva que conjuga la ética con las enseñanzas emanadas del Evangelio de Jesucristo. Por ello, es justo que unos padres no creyentes puedan elegir para sus hijos una enseñanza ética sin dimensión religiosa confesional, o que otros creyentes opten por una enseñanza ética enraizada en unos cimientos religiosos.

Los cristianos pensamos que las bases de la ética son religiosas, y que sin estas, no se entiende suficientemente el mandato de hacer el bien y de evitar el mal. Detrás del “no mates”, se esconde nuestra fe en que la vida es sagrada; detrás del “no robes” o del “sé solidario”, se esconde nuestra fe en que Dios creó el mundo para que lo administremos y compartamos como hermanos; detrás del “sé humilde” o del “no seas soberbio”, se esconde nuestra fe en que Dios nos ama a cada uno con nuestras personales limitaciones, al mismo tiempo que nos llama a la santidad, etc.

3.- Para poder elegir libremente, es necesario conoceren profundidad

Los padres eligen para sus hijos los valores que consideran más adecuados para su desarrollo integral. Al mismo tiempo, son conscientes de que a medida que sus hijos crezcan, estos tendrán que ir realizando las opciones personales, cada vez con mayor autonomía en el uso de su libertad…

Ahora bien, la auténtica elección en libertad solo puede darse desde el conocimiento, y no desde la ignorancia. De manera inexorable, observamos que cuanto mayor es el desconocimiento de la doctrina cristiana y de la vida de la Iglesia, mayor es el rechazo hacia la opción cristiana. La ignorancia suele ser muy atrevida, e incluso, con frecuencia, falta de respeto. Por el contrario, a mayor conocimiento del hecho cristiano, y a mayor familiaridad con la vida de la Iglesia, suele crecer el juicio positivo hacia los valores cristianos.

El mayor enemigo de la fe cristiana no es el desacuerdo con sus valores y principios, sino el desconocimiento de ellos, que en una buena parte de las ocasiones suele ir acompañado de una notable falta de consciencia de la propia ignorancia. Por ello, para salvar el “desconocimiento”, no existe otra fórmula que el “acercamiento”. Decía San Agustín que, si bien es cierto que para poder amar es necesario conocer; es igualmente cierto que para poder conocer es necesario previamente amar. Considero que la clase de Religión impartida en el sistema escolar, es una buena oportunidad para obtener un conocimiento objetivo y afectivamente cercano, que le permitirá al alumno disponerse a una elección madura y en libertad.

4.- Familiarizarse con nuestra cultura. No existe árbol sin raíces

Me contaban recientemente la anécdota de un guía turístico que señalaba a unos visitantes el cuadro de la Última Cena, al mismo tiempo que les explicaba: “A su izquierda tienen ustedes un lienzo de un banquete, según la costumbre de la época”. Podríamos narrar un sinfín de anécdotas de este estilo, como la de un joven al que le pregunté si conocía el origen de la expresión que él mismo acababa de utilizar (“mi amiga lloraba como una Magdalena”)… Después de pensarlo un rato, el joven me respondió: “Supongo que esa expresión tendrá su origen en el hecho de que cuando desayunamos magdalenas, suelen gotear al sacarlas de la taza de Cola Cao. ¡Hay que reconocer que el chaval merecía un sobresaliente en capacidad intuitiva! Pero… ¿por qué no ofrecerle también la posibilidad de obtener otro sobresaliente en el conocimiento del Evangelio?

Mons. D. José Ignacio Munilla. Responsable de Educación de las Diócesis Vascas.

Fuente:: SIC

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La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado en Madrid su CCXXX reunión los días  28 y 29 de enero.

Siempre a favor de la vida

Los obispos han reflexionado sobre el nuevo  Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la mujer embarazada.  Con este motivo, y como siempre han hecho en cualquier coyuntura social y política, quieren recordar de nuevo el valor sagrado de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural.

Fuente::

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Mons. Casimiro LópezMons. Casimiro López Llorente    Queridos diocesanos:

Jesús dijo en cierta ocasión: “Dejad que los niños vengan a mi…” (Mt 19, 14). Estas palabras de Jesús son la base y la esencia del oratorio de niños pequeños, una experiencia que se va extendiendo en parroquias y en colegios de nuestra diócesis. Hoy la quiero presentar con el propósito de animar a que se ofrezca en más parroquias y colegios; es algo muy bueno e importante para una verdadera iniciación cristiana y la evangelización de nuestros niños.

El oratorio es un itinerario de fe para niños que les inicia en su relación personal y en grupo con Jesús resucitado desde una edad temprana. Cuanto más pequeños son los niños, más capacitados están para escuchar a Jesús y para dejarse amar por Él; y también para ir al encuentro de Jesús, para querer conocerle a Él y su Palabra y para entablar una relación viva de amistad con Jesús. Cada sesión del oratorio tiene tres momentos esenciales: La oración del corazón de cada niño, la oración con la Palabra y las oraciones en común; es “la contemplación del misterio” y la “gracia de la reunión”. En el desarrollo de la reunión, la guía son los niños y el protagonista el Espíritu Santo, que está presente y conduce la oración.

En nuestras reuniones pastorales constatamos una y otra vez que, con frecuencia, a nuestros niños de catequesis les falta el encuentro personal con Jesús y una relación de amistad con Él; de este modo nuestras catequesis pueden quedar reducidas en el mejor de los casos al aprendizaje de oraciones, de doctrina y de normas morales, que pronto se olvidan porque no han calado en el corazón de los niños, porque , en definitiva, no han personalizado la fe en la oración. Es lo que ya Benedicto XVI nos dejó escrito y que el Papa Francisco acostumbra a recordar: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1).

 

En estos grupos infantiles de oración tenemos la gracia de ver cómo el despertar a la fe de los niños y su crecimiento se da en un clima de encuentro personal y de intimidad con Jesús mediante la oración silenciosa y la escucha de la Palabra a la que acompaña una meditación y la consiguiente aplicación a la vida. A través de pequeñas experiencias, los niños, sedientos de Dios en la humildad de su inocencia y pequeñez, experimentan el encuentro con Jesús. Desde su corazón y con su lenguaje de niños nos ayudan a leer el mismo Evangelio y nos muestran el alimento que necesitan para seguir en contacto de oración con Aquél que les abraza, bendice e impone las manos.

El oratorio de niños es un fuego que ha empezado a arder en muchos corazones de nuestros niños y mayores, como otrora en los dos discípulos de Emaús al recibir el consuelo de Jesús, hecho Palabra. Este fuego es el mismo Espíritu. Y el Espíritu necesita pocos elementos materiales y estructurales para renovar la faz de la Tierra. Necesita tan sólo una sierva confiada que diga humildemente “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra”. El fuego de este Espíritu es la Bendición. Las reuniones no son otra cosa más que la bendición continua del Padre sobre sus hijos en Jesús, su Hijo predilecto.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

Fuente:: Mons. Casimiro López Lorente

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La construcción de un muro de seguridad amenaza
a 58 familias cristianas, que perderían sus tierras

Los Obispos miembros de la Coordinadora por Tierra Santa, entre los que firma, en representación de la Conferencia Episcopal Española, el Arzobispo de Urgell, Mons. D. Joan Enric Vives, hacen pública hoy una Declaración de apoyo a las familias de Beit Jala, afectadas por la posible construcción de un muro de seguridad en el Valle de Cremisán.

Fuente::

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Hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. El Papa el lunes en Santa Marta
(RV).- La Iglesia no se puede entender como una simple organización humana, la diferencia la hace la unción que dona a los obispos y sacerdotes la fuerza del Espíritu para servir al pueblo de Dios: lo dijo el Papa Francisco en la Misa presidida esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Pontífice agradeció a tantos sacerdotes santos que dan la vida en el anonimato de su servicio cotidiano.
Comentando la primera lectura del día, que habla de las tribus de Israel que ungen a David como su rey, el Papa explicó el significado espiritual de la unción. “Sin esta unción – afirmó – David habría sido el jefe” de “una empresa”, de una “sociedad política, que era el Reino de Israel”, habría sido un simple “organizador político”. En cambio, “después de la unción, el Espíritu del Señor” desciende sobre David y permanece con él. Y la Escritura dice: “Así David se iba engrandeciendo cada vez más, y el Señor, el Dios de los ejércitos, estaba con él”. “Esta – observó el Santo Padre – es precisamente la diferencia de la unción”. El ungido es una persona elegida por el Señor. Así ocurre en la Iglesia con los obispos y los sacerdotes.
“Los obispos no solo son elegidos para llevar adelante a una organización, que se llama Iglesia particular, son ungidos, tienen la unción y el Espíritu del Señor está con ellos. Pero todos los obispos, todos somos pecadores, ¡todos! Pero estamos ungidos. Todos queremos ser más santos cada día, más fieles a esta unción. Y aquello que precisamente hace a la Iglesia, aquello que da la unidad a la Iglesia, es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque está ungido, no porque haya sido elegido por la mayoría. Sino porque está ungido. Una Iglesia particular tiene su fuerza en esta unción. Y por participación también los sacerdotes son ungidos”.
La unción – continuó el Papa – acerca a los obispos y a los sacerdotes al Señor y les da la alegría y la fuerza “para llevar adelante a un pueblo, para ayudar a un pueblo, para vivir al servicio de un pueblo”. Dona la alegría de sentirse “elegidos por el Señor, mirados por el Señor, con aquel amor con el que el Señor nos mira, a todos nosotros”. Así, “cuando pensemos en los obispos y en los sacerdotes, debemos pensarlos así: ungidos”:
“De lo contrario no se entiende a la Iglesia, pero no solamente no se entiende, no se puede explicar cómo la Iglesia vaya adelante solamente con las fuerzas humanas. Esta diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, tantas cosas, y también un ungido que la conduce, que la ayuda a crecer. Esta parroquia va adelante porque tiene tantas organizaciones, tantas cosas, pero también tiene un sacerdote, un ungido que la lleva adelante. Y nosotros en la historia conocemos una mínima parte, pero cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes, cuántos sacerdotes santos que han dejado su vida al servicio de la diócesis, de la parroquia; cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza de estos párrocos anónimos, que no conocemos. ¡Hay tantos!”.
Hay tantos – dijo Francisco – “los párrocos del campo o los párrocos de ciudad, que con su unción han dado fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado los sacramentos, o sea la santidad”:
“‘¡Pero, padre, he leído en el diario que un obispo ha hecho tal cosa o que un sacerdote ha hecho tal cosa!’. ‘Si, también yo lo he leído, pero, dime, ¿en los diarios están las noticias de aquello que hacen tantos sacerdotes, tantos curas en tantas parroquias de ciudad y del campo, la tanta caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?’. ¡Ah, no! Esa no es noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. Hoy pensando en esta unción de David, nos hará bien pensar en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles y rezar por ellos. ¡Gracias a ellos nosotros hoy estamos aquí!”. (RC-RV)

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El espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasíaPensamiento del Papa

(RV).- (Con audio) El espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasía Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, non sólo los valores, sino también la fe. Lo pidió el Papa en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 18 de noviembre. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la mundanidad:
El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey. Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”. Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”, “adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.
“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es fruto de la mundanidad”.

El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:
“Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses. Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”.

El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”:
“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.

Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).
El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
27 de enero

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Nuevo Beato de la Iglesia en España. El martirio de un sacerdote y las virtudes heroicas de un carmelita descalzo, españoles, así como de una religiosa argentina y otra brasileña
(RV).- (con audio) Nuevo Beato de la Iglesia en España. El martirio de un sacerdote y las virtudes heroicas de un carmelita descalzo, españoles, así como de una religiosa argentina y otra brasileña El Papa Francisco recibió en audiencia, al Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos a la que autorizó a promulgar ocho Decretos, entre ellos, los que se refieren al martirio del Siervo de Dios Pedro Asúa Mendía, Sacerdote diocesano; que nació en Valmaseda (Vizcaya, España) el 30 agosto de 1890 y fue asesinado, en odio a la Fe, en Liendo (Santander, España) el 29 de agosto de 1936.
– Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Zacarías de Santa Teresa (en el siglo Zacarías Salterain Vizcarra), sacerdote profeso de la Orden de los Carmelitas Descalzos nacido en Abadiano (Vizcaya, España) el 5 de noviembre de 1887 y fallecido en Vellore (Tamil Nadu, India) el 23 de mayo de 1957.
– Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Benedicta Arias, fundadora de las Siervas de Jesús en el Sacramento, que nació en La Carlota Río Cuarto (Córdoba, Argentina) el 3 de abril de 1822 y fallecida en Buenos Aires (Argentina) el 25 de septiembre de 1894.
– Y las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Serafina, religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo, que nació en Urucurituba (Brasil) el 31 de enero de 1913 y fallecida en Manaus (Brasil) el 21 de octubre de 1988.
(CdM – RV)

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